Capítulo 14

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Luke metió la maleta en el maletero del coche mientras yo me sentaba en el asiento del copiloto y él seguidamente en el del conductor.

-¿Qué tal? -me preguntó.

-Bien, supongo.

-Yo también -dijo él al cabo de unos minutos en silencio.

Quería mantenerme distante con él. No podía volver a hacerme ilusiones con Luke. Aunque él me dijo que le diese una oportunidad. No iba a dársela, después de que se había acostado con otras chicas, no se lo iba a perdonar.

Cuando pasó un cuarto de hora empecé a notar a Luke un poco mustio. Le miré clavándole mis ojos. ¿Acaso se encuentraba mal? Porque tenía la cara de como si algo le hubiese sentado mal. El brillo de su piel blanca desapareció y quedó en un blanco opaco.

-¿Te encuentras bien? -le pregunté despreocupada.

-No -la rapidez con la que me contestó me causó un poquito de preocupación-. No he bebido sangre desde hace unos días, y cuando un vampiro no bebe sangre sus fuerzas disminuyen.

-¿Y morís? -dije con una sonrisa un tanto cínica.

-Eso querrías tú -dijo apartando por unos instantes su mirada de la carretera para dirgírmela a mí-. No morimos, pero nos debilitados mucho.

***

No volvimos a dirigirnos la palabra en todo el camino a Roma. Llegamos al aeropuerto y yo solo le seguía a donde él fuese. Nos subimos al avión y pude ver la mala cara que tenía. Se le notaba enfermo, muy débil, daba la sensación de que cuando lo tocase se rompería en mil pedazos.

Más de una vez intenté entablar una conversación con él, pero entonces este hacía un gesto con las manos para que parase y me decía: "Déjame guardar energía."

***

Llegamos a Roma nos montamos en un taxi. Intenté entablar conversación otra vez, pero no hubo resultado. Hizo lo mismo. ¿Tan mal se encontraba?

-¿Haremos un poco de turismo? -le pregunté, clavándole mis ojos castaños para que me respondiera con palabras.

-No -no lo dijo de manera fría y cortante. Se sentía débil y parecía haberle costado sacar de su boca esa palabrita.

Empecé a jugar con mis manos mientras el taxista nos llevaba al hotel. Estaba ansiosa por llegar y verlo. Tenía que ser perfecto. Pero Luke se encontraba tan mal, que me dolía el alma al verle así. Quería ayudarlo pero no sabía cómo.

-Llegaron -dijo aparcando el coche en la puerta del hotel el taxista.

Luke le dio dinero y salió del taxi sin decir ni una palabra. Abrió el maletero y sacó su maleta y la mía. Se encaminó al hotel y yo lo seguí. Parecía débil, pero podía llevar maletas.

Entramos al hotel. Era precioso. Parecía muy antiguo. De alta clase. Debería de tener como cinco estrellas. Habían muchas cosas doradas, y me preguntaba si todas esas cosas eran de oro. Fuimos a recepción.

-Tengo una habitación reservada por Luke Hemmings -dijo Luke dificultósamente.

-¿Se encuentra bien, joven? -dijo el recepcionista de unos 50 años.

-Sí, es solo el cansancio -dijo Luke intentando quitarle importancia.

-Tome -dijo dándole una tarjeta a Luke- es la 108.

-Gracias -intervine al ver que Luke no podía hablar más.

-Las maletas se las subimos nosotros, si queréis.

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