Capítulo XXXIII

29 7 3
                                    

Emma se encontraba en su apartamento, completamente duchada, vestida y sin un solo rasguño, su madre quien había estado completamente ajena a todo se encontraba preparando la cena para tres incluso sabiendo que su hija había discutido con su novio. La castaña pronto supo que durante los días alejada de todo Manelik cuidó a su madre hasta el día que debió ir por ella a escocia dejando así a Olivia con custodia 24/7 y una nota que indicaba que su hija se quedaría unos días en casa de Adrien.

Su cabeza daba muchas vueltas intentando dar con el por qué Adrien había decidido confesar todo primero a sus colegas que ella, pero no le dio tanta importancia puesto de alguna u otra manera seguía sintiéndose engañada e indignada a tal punto de no saber que creer. Entendió rápidamente porqué Adrien negó su naturaleza sobrenatural; si hubiese sido el caso de la castaña ella probablemente hubiese hecho lo mismo, pero aún, así seguía sin entender por qué luego de haber aceptado a un novio tal y como era este había decidido seguir con abusando de las mentiras.

Caminó hasta su madre quien contenta tendió un plato con algo de ensalada de papa y un poco de zumo, agradecida habló un poco con ella intentando indagar un poco en la posibilidad de que Olivia supiera quizá algo más que hasta el momento había dejado pasar por alto.

— ¿Cómo era papá?

La pregunta no tomó por sorpresa a Olivia quien estaba acostumbrada a que su única hija preguntara constantemente sobre su padre, entendió la necesidad de Emma por llenar los vacíos que dejó la repentina muerte de Joseph y de buen agrado respondió.

— Era un buen hombre, se desvivía trabajando con maquinaria pesada en varios países por lo que a veces pasábamos temporadas sin él, pero nos adoraba y nunca nos faltó nada.

Emma sonrió nostálgica y asintió empezando a comer de su plato, eran pocos los recuerdos que tenía de él, pero lo poco que recordaba era a Joseph riendo y bailando con su madre en la mitad de la cocina sin música que los acompañara, un repentido sentimiento de melancolía le estrujó el corazón al punto de hacer que sus palabras fallaran al momento de formular la siguiente pregunta.

— La noche que murió ¿de dónde veníamos?

Al escuchar Olivia dejó de comer y entrelazó sus dedos elevando la mirada hacia la luz en el techo.

— Veníamos de una larga tarde de pedir dulces, era Halloween y estabas disfrazada de presidente, nosotros éramos agentes del servicio secreto —al decir aquello Olivia rió, una risa que a los pocos segundos se transformó en llanto silencioso y tranquilo— la bestia que nos atacó intentó hacerte daño a ti y tu padre se interpuso, pero no fue suficiente. No sé cómo, pero derribó a Joseph al tiempo que un policía salió de la nada y pudo arrestarlo.

Emma se acercó a su madre y la abrazó disculpándose por remover esos viejos demonios, limpió sus lágrimas y besó sus mejillas.

— Donde sea que esté espero esté orgulloso de ambas.

Emma suspiró y retomó su cena intentando aligerar el ambiente con los recuerdos felices de su padre cuando la puerta principal fue tocada anunciando la presencia de alguien a la espera de ser atendido. Excusándose la castaña se alejó camino hacia la pesada puerta en donde vio a través de la mirilla a Adrien con las manos dentro de sus bolsillos delanteros, vestido con un jean y un suéter cuello tortuga color gris carbón, su cabello estaba algo puntiagudo y su barba prolija como de costumbre.

Emma suspiró, pero abrió mirándole fijamente a los ojos, al percatarse Adrien se acercó solo para dejar un respetuoso beso en una de sus mejillas antes de regresar a su posición inicial.

— ¿Puedo pasar?

La castaña lo pensó quizá demasiado para el gusto del rubio, pero finalmente se apartó dejándolo pasar en silencio, sin prisa ambos se volvieron a acercar a Olivia quien para entonces había finalizado con su plato. Al ver a Adrien la madre de Emma sonrío amplio y se acercó plantando un fraternal beso en la mejilla del vampiro, haciéndolo sentir añoranza a su vez por sus padres; un sentimiento que él había olvidado hace mucho.

En esta vida y la otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora