Capítulo XLIII

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*Adrien*
¿Esto es lo que se siente? Como si te arrancan un pedazo importante de ti para quedarte con la zozobra de no saber si lo recuperarás.
Hoy rodarán las cabezas.
Cuando Emma cae inerte sobre el frío piso del Tituba algo se remueve en mí; algo solamente comparable con el desenfrenado frenesí  causado por la necesidad primitiva de alimentarse a costa de cualquier ser que proyecte sombra.
El gruñido gutural que sale de mi garganta llama la atención de los demonios frente a mí y me abalanzo contra ellos. Más rápido y más letal que antes, desesperado y sediento de sangre y de venganza y no soy el único pues Raela y Manelik emprenden también una cacofonía de encantos en lenguajes antiguos logrando aislar toda influencia de Lilith y Drácula sobre mí.
Veo como el cuerpo de Emma es atraído a los brazos de Raela mientras golpeó con toda mi fuerza el cuerpo de Lilith, desestabilizándola a tal punto de hacerla golpear la pared cercana a ella.
— Ya está hecho.
Se levanta la pelirroja escupiendo sangre con gesto victorioso, pero con aspecto demacrado; su piel luce más pálida de lo usual  y se tambalea un poco volviendo a caer de rodillas.
¿Puede ser posible?
Recibo un golpe en mi costado dislocando mi hombro y me giro reprimiendo un gruñido para ver al maldito ser que se proclamó rey de los vampiros y sin esperar a que mis huesos se acomoden me abalanzo a él logrando partir sus brazos con facilidad.
Honestamente me desconozco.
Mi vista se tiñe de negro mientras me muevo tan rápido cómo puedo tomando toda oportunidad posible para vengar a mi dulce Emma que ha perdido la vida llevándose consigo la poca cantidad de humanidad que tenía.
— Este es el Conde del qué tanto he escuchado – se burla Vlad dejando detrás su aspecto fornido para revelar a un hombre delgado, pero atlético, con cabello largo algo de barba y nariz fileña.
<<Traidor>>
Las palabras de Emma resuenan en mi mente y mis pies tambalearon; lo reconozco de inmediato y la confusión mezclada con la ira hacen estragos en mi interior.
— Nazareno.
La voz de Vargo se alza por la estancia atrayendo la atención de todos.
Maldigo en silencio, pues mis sospechas resultaron ser ciertas.
Me aparto de sopetón quedando de lado de Vargo mirando fijamente a Lilith quién batalla una pelear interna  para ponerse en pie. Finalmente la sangre de Emma ha tenido efecto, pero contrario a lo que siempre esperé no me siento satisfecho, todo lo contrario siento pena por ella y dolor por mi amada.
— Pensaste que no te descifraría —Continua Vargo completamente ajeno a la moribunda Lilith.— ¿Qué hace el mesías de la mano de una escoria como Lilith?
Siento el inconfundible aroma de los alquimistas y brujos del gobierno detrás de nosotros y me permito sonreír ladino. Los refuerzos han llegado.
— He Sido llamado por muchos nombres querido Vargo –declara Vlad acomodando sus huesos— Vlad, Drácula —bufa— Iesus, mesías, nazareno… Jesús. Siempre es lo mismo.
Trago pesado sin permitirme bajar la guardia pues el maldito crío del creador ha decidido jugar a los disfraces a través de tiempo logrando pasar desapercibido incluso ante los ojos más experimentados.
Emma lo supo de alguna manera.
Oh Emma.
Llevo la mirada una vez más a Lilith que ha logrado quedar en pie luego de vomitar mucho líquido oscuro y estudio sus movimientos. ¿Por qué no muere?
Mientras Vargo y sus colegas rodean a Jesús aprovecho para acercarme a Manelik y Raela lanzando una mirada de soslayo a Emma, pero pronto me doy cuenta que ha sido un error; sus labios de encuentran morados y su piel pálida muestran pequeñas líneas azuladas por todos lados, el rubor natural de sus mejillas se ha ido para dejar en su lugar un blanco espectral que remueve mis entrañas.
— ¿Ese era tu plan? —La voz de Lilith hace eco en mi cabeza regresándome a la realidad.— La dulce Eva me ha envenenado con su sangre. Quema dentro de mis entrañas cariño.
Suficiente de esta mierda.
Sacudo mi cabeza acercándome dispuesto a acabar con este circo de una vez por todas. Acercándome a la pelirroja la tomo por el cuello haciendo que los brujos retengan a Iesus y me den la vía libre para hacer lo que me plazca.
Y si quiero hacer demasiadas cosas.
Aprieto mi agarre dejando a la vista mis colmillos.
— Me has arrebatado todo lo que alguna vez me importó. Disfrutaré tu muerte y bailaré sobre tu cadáver. —Me acerco plantando un beso seco en sus labios— Emma se ha ido y tú junto con ella —Aprieto más su cuello hasta escuchar como poco a poco empieza a crujir debajo de mí. Lilith lleva sus manos a las mías para intentar separarlas en vano.
>> — Creaste sin saberlo aquella noche al único vampiro que no sucumbe a tus encantos. —Continuo disfrutando y ladeo la cabeza— el único vampiro que usó el amor de una humana para matar a su creadora.
Miento descaradamente y aprieto mi agarre en su totalidad  desgarrando el cuello contrario dejando una frase a mitad de ser pronunciada por los labios de la primera mujer. Sin miramientos separo la cabeza del cuello manchando todo mi rostro con su sangre para luego dejar caer todo caer a mis costados .
Necesito incinerar su cuerpo luego de estacarlo.
Me aparto buscando algo de madera, encontrándole a pocos metros en una de las mesas, pero cuando regreso a terminar lo comenzado Jesús logra liberarse corriendo en mi dirección.
Vargo se lanza para contraatacar, pero pronto me doy cuenta que no viene por mí, va por los restos de Lilith y corro; me muevo rápidamente llegando al cuerpo inerte de la pelirroja clavando en su pecho la estaca pronto como puedo.
— Te veo en el infierno maldita hija de puta.
Gruño apartándome, viendo su cuerpo retorcerse un poco.
Ahora solo faltas tú.
Estirando mi cuello me acomodo las mangas de la camisa que estoy seguro debe verse como la mierda y avanzo hasta Jesús logrando montarme sobre su espalda para tomar su cabeza entre mis manos cuando escucho la voz de Manelik en mi cabeza.
<<Lo necesitamos vivo. Hay mucho que debe confesar antes de erradicarlo>>
Maldigo, pero igual rompo su cuello, no lo matará, pero le dolerá y mucho. Al alejarme señalo el cuerpo de Lilith para que Manelik lo incinere pero sorpresivamente ya no se encuentra en su lugar.
— ¿Qué has hecho con el maldito cuerpo?
Grito regresando mi atención al hombre atado de pues y manos por ataduras escarlatas causadas por los brujos. Su cabeza se encuentra ladeada, pero este logra ladear una sonrisa forzada elevando en su paso una ceja.
— No lo he tocado. —Logra balbucear.
Mierda.
Miro a Vargo quien se mueve alrededor de Jesús quebrando dolorosamente casa uno de sus huesos y luego detrás de mí a los brujos del gobierno Rumano.
¿Será posible?
— ¿Vargo? —Dejo la pregunta implícita en el aire, por su parte solo recibo un bufo antes de finalmente hablar.
— Su cuerpo permanecerá intocable y lejos de todo aquel que pueda sacar provecho de él. Lilith está muerta y permanecerá así por el resto de nuestra existencia.
Joder, Vargo debió haberme dejado incinerarla, de ese modo me aseguraría de primera mano que nunca más hiciera de las suyas, pero me alejo y seco los restos de sangre y sudor de mi rostro. Me alejo a sabiendas que mi trabajo ha llegado tan lejos como me lo han permitido y acomodando lo mejor que puedo los harapos que llevo encima regreso a Manelik y Raela, esta última abriendo un portal en el que entra con Emma y no me queda más que seguirla echando un último vistazo a mis espaldas.
¿Esto es todo?

****
Han pasado poco más de tres horas desde lo ocurrido; me he duchado y acomodado mis huesos. He mantenido contacto con Manelik quien se ha trasladado a Rumanía con los restos de Ivo y he llorado. Llorado como un niño pequeño desde que sentí que todo había acabado.
La he perdido y esta vez desde hace siglos no sé si la volveré a ver.
Mi alma se ha ido con la única mujer que ha visto debajo del maldito.
Limpio mi rostro y me recompongo, necesito hablar con Raela, necesito saber cómo sigue con sus sanaciones.
Me niego a verla partir.
Camino saliendo de mi habitación rumbo al anexo que poco usé para encontrarme a mi colega pasando sus manos por sus heridas para sanarlas antes de volver su atención a Emma quién igual de pálida que antes se encuentra acostada en la enorme cada con dosel y textiles color esmeralda, aunque sus heridas fueron cerradas por la magia de Raela su aspecto sigue tan carente de vida. Justo como antes.
Al verme Raela intenta sonreír pero su gesto se ve deformado y niega con la cabeza.
— He intentado todo lo que está en mis manos —comenta con voz baja— no soy nigromante y si lo fuera sabes lo que eso podría acarrear.
Lo sé, más que nada.
— Puedo dejarla en un estado de animación suspendida —se apresura a complementar su afirmación— solo para que nos dé un poco de tiempo en lo que investigamos una solución.
Mis hombros empiezan a temblar y lo que empezó como una risa pronto se transformó en ira. ¿Solucionar? Está muerta.
Mi Emma ha muerto.
— Haz lo que consideres necesario —me escucho decir, pero no reconozco mi voz.— Yo… tengo que salir de aquí.
Al escucharme Raela se levanta tomándome por los brazos, la preocupación dibujada en su rostro.
— Eres un Conde civilizado —susurra— no hagas nada que pueda afectarte.
Asiento antes de acercarme a la cama inclinándome para besar la frente de Emma y luego me alejo; de toda esta mierda.
La mañana ha empezado a mostrar los primeros rayos de sol y con el los vestigios de la batalla pues los malditos ángeles han decidido finalmente intervenir solo para limpiar el desastre que ha quedado por toda la ciudad y con la ira que me aqueja y que parece no disminuir camino a plena luz entre los celestiales ajeno a sus palabras despectivas y las burlas por lo ocurrido. ¿Es que acaso no saben que fui yo quien Mató a la madre de los vampiros?
— ¿Por qué siguen vivos? Estás escorias debieron morir con ella.
Las palabras lejanas en latín que escucho me hacen fruncir el entrecejo y girándome corro en dirección al ángel que ha levantado la voz para tomarlo por el cuello.
Al verlo de cerca noto que se trata del ángel que impidió el ataque en el apartamento de Emma.
— ¿Qué has dicho? —Inquiero sintiendo lanzas en mi espalda. Los otros celestiales me apuntan dispuestos a acabar conmigo en cualquiera momento.
Es tentador, pero el ángel frente a mí levanta una mano para que bajen la guardia.
— Emma.  —Dice con aspecto indiferente— no fue más que el medio para un fin. —Luego de mirar mis manos sobre su cuello añade— ¿Qué mejor para derrotar a una mujer problemática que enviarle por quién fue reemplazada? —Ríe— Eva fue la favorita del creador y Emma la tuya.
>> Lilith la iba a matar por cualquiera de los dos motivos, ella fue el contenedor del veneno y con ella se erradicarían todas las escorias de tu clase.
Suelto su cuello para propinarle un golpe en el rostro. Nadie interviene
— Por eso nunca interviniste —mi voz es un aullido desgarrado, pero intento mantenerlo firme— porque pasó como tenía que pasar.
El ángel asiente condescendiente y aplaude.
— ¡Bingo! Siempre he sido su ángel guardián y mi misión fue mantenerla a salvó hasta los treinta años; si no cumplía su misión que era matar a Lilith moriría para cumplir nuevamente el ciclo.
Todos los misterios que rodeaban a Emma se han develado; su mortalidad, sus gustos, todo lo que la hacía ella. ¿Estaba acaso destinado a conocerla?
Ah maldita sea.
Maldito sea él creador y maldito sea el día en que crucé camino con Eva.
Maldito sea el día que más alma se restauró por una vendedora de frutas amante a la música y el canto.
Maldito sea el día en que me enamoré perdidamente de alguien tan frágil.
Maldito seas Adrien Dumont por no ser capaz de mantenerla viva.
Me alejo del ángel sintiendo la mirada amenazadora de todos, pero no me importa, a pesar de todo lo confesado sonrío pues estoy viendo sangrar a un ángel. El delgado líquido dorado que baja desde la comisura de sus labios es rápidamente limpiado para luego bufar apretando las manos.
— Cuida tus pasos Dumont, tienes los días contados.
Me giro sin responder para seguir con mi camino en dirección contraria.
Nada de lo puedan decir puede afectarme, el adormecimiento se siente igual a mis primeros días cómo vampiro; frío y solitario. Pero justo como antes utilizaré este odio para alimentarme y acabar con toda escoria que se cruce en mi camino sin importar si son adanes o jodidos ángeles y si eso me gana la muerte puedo irme seguro que lo he hecho todo.
Morir en este momento sería el mejor regalo.



En esta vida y la otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora