XIX

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El sol de la tarde aún presente dejaba un rastro cálido en las pieles de ambos chicos. Minho no había soltado la mano de Hyunjin y el menor no hizo mucho esfuerzo por quitarla, al fin y al cabo, tenía todavía la preocupación del incidente de las escaleras en su garganta. No podía dejarlo solo, temía que volviera a tropezar.

De hecho, ya que pensar es un don en exceso para el menor, sus pensamientos mientras Minho hablaba en el camino solo eran: "No debiste traerlo aquí", "¿Y si lo pierdes de vista?", "Imagina que se cae en las vías del tren, Hyunjin. ¿Qué harías entonces?", "¿Es egoísta querer confirmar tus sentimientos poniendo en peligro al otro? Por supuesto que lo es. ¿En qué estabas pensando?", "Vamos a volver a casa ahora mismo."

Pero mientras su cabeza hacia una conferencia de pensamientos malignos para su estabilidad mental, Minho sonreía en cada puesto que pasaban, en cada familia que hablaba en algún parque, en el sol brillando en el cielo y en el movimiento que hacían los árboles por el susurro del viento. Minho veía el mundo como si fuera a perderlo en cualquier momento, y el menor sentía que su corazón se estaba ahogando en pena y culpa. Quizá esa fue la razón de porqué tomó con más fuerza la mano de Minho sin darse cuenta.

El mayor se dio la vuelta con una suave sonrisa de labios cerrados.

—No voy a irme a ningún lado. No hace falta que asfixies mi mano —soltó con burla, pero Hyunjin solo podía leer un cartel de madera que había en el camino de tierra.

—Ahí está —susurró el menor, sonriendo en respuesta. Minho se dio la vuelta confundido, pero no veía nada interesante.

—¿El qué? ¿El final del arcoíris? —Minho continuó con sus bromas, pero Hyunjin poca atención le puso, aferrando el agarre y tirando de la mano del mayor directo al cartel, casi corriendo en su andar—. ¿Correr es necesario? ¿Ahora los arcoíris se mueven? No creo que se escape, ¿sabes?

—¿Siempre hablas tanto? —se quejó el menor, decorando sus labios con una sonrisa en cuanto llegaron al frente del cartel.

Hyunjin señaló el cartel, Minho entornó los ojos para leerlo.

—¿"Río de tortugas"? —La sonrisa que se dibujó en sus labios terminó por hacer sonreír también a Hyunjin—. ¿De verdad, Hwang? ¿Querías traerme a ver tortugas?

—Dijiste que querías hacer una en la arcilla y sinceramente, siento que buscar imágenes de referencia en internet no tiene sentido.

—¿Así que me traes aquí para verlas personalmente? —Minho se cruzó de brazos con burla. Hyunjin convirtió su sonrisa en una mueca.

—¿Es aburrido? ¿Está mal?

Minho notó en los ojos del menor miles de pensamientos que atacarían prontamente su cabeza. Sonrió en respuesta, acercando su mano hasta la cabeza del menor y revolviendo su cabello como si fuera un niño pequeño.

—Es lo más romántico que alguien pudo invitarme a hacer jamás —soltó el mayor con el mismo tono de siempre, volviendo a meter sus manos en los bolsillos y caminando por el sendero que abría paso al río en cuestión.

—No buscaba que fuera romántico. —Hyunjin, siguiéndolo por detrás, frunció el ceño.

—Oh, mejor aún. Eres romántico sin siquiera notarlo. —Minho llevó sus manos a su pecho, fingiendo dolor en esa zona.

—Minho, no es una cita —reprochó el menor, rodando los ojos.

—Si, si. Lo que digas.

Hyunjin se resignó, desviando su vista a los calcetines rojos del mayor y sonriendo sin darse cuenta. Ahora no tenía miedo de mirar los ojos de Minho, pues sus miradas se limitaban a escalofríos en su piel y aceleraciones en su palpitar. Además, descubrir un color no era el fin del mundo en estos momentos, Hyunjin estaba aceptando lo que le pusieron al frente, pero tenía la necesidad de hacerlo rápidamente ahora que el secreto del mayor ya no estaba tan oculto como pensaba.

El cielo es azul - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora