Capitulo 25

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"Recuerdos"

Me encontraba en la sala de urgencias mientras terminaban de curar a Nate. Nick y Finn se habían ido cuando les dije que me quedaría con Nate.

Me pongo a pensar en lo que dijo Niccolo ¿Le has dicho la verdad Myers? Una y otra vez mientras veo la pared blanca de la sala de espera. Mi móvil se ha quedado sin batería así que no podía mandarle mensajes a Alice ni a Finn.

Al cabo de unos minutos Nate sale de la habitación con su muñeca vendada y su labio ya curado. Habla con la enfermera que lo atendió para los próximos curados y ambos salimos del hospital.

Él se mete en el asiento de copiloto de mi auto y yo enciendo el motor para llevarlo a su casa y que pueda descansar. En todo el camino ninguno de los dos dice nada y todo es un completo silencio hasta que aparco al frente de su casa.

— Quédate conmigo rubia —me pide Nate mirándome.

La verdad era que lo único que me apetecía en estos momentos era tirarme en mi cama con un pote de helado y mirar películas cursis de amor para llorar para luego leer una de mis novelas.

>> — Quédate solo esta noche —me vuelve a pedir— no me gusta que estemos enfadados entre sí.

— No estoy enfadada —le digo sin mirarlo.

— Solo es por si acaso te arrepientes—vuelve a insistir—. Mañana hablaremos con tus padres y no te regañaran.

Y en realidad mi madre ya sabía de Nate por culpa del metiche de Marcus pero el que no lo tenía muy claro era mi padre.

— Esta bien solo esta noche —le afirmo y él sonríe—. Pero mañana debes hacerme un rico desayuno y eso será tu pago por hacerme enfadar.

Ambos nos bajamos de mi auto para entrar a su casa. Llamo a mis padres y me dejaron quedarme aquí con la condición de que mañana lleve a Nate a casa a cenar con toda mi familia por el cumpleaños de mi padre.

Subimos a la habitación de Nate y cuando entramos huelo el aroma de él por toda la habitación. En ella tenía poster de antiguas carreras de autos y algún que otro cd en una estantería.

Las paredes estaban pintadas de negro haciendo que luzca totalmente oscura pero genial. En su armario tenía sus clásicas remeras negras, grises y azules.

— Me daré una ducha —me dice volviéndome a la realidad—. Puedes tomar una de mis camisetas con un short para poder dormir.

El sale de la habitación dejándome sola para ir al cuarto de baño y yo aprovecho para tomar una de sus playeras negras y un short de su estantería. Como me dio frio decido también tomar una sudadera de un equipo de futbol americano y colocármela.

Mi cabello estaba totalmente despeinado así que decido agarrármelo en un moño despeinado para poder controlármelo. Veo en su escritorio una pila de papeles donde figuraban varias cartas de ingreso a varias de las universidades donde Nate podía asistir.

— Aun no me decido por cual —dice repentinamente su voz haciendo que deje los papeles sobre la mesa—. Tal vez solo seguiré mi sueño.

— ¿Correr como desquiciado y meterse en peleas ilegales? —le pregunto y él se tensa.

— Astrid tú no sabes nada de ese mundo —me responde fríamente­—. Y para tu pregunta tal vez dentro de un año ya no son más ilegales ya que una liga me pidió un contrato para firmar con ellos.

— ¡Eso es genial Nate! —lo felicito sabiendo que lo que más le gusta son las carreras.

— Te ves hermosa con mi ropa —me halaga cambiando de tema rotundamente.

Malas decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora