Capítulo 25

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NARRA LUKE

Y se desmayó. La llevé en brazos hasta mi coche y la dejé en el asiento del copiloto le abroché el cinturón y la llevé a mi casa.

No podía creerme que era lo que estaba ocurriendo. Mi vida había cambiado mucho, destinarme a ella fue algo que decidieron los arcángeles, ellos sabían de su futuro y me enlazaron en su vida. Primero protección, después sin querer me enamoré. Segundo la cagué, y me fastidié a mí mismo. Y por último ella cayó y aquí estamos. Tras cientos de años otra vez juntos. Pero ahora con muchos peligros y con un sin vivir constante de que me la puedan quitar. De que la maten o la torturen, de dejar de tenerla, perderla definitivamente.

Aparqué el coche y saqué a Judith con mucho cuidado del BMW. No había nadie en la calle y me alegré de ello. ¿Qué hace un chico llevando a una chica inconsciente sin camiseta a estas horas? Se preguntarán y sería sospechoso. Tal y como estaban las cosas podrían asociarme como un secuestrador o violador o ambas cosas y salir perjudicado.

***

-Por eso te fuiste -dijo una voz proveniente del salón al entrar yo con Judith en brazos a mi casa.

Fui al salón y me encontré acostado en el sofá a Ashton. ¿Qué hacía ahí?

-¿Demasiado drama para ella verdad? -preguntó levantándose del sofá. Vino hacia mí e intentó coger a Judith, pero yo la aparté para que no pudiese.

-¿Qué quieres?

-Solo venía para decirte que la dejes -dijo intentando nuevamente cogerla y yo otra vez la aparté-. Ella estará mejor conmigo. Tú ya demostraste que no puedes cuidar de ella. Ya sé que fue hace bastante tiempo pero, ¿es que se te ha olvidado?

-No se me ha olvidado -dije mirando el pálido rostro de Judith.

-Pues entonces dámela.

-No, no puedo -dije. La apreté más entre mis brazos.

-Ella sufre -dijo Ashton.

-Y más sufrirá si no está conmigo. -dije.

-Tú nunca deberías de haber estado aquí. A ti nunca te debieron mandar a cuidar...

-¡Cállate! -rugí-. No quiero oírte.

-Eres un simple vampiro, mientras que yo soy uno de los tres príncipes del infierno, no puedes hablarme así -se alardeó.

-¿Crees que a mí me importa mucho cuando no te hago caso? -reí.

-Eres idiota, egoísta -dijo Ashton-. Un cobarde. Deberías haberte suicidado cuando ella murió. Así ésto no estaría pasando. Pero claro, como Rey de los Cobardes, pues simplemente hiciste honor a tu nombre. Por eso, ahora, hazme el favor de darme a Judith y no cagarla más.

No, no iba a dársela, no quería, no podía, no podía dejarla de tener, de perder algo mío.

-Pues la seguiré cagando -dije.

Judith empezó a moverse en mis brazos. La apreté más para que se estuviera quieta.

-Le estás haciendo daño, ¿no te das cuenta? -se burló Ashton.

La dejé acostada en el sofá y ella se acurrucó entre los cojines. Era tan tierna ahí, inofensiva y delicada a la vez. No podían separarme de ella, yo la quería demasiado. Nunca volvería a dejarla.

-Si tanto la quieres, deberías hacer lo más correcto para ella. Contigo corre peligro -dijo Ashton.

-No lo corre.

-Pues chico, quiero que sepas que si algo le pasa me la pagarás -me advirtió.

-Tú solo la quieres por el puñal.

Not About AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora