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Asgard, el hogar de los dioses, aquel sitio que yo llamo hogar. Mi familia no forma parte de la "gente importante" de este extraño lugar, pero al menos no somos simples midgardianos.

A veces me gusta colarme en los jardines reales y tumbarme entre los arbustos a observar los hijos de Odín ser entrenados en diferentes ámbitos, era gracioso ver cómo el pelinegro confundía a su hermano con ilusiones de él mismo. Un día decidí irme más tarde que de normal, suponía que no tendría ninguna consecuencia ya que los hijos de Odín acabarían cansados de tanto entrenar y no depararían en mi presencia escondida, pero me equivocaba.

—Saludos asgardiana, ¿puedo preguntar a qué se deben tus ya varias intromisiones en nuestras enseñanzas?

Giré la cabeza para encontrarme al pelinegro agachado frente a mi, quedándome impresionada ante sus profundos ojos verdes.

—Yo...

—¿Por qué no tienes clases como nosotros?

—Mis padres no quieren que estudie, prefieren que siga los pasos de mi familia como soldado...

—Comprendo, me resulta curioso ver a una asgardiana que no quiere seguir el legado de su familia.

—Bueno, prefiero ser independiente y forjar mi propio futuro, creo que es lo que merezco. Soy Astridr Gerdsdóttir por cierto, pero prefiero que me llamen Atti.

—Loki Odinson. Si me disculpa señorita Gerdsdóttir, tengo que volver a mis asuntos.

Y en un abrir y cerrar de ojos desapareció de mi vista. Me resultó gracioso verlo descalzo, con la ropa rasgada y uno de los cuernos de su corona roto, seguramente debido a alguna pelea con su hermano.

Lentamente me alejé de allí volviendo a mi hogar, suelo practicar las lecciones que ellos reciben. De momento solo he aprendido un par de cosas, como a mover sin tocar cosas pequeñas y distancias cortas y poco a poco voy leyendo mentes, aunque actualmente solo escucho palabras sueltas.

Mis padres no suelen estar en casa. Gerd, mi padre, ayuda a afilar y poner a punto las armas del ejército, mientras que mi madre, Gunilda, prepara a novatos para las exigentes pruebas de acceso que por suerte no tengo la edad suficiente para entrar. Para entretenerme suelo andar por los bosques que rodean la ciudad o quedar con algún aspirante a soldado, aunque suelen acabar desagradándome porque buscan en mí favores de mi madre.

(...)

Han pasado varios días desde que el hijo de Odín me descubrió cotilleando sus clases privadas, y no he tenido el valor de volver por miedo a las consecuencias. Esta vez fue un encuentro leve, pero si me llegase a descubrir uno de sus protectores creo que no saldría como si nada hubiese pasado. Hay que admitir que echaba de menos aprender observando a los apuestos hijos de Odín, pero los errores se pagan caro.

Mientras daba vueltas a todo en mis pensamientos sin prestar atención alrededor, un caballo frenó en seco interponiéndose en mi camino.

—¡Que te pasa! Mira por donde vas -dije casi sin fijarme en el jinete misterioso.

—No esperaba encontrarme con nadie en medio de la nada -al alzar la mirada coincidí con esos ojos verdes que solo podían ser de una persona-. ¿Qué haces tan lejos de la ciudad?

—Creo que no es de su interés, Loki.

—Entonces me veré obligado a averiguarlo por mi cuenta -pasaron dos segundos antes de que el pelinegro volviese a hablar-. A si que echas de menos espiarnos, interesante.

—¿Cómo has...?

—Poderes que una simple futura soldado nunca podrá desarrollar.

Me concentré en mirarle los ojos, que ahora eran más pupila que iris, supongo que por la escasa luz que había, ya que estaba anocheciendo. Hubo más de un minuto de silencio antes de que ninguno de los dos hablase mientras intentaba usar la misma técnica que él había usado contra mí.

—A si que simple futura soldado... -entrecerré los ojos-. ¡Pero que sorpresa! ¿Piensas que mi belleza es inusual?

—¿Que? Yo nunca pensaría eso de ti, simple soldado...

—Tu mente no dice eso, y tampoco tus actos, aún no te has ido.

—Me has dejado impresionado Astridr...

—Espera, ¿te acuerdas de mi nombre?

Y tal como llegó, se fue. El aura de misterio que le rodea me atrae, pero esa misma aura es lo que me aleja de él, nunca sabrás cómo puede llegar a reaccionar.

(...)

Ha pasado casi un año ya desde el encuentro con Loki en el bosque, aquel encuentro cambió mi vida radicalmente y no sabría decir si a mejor.

Tras dos días pensando en ese día me llegó una carta de parte del propio Odín que requería de mi presencia a recomendación de su hijo Loki, lo cual hizo que fuese el orgullo de mi familia. El mismísimo Odín me recibió en audiencia, dictaminando lo que podría ser el resto de mi vida. Haciendo un resumen muy básico: me ofreció vivir bajo su techo con la condición de que acudiese a clase con sus hijos, obviamente con algún objetivo que de momento no he llegado a averiguar. ¿Que qué opinaron mis padres? Aceptaron encantados aún sabiendo que no les iba a ver por un largo período de tiempo, pero no iban a negarse a tal proposición, ellos mismos hubiesen matado por estar en mi lugar a mi edad.

Respecto a mi vida personal, resultó que desarrollé una gran amistad con Thor, el hermano rubio, pudiéndose decir que es como un hermano para mi. ¿Y Loki? Bueno, desde que llegué solo me ha despreciado, aún sabiendo los progresos que he realizado. Ahora mis poderes son magníficos, unas llamas rojas intensas brotan de mis manos (controlo el fuego), leo la mente fluidamente, mi mente es como una gran esponja que retiene toda la información que llega a ella, y de momento esos son todos los que he desarrollado (que no son pocos).

Mi vida se había convertido en una rutina aburrida: me despierto con el primer rayo de sol, me visto con las prendas que nuestro entrenador y protector me manda llevar por mi "comodidad", bajaba al gran salón a desayunar junto a la familia real y sus más cercanos seguidores, estudio en la gran biblioteca con Loki, practico lucha con Thor en el jardín, volvemos a comer, vuelvo a la biblioteca a elegir un nuevo libro para leer, doy vueltas al palacio coqueteando con algún soldado atractivo, vuelvo a mi cuarto a ducharme y ponerme ropa más cómoda, cenamos, mantengo una conversación con Thor paseando por los pasillos bajo la despectiva mirada de Loki, vuelvo a mi cuarto y me quedo dormida leyendo en mi cama.

Pero hoy quise que fuese diferente, a si que en lugar de seguir hablando con Thor después de cenar me acerqué a Loki, el cual leía mi libro midgardiano favorito sentado bajo un manzano.

—"¡Tan dulce reposo y sosiego alcance tu corazón como el que alienta dentro de mi pecho!"

—¿Que?

—Romeo y Julieta -señalé el libro que sostenía-, lo que lees, acto dos. Es mi libro favorito.

—Oh, ya veo -hubo silencio durante unos instantes-. "¿Quieres dejarme así, tan poco satisfecho?" -sonreí.

—"¿Qué satisfacción puedes lograr esta noche?"

—"El cambio con el mío de tu fiel juramento de amor."

—"Te lo entregué antes de tú pedírmelo, y aún quisiera dártelo de nuevo."

—Bravo, admito que me has sorprendido, pensaba que era el único en este palacio que tenía algo de buen gusto.

—Te sorprendería más si te parases a conocerme en vez de directamente poner cara de asco cada vez que me ves.

Loki bufó y se volvió a concentrar en el libro.

—¿Por qué no vas con mi hermano a jugar con el martillito y me dejas en paz? -resoplé.

—Tu mismo, si quieres hablar con alguien ya sabes dónde está mi cuarto.

Me levanté saliendo de allí con la cabeza bien alta, esperando que por un casual Loki decidiese seguirme y seguir compartiendo gustos, pero no fue así. A si que volví otra vez a la misma rutina de siempre...

Princess of Asgard (Fanfic de Loki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora