Capítulo 27

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Me era imposible decidirme. Podía que el auténtico fuera el que no olía a marihuana, pero el otro había entrado en la casa antes.

-Luke es ese -dije señalando al que estaba de pie.

Ambición sonrió e hizo un gesto con las manos. Desapareció dejando una pequeña humareda que se disipó en pocos segundo, ya no había nadie. Sólo estábamos Luke y yo, o el supuesto Luke.

-¿Cómo sabías que era yo? -me preguntó viniendo hacia mí con una sonrisa perseverante.

-No lo sé.

En realidad no estaba segura de que él fuese Luke, aunque puede que lo fuera, y si no lo era... ¡Luke! ¿Qué le harían? Tenía el corazón en la garganta, notaba calor por todo mi cuerpo.

-La oscuridad es como la luz, y el dolor se siente como el placer... -No llegué a terminar, quería que lo continuase.

-... cuando estoy a tu lado.

No. Mierda. Joder. ¡Luke! ¡¿QUÉ HABÍA HECHO!?

El pánico me recorrió todo el cuerpo corrí hacia la ventana más cercana para asomarme y ver si Luke se encontraba en la calle, no estaba, solo había gente andando por la acera y coches circulando por la carretera.

Miré al falso Luke y ya no estaba, en su lugar había un chico moreno de ojos rojos.

-¿Muerte? -le pregunté.

-Él mismo -contestó.

Bajé la mirada aguantando las lágrimas, había fallado, pero, ¿por qué el Luke auténtico olía a marihuana? ¿Era un truco para confundirme, verdad?

-Por las buenas, ¿me das el puñal?

-No -dije al instante.

-No seas tonta, eres inmortal, ¿para qué lo quieres?

-No lo sé.

-Pues dámelo. -Insistió.

-No -negué.

-Los ángeles caídos sois muy cabezones. Pero yo sé cómo tratarlos -sonrió.

Se remangó las magas de la camiseta negra que llevaba, no aparentaba más de 25 años, se le vía un chico joven aunque tuviese miles o quizás millones de años. Me quité el jersey blanco y lo tiré al suelo. Desplegué mis alas.

-Ahora vas a saber qué es sentir dolor -rió.

Vino hacia mí con los puños cerrados intentó estampármelos en la cara pero los esquive rápidamente, me cogió sin previo aviso de las falanges de mi ala derecha y me lanzó contra el mueble del comedor. Dolía mucho, intenté mover el ala pero me dolía a rabiar, gemí de dolor.

-¿Sigues sin querer darme el puñal?

-¿Para qué lo quieres?

-Para darle fin a mi padre -respondió orgulloso.

-¿Quieres reinar el infierno con Ambición?

-Sí.

-Lástima -dije poniéndome de pie con una mueca de dolor-, lástima, que él sea el que lo gobierne, porque si no te has dado cuenta él es el jefe, no tú. ¿Quién compartiría su reinado contigo? Nadie.

Reí y lo miré a los ojos. Lo que le había dicho le había molestado y jodido a la vez. Vino hacia mí y sin dudarlo hice que mis alas empezaran a arder, haciendo que el dolor del ala derecha se disipara en segundos. Muerte al ver mis alas impregnadas en llamas azuladas paró en seco.

-¿Los príncipes del infierno sentís el dolor? -pregunté con una sonrisa cínica.

-No -respondió seco-. Se supone que los ángeles caídos no tenéis la habilidad de hacer magia o controlar los elementos.

Not About AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora