EPILOGO

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-¿Mamá, estas aquí?-

-¿Milán?- Damiano salía de la cocina buscándole con la mirada

-¿Dónde está mamá?-

-Aun esta en clases, no se suponía que llegabas hasta mañana-

-Quise venir antes, mañana es mi cumpleaños y quería pasarlo con mis amigos del instituto de Hokkaido-

-¿Tokio te trata mal?- llego a su lado para abrasarle y quitarle la mochila

-No del todo, pero siempre extraño el hogar, ¿Qué cocinas papá? ¿Pastel?-

-Ojala, pero no, tu madre que a pesar de los años aun añora las pastas- camino hacia la entrada-pero bueno, aprovechemos que no está mamá para darte esto- levanto una enorme caja- ¿Es de Italia?- sus ojos se iluminaron-

-Lo ha enviado la abuela, llego hace un par de días, supongo que preferiría que fuera sorpresa, pero estoy muy seguro que viste la caja al entrar-

-Me conoces muy bien- sonrió abriendo ese enorme paquete- un bajo y un amplificador nuevo, adorables- los recorrió lentamente- iré arriba a usarlos, llámame cuando llegue mamá-

-Iré a recogerla, no quieres ir-

-Creo que los esperare aquí- grito subiendo las escaleras-

-Es un caos- dijo Damiano para sí mismo mientras le miraba desaparecer por las escaleras

Mientras caminaba hacia la escuela, pudo verla a lo lejos, el fuego de su cabello era inconfundible, y sus pasos acompañados ahora de manera eterna de aquel bastón eran pausados, la edad había llegado a ambos con elegancia, y durante esos 17 años se habían vuelto amables uno con el otro. La gente de su alrededor admiraba la devoción de Damiano hacia su esposa, así como el amor que ella mostraba a su tacto.

Nadie tenía idea de los infiernos que los llevaron a ese lugar, ni de las causas que les hicieron aprender a amarse a lo largo del tiempo, como no amar a quien se queda a tu lado a pesar de todo.

-Milán esta en casa- beso tomo su mano, para sustituir a ese bastón dorado- ha descubierto el regalo de la abuela, así que se quedó probándolo en su habitación-

-Ese cuarto insonoro valió cada centavo- sonrió apoyándose de su costado- hoy me he sentido algo melancólica-

-Lo sé, anoche no pudiste dormir nada-

-he guardado esas palabras durante tantos años, es como traerlo de nuevo a la vida- tomo el dije de su cuello

-Te entiendo, a veces me pregunto si no fui yo quien robo su felicidad, si pude haber hecho algo más para mantenerlo aquí-

-Es imposible querido- suspiro recargando su cabeza en su brazo- el destino estaba marcado-

Cenaron juntos mientras Milán contaba como era su primer año de escuela, en la pared podian ver todas esas fotografías felices, los eventos escolares, las presentaciones y recitales, era como un sueño del cual nunca quisieran despertar.

-¿Puedo pasar?- Freya toco la puerta mirándole quitarse los audífonos

-Claro mamá pasa, se giró en la silla para acompañarla a su lado en la cama

-Tengo algo para ti, algo que he guardado un largo tiempo, y que prometí te daría cuando tuvieras 15 años, pero... en ese momento no pude, aunque creo que ahora es un momento perfecto, tu vida está comenzando, y sé que las palabras que encuentres aquí sabrán guiarte-

Milán sostuvo el sobre viejo entre sus manos, la caligrafía perfecta era desconocida para su persona, pero el nombre era más que conocido

-Es de Papá, ósea, de Dante, de mi padre- y mirando la fotografía que adornaba su escritorio en la cual alguien parecida a su madre y un hombre completamente feliz le sostenían de bebe.

"Mi amada Milán...

Espero que mis palabras lleguen a ti en un perfecto momento de tu vida. Antes que nada quiero pedirte perdón por no acompañarte durante todos estos años, pero a veces la vida nos llama antes de tiempo. Aun así no dudo ni un momento de que tu madre y quien sea ahora tu padre guiaron tus pasos de manera excepcional.

¿Cómo está tu vida amada Milán? ¿Eres feliz? Dime por favor que esos hermosos ojos no conocen las lágrimas, porque estoy seguro que si existe un lugar en el cielo para mi yo he pedido eternamente por ello.

Sé que ahora te preguntaras, porque guarde silencio tanto tiempo, y es que nunca fui un hombre de muscas palabras, pero quiero que estas te acompañen toda la vida. Mí amada Milán, cuando te vi por primera vez supe lo que era la primavera, tu madre era un eterno invierno, un hogar eterno, y ahora tú, llegabas a derretirnos por completo, a darnos todo ese olor a flores que nos hacía falta.

Ame cada momento que pase a tu lado, ame dormir contigo en mi pecho y escuchar tu corazón latir, eres mi más bella creación y la mejor parte de mi vida. Nunca dudes del amor que yo te tengo, porque no existe algo en esta tierra que pueda definir toda mi devoción por tu madre y por ti.

Quiero que continúes con esto en mente, que sepas que eres tan amada incluso por la gente que han dejado atrás, quiero que tu futuro solo sea de prosperidad, que nunca sientas la necesidad de mirar nada más que no te pertenezca y que el honor y la felicidad te acompañen eternamente.

Perdona a tu padre por no poderte tomar de la mano en estos años, perdona a tu padre por adorar a tu madre tanto en esta vida para traerte a esta tierra.

Ustedes fueron lo mejor que me paso, y mi eterna primavera.

Te amo, te amo hija mia...

El corazón de Milán latía con fuerzas, encontró los ojos de su madre quien temblaba con una sonrisa en la boca, sus brazos se fundieron en su dolor y el recuerdo de aquellas palabras bailó en el aire un largo rato.

-Mamá dile a papá cuando te visite en sueños que hemos sido muy felices... y que lo amo-

Freya ahogo esa melancolía que se le desbordaba, agradeciendo a la vida que pudiera amar a ese padre que ahora no estaba. Damiano las tomo en sus brazos y las llevo lejos, cuido de ellas como se lo prometió.

-¿Lo hice bien hermano?- dijo mirando su fotografía, aquella que adornaba el centro de la sala

Milán jamás sabría su pasado, para ella su padre se lo arrebato una enfermedad terminal, y de alguna manera así fue, esa muerte se anunció desde el momento en que decidió dejarla atrás para obtener poder, ese fue su cáncer, ese fue su destino. Pero no sería el de su hija, nadie sabía si era un hombre ahora, o una mujer, ni donde se escondían, Sato cumplió su palabra, y con ello pago sus deudas.

"Adiós mi hombre, a donde vas no puedo seguirte, a donde vas hace mucho frio, a donde vas no te puedo alcanzar..."

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