Capítulo 15

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NARRA LUKE

Sé perfectamente que no debe ser fácil, pero, ¡joder la amo! ¿Cómo puedo desmostrárselo? Pasé otra vez mi mano por su cintura.

-Nunca te olvidé -le dije mirando las caricias que le dejaba en su cuerpo haciéndola estremecer.

-¿Acaso me imaginabas a mí cuando te follabas a todas esas chicas?

¿Qué le digo ahora? Si le digo que sí puede que quede como un guarro pervertido obsesionado con ella. ¿Y si digo que no? Seguramente se enfadará porque pensará que he conocido a chicas mejores que ella, y entonces, ella se equivocará.

-No contestes. Mejor será que no sepa tu respuesta.

"No busques donde no debes, si no quieres enterarte de lo que no quieres" Eso me lo decía ella antes de morir. Era algo que siempre teníamos muy presente, para no hacernos daño el uno al otro.

Nunca me había pasado esto de quedarme "medio muerto." Agradezco mucho que ella me diera un poco de su sangre para poder recomponerme. Eso me hacía pensar que Judith todavía sentía algo por mí.

James nos mandó a Roma porque cuando Judith se transformara en un auténtico ángel caído con sus alas y todo. Su huella, su olor, su presencia, se sentiría más en el lugar donde ha vivido en estos últimos meses antes que en un nuevo lugar.

Algo interrumpió mis pensamientos. Unos violentos golpes en la puerta.

Cogí mi camiseta negra y se la tiré a Judith mientras le decía:

-¡Póntela, rápido! -ella se la puso al instante, alarmada por lo que sucedía detrás de la puerta.

Nos habían encontrado. Mierda. Mierda. Mierda.

-Judith, saca tus colmillos y no impidas nada de lo que haga -dije acariciando su rostro. Su cara solo reflejaba preocupación y miedo.

-Vale -susurró. Me cogió de la nuca y me pegó a ella para darme un beso en los labios. Rápido y sencillo.

La puerta se abrió y unos fuertes pasos se encaminaron hacia donde estábamos nosotros. Judith y yo salimos de la cama. Yo me puso delante de ella para protegerla.

Aparecieron cinco hombres. El primero era mayor que los demás de unos 56 años más o menos, calvo, gordo y bajito, aunque se veía matón. El segundo era alto, moreno y más joven de unos 40 años. El tercero era un chico de 20 años, alto también y rubio. Y el cuarto, era Thomas, el chico del instituto. ¿Qué cojones pintaba aquí?

-Ángel, ven aquí ahora -ordenó el calvo, que por lo visto se suponía que era el jefe.

Judith se aferró a mi cintura. Abrazándome. Podía notar su pulso acelerado.

-Es para hoy -volvió a decir el calvo-. O si queréis os llevamos a los dos a rastras y que os torturen a los dos. No sabemos quién cojones de los dos es el puto ángel caído y que lleva el Puñal de la Inmunidad.

Me di la vuelta y miré a Judith. Se le resbalaban por sus mejillas lágrimas y no pude contenerme a secarselas. Le di un beso en la frente y le susurré al oído:

-No impidas nada, por favor, todo saldrá bien.

Me giré de nuevo a los hombres y me dirigí a ellos. Para que estos dieran a entender que yo era el ángel.

-Luke -dijo Judith mientras se dejaba caer de rodillas al suelo, entre lágrimas-. No me dejes -volvió a decir dejando ver sus colmillos. Parecía indefensa.

-Pobre vampirita -dijo el segundo hombre hacercándose a ella. Levantó una pierna para pegarle una patada y yo me puse al acecho para defenderla, pero paró en seco antes de dársela-. Es una tontería dársela, no siente dolor -rió-. Bueno, ahora sí -dijo lanzándome una mirada cínica.

Not About AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora