Hyunjin miró el decimoséptimo diseño de tortuga que presentaba la misma hoja arrugada y sintió que su ceño caía lentamente hasta sus ojos, llevando la punta del lápiz a su boca y aguantando las ganas de llorar por no poder hacer un mísero animal. Lanzó su cuello hacia atrás. Las horas libres de literatura por la falta del profesor luego de descubrir de malas formas su sexualidad, se estaban volviendo una tortura si solo se dedicaba a dibujar tortugas.
—He visto tantas tortugas con tantos diseños que ya no sé cómo es la verdadera —se burló Jisung, sonriendo de lado y repartiendo las cartas entre él y Felix.
Hyunjin relamió sus labios, y miró aún con el lápiz en su boca, el último diseño dónde la tortuga ya no era un simple animal incoloro, sino que además tenía más garabatos en su caparazón que un cuadro de Picasso.
—¡Hiciste trampa! —Felix parecía molesto, moviendo sus piernas de arriba a abajo con un brillo en sus ojos.
—No es cierto —respondió sin preocupación Jisung, pero la cara de Felix fue un poema total de decepción e indignación.
—Te ví hacerlo. Te guardaste una carta.
—Jamás haría algo así.
—Estas jugando sucio, Han.
—Felix, eres peor mentiroso que un santo. Ya deja de mentir y juega —Jisung sonrió al ver el puchero del pecoso, claramente decepcionado de no poder ganarle a causa de su poca habilidad en el ámbito de la estrategia.
—Detesto jugar contigo, mentiroso.
Hyunjin arrugó el papel y lo dejó justo al lado de los otros dos papeles repletos de tortugas. Había creado una sociedad de tortugas sin darse cuenta, con más de diez personalidades distintas. Incluso había una tortuga que jugaba a las cartas, inspiración proveniente de los dos chicos que no dejaban de jugar a su lado incluso si Jisung tenía tantos puntos que necesitaron usar otra hoja. Felix parecía decidido a ganarle de manera limpia, mientras que Jisung no pensaba tanto así.
El recreo fusionado con la hora libre acabó justo cuando Hyunjin volvía a tomar otra hoja para el siguiente diseño. Aprovechó el sonido del timbre para colocar el lápiz en su oreja y guardar sus cosas. Quizá el destino ya estaba cansado de tortugas y dijo: "suficiente, suelta eso", y por eso sonó el timbre. Quizá en el fondo el muy descarado le tenía cariño.
Claro, Hyunjin creía en el destino cuando quería.—¿Que tienes ahora? —Jisung le miró de reojo, guardando las cartas.
—Tengo...—Hyunjin revisó su horario. Sus ojos se blanquearon inconscientemente— Artes Plásticas. Genial, más dibujos.
El destino era un descarado, si, pero no le tenía cariño. Se odiaban mutuamente, eso sí estaba claro.
Hyunjin se dirigió y entró al aula correspondiente colocando su bolso en su asiento y mirando el lienzo en blanco que tenía al frente con un pedazo de tela colgando. Oyó el sonido de unos pasos y luego alcanzó a ver una cabellera gris clara moverse al frente suyo. Alzó un poco su cuello, el chico nuevo con nombre a legumbre estaba allí, pero no pudo ver mucho más que su cabello; el lienzo le tapaba la cara.
La profesora no tardó en entrar al salón, su cabello ondulado y con mucho volumen le dio un eco de presencia muy llamativo. Se paró en medio de la habitación, aplaudiendo para llamar la atención. Hyunjin no iba a mentir, adoraba el arte en cerámica, pero no era muy bueno con pinceles.
—¡Bienvenidos alumnos! Como todos ya deben de haberse dado cuenta, en frente de ustedes hay un lienzo vacío y una tela colgando —anunció la profesora—. Van a tomar la tela y se la colocarán en los ojos. Hoy trabajaremos con la imaginación, no con la vista.
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El cielo es azul - [Hyunho] [✓]
FanfictionEn un mundo donde el destino ha hecho un pacto injusto con la biología humana, toda persona en la tierra será incapaz de ver la gama de colores completa hasta que tenga el placer de conocer a su alma gemela y generar algún lazo con ella. Hyunjin, co...