XII

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Los brazos de Hyunjin se cruzaron hasta envolver su pecho y su cabeza se ladeó hacia la izquierda mientras sus ojos iban y venían por cada pieza de arcilla que decoraba la mesa del club de cerámica. Había de todo tipo, desde tazones simples hasta un hermoso jarrón o incluso un marco de espejo. Había muchas piezas hermosas y luego estaba ese pedazo amorfo de arcilla que no podía dejar de analizar y preguntarse que hacía en esa mesa y no estaba en la basura.

Minho, a su lado, se veía como una mamá orgullosa. Sus manos en su cintura y su barbilla en alto, le daban la perfecta pizca de orgullo que le faltaba para definitivamente creer que su pieza era la mejor. El profesor también miraba la mesa, pero un ceño fruncido también pintaba su frente sin cautela.

—Minho, ¿puedo preguntar qué es tu pieza sin ánimos de ofenderte? —soltó el mayor, tratando de buscarle una forma coherente a eso.

—Para nada, me alegro que se interese por mi pieza. Es una taza, por supuesto. —Minho se encogió de hombros con una sonrisa alegre. Hyunjin le miró con diversión.

—Maní, tu taza tiene un agujero en la parte de abajo —advirtió el menor. El resto de los alumnos soltaron una risita.

—¿Cómo pudiste ver eso? —se quejó, acercándose a la taza y tomándola en sus manos. El agujero si estaba ahí y Hyunjin tuvo que reprimir una risa.

—Costumbre —atacó su profesor, alejándose de la mesa—. ¿Quieres saber la cantidad de tazas con agujeros que hizo él?

Hyunjin borró la sonrisa, Minho la lució por él.

—¿Decías? —se burló el mayor, rodeando su taza con sus brazos como si fuera un objeto preciado.

Hyunjin rodó los ojos y se fue directo a su zona de trabajo. Se sentó en su asiento, justo al lado de la ventana, y se preparó para la clase. Para la obra de fin de año tenía planeado dar un salto a retractar el rostro de un humano en la arcilla, pero si realmente no sabía hacer tortugas, lo más probable es que ese rostro no fuera del todo humano cuando lo intentara. Frunció el ceño, tomando la arcilla con cierta fuerza y dejándola en la mesa para amasarla con sus propias manos.

Pasó alrededor de diez minutos simplemente pensando en la feria de mitad de año; la presentación debía ser excelente luego de años metido en el mismo club. Sus manos, mientras tanto, iban y venían en la arcilla. Incluso se permitió alzar la vista para ver más allá de su cabello como Minho luchaba por tapar ese agujero de la taza incluso si ésta quedaba más deforme que antes.

Volvió la vista a sus manos. Tenía que lograr la tortuga sin distracciones. Incluso se colocó los auriculares y se concentró por completo en aquel pedazo de arcilla. Sus manos se deslizaron como si conocieran el trazo, utilizó un poco de agua para moldearla mejor, relajó las yemas de sus dedos en los lugares oportunos y aplicó fuerza cuando fue necesario. Se ayudó con un palillo para los detalles y separó cada parte como si fuera un rompecabezas que armar más tarde. Tardó alrededor de una hora en formar la tortuga de apenas el tamaño de su mano. El resultado terminó por satisfacerlo; la sonrisa en su rostro fue el premio.

—¿Eso es lo que creo que es? —El profesor de Hyunjin sonó por encima de la voz de Cavetown, obligando al menor a sacarse el auricular—. Hyunjin, te salió increíble. Mejoraste un montón, si te lo propones, para la presentación de mitad de año quizá puedas tener una colección completa solo tuya.

Hyunjin sonrió en respuesta, luego bajó la vista a la tortuga y se sintió bien con aquello. Relamió sus labios antes de volver a alzar la vista. Sus ojos buscaban los de Minho, y ahí estaban, puestos exclusivamente en él desde el otro lado de la habitación. Tenía los antebrazos apoyados en sus piernas y sus manos llenas de arcilla, incluso en su rostro había restos de la misma. Una media sonrisa decoraba sus labios y su cabello caía desprolijo en su frente, incluso si Hyunjin le había dicho que lo sujetara.

El cielo es azul - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora