VIII

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No había sido tan malo enfrentar a Minho después de todo, pensó Hyunjin, sabiendo que ahora su guardia había bajado unos centímetros ante el mayor, pero eso no le quitaba el odio al destino que generó con los años. Una cosa no lleva a la otra, aún se negaba a vivir al lado de un chico cuando él estaba seguro de amar a Maeve. ¿Amar? ¿Querer? Da igual, ¿No?

Sus pies se movían de adelante hacia atrás por la altura que separaba su cuerpo del suelo, sentado justo en el cantero de uno de los árboles de la escuela. Mientras el viento le daba directo en la cara y sus manos sostenían su cuerpo detrás de su espalda, a lo lejos se escucharon unas voces y todas sus alertas se encendieron.

Jisung parecía estar regañando a uno de los miembros del equipo, el chico solo asentía en respuesta y secaba el sudor de su cuello con una toalla. Por detrás, el resto del equipo soltaba carcajadas y se golpeaban en señal de victoria, una señal que siempre le había costado entender a Hyunjin.

¿Lo hiciste bien? Toma, golpe.

Hyunjin visualizó a Minho al final, con una botella de agua en sus manos y una toalla en su cuello. Sus ojos estaban puestos en la botella y parecía concentrado mirando el recipiente. Más bien, parecía estar luchando por poner la tapa en su lugar.

Jisung les indicó a cada uno que no se perdieran el entrenamiento de la próxima semana y luego se dirigió al mayor, sentado en el mismo cantero hacia mínimo diez minutos.

—¿Puedes creerlo? Primer partido y los mandamos a sus casas tres a cero. ¿Qué se siente ser amigo de un increíble capitán? —se halagó Jisung, sentándose al lado de Hyunjin y dibujando una sincera sonrisa en sus labios.

—¿No te cansas de amarte? —se burló Hyunjin, desviando la mirada del sudoroso capitán del equipo al chico que aún luchaba con la botella en sus manos.

—Es un oficio, lo aprendes a la larga. Quizá tu también deberías comenzar a implementarlo, ayuda mucho —Jisung también había notado la batalla del chico legumbre con ese pedazo de plástico, así que se limitó a sonreír con el ceño fruncido—. ¿Lee? ¿No te enseñaron en primaria a cerrar las botellas? Solo tienes que girarla.

Minho alzó la vista, sus mejillas estaban un poco más gris de lo normal. Hyunjin se preguntó si aquellos textos románticos que mencionan sonrojos llamativos de un tal color rojo eran realmente bonitos, pues ahora solo las mejillas del mayor eran un poco más gris del gris normal. ¿Rojo? ¿Que más será rojo en la vida?

—Estoy cansado, es todo —Minho sonrió, como si esa hilera de dientes calmara toda marea llena de banderas rojas.

—Ven, dame un poco —Jisung le hizo una seña y mientras Minho le daba la botella, Hyunjin hizo un pequeño contacto visual con él, volviendo a sentir la necesidad de quedarse en esos ojos por un largo tiempo.

Era una sensación agradable para la mayoría de la población, pero para Hyunjin era la mismísima ruina con pase VIP.

Jeongin y Felix también salieron entre risas por detrás, el público le gritó un par de cosas a los jugadores y una que otra chica se acercó a halagar a los ganadores. El equipo contrario se llevó una burla sonora y por último, la parte delantera del colegio un sábado anocheciendo, quedó casi vacía.

—Asi qué... ¿Minho? —Jeongin se acercó al mayor con esos típicos ojos carismáticos que solo buscaban un poco de información para luego compartirla con el pecoso en los recreos del colegio.

—Ese es mi nombre —afirmó con una sonrisa.

—Todos hablan de ti. El chico becado que juega increíble; hasta atractivo se podría decir. ¿Que tal el comienzo en la nueva escuela?

El cielo es azul - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora