Capítulo XXIII

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Emma caminó indecisa de pared a pared dentro de su habitación, todos habían salido en busca de información sobre lo ocurrido mientras que Adrien se había encerrado en el estudio donde revisaba cientos de libros y base de datos, no sabía si acercarse en busca de compañía o si era mejor darle un poco de tiempo. Al salir finalmente lo hizo en dirección a la cocina en donde preparó comida para todos lo que la necesitaban, sin mucha hambre se obligó a comer en la soledad de la fría estancia mientras repasaba una vez más las palabras que le había dicho Doris antes de salir hace ya un par de horas.

"Adrien es un hombre capaz de tener a cualquier mujer en el mundo y por alguna extraña razón ha elegido a una humana, haznos a todos un favor. No seas una damisela en peligro"

Se encontraba ensimismada en sus pensamientos, era buena en los entrenamientos Adrien mismo lo había dicho, pero de igual modo sabía que le faltaba mucho camino por recorrer, del mismo modo sabía que Doris no lo decía a modo de reproche, al menos eso se decía porque la hibrido era la mayor parte del tiempo amable hacia ella.

Pasado el tiempo y luego de haber limpiado todo lo utilizado decidió finalmente acercarse al estudio de donde para entonces provenían los familiares acordes del piano de Nina Simone, pensó que quizá su mal humor habría quedado en el pasado y con renovado humor tocó suave la puerta de madera pesada.

— Adelante.

Silenciosa Emma quedó a la vista llevándose una sorpresa cuando vio a Adrien con un habano en sus labios y una copa de lo que parecía Whisky en la otra, se acercó hasta quedar sentada en una otomana no tan lejos del rubio. Al verla Adrien se acercó apagando el puro y bebiendo de un sorbo el dedo de líquido ambarino en su vaso.

— Lamento ocupar casi toda la tarde lejos de ti.

Sus labios se pegaron en la frente de la mujer y dejó en ella un delicado y dulce beso.

— Descuida, sé que todos están ocupados por, bueno, por el incidente.

Adrien miró a su novia y notó la evidente preocupación y la falta de horas de sueño, había pasado la noche entre lapsos cortos de sueños que se veían abruptamente interrumpidos por recuerdos de lo ocurrido.

— Así es, todos estamos tras la pista del hechicero, pero eso no es excusa para haberte dejado sola por un largo periodo de tiempo. Quería que este viaje fuera agradable.

— Y lo ha sido —Emma se aventuró a interrumpirlo— He conocido un poco la ciudad y su vida nocturna; algunos clubes, museos y bueno habíamos quedado en seguir conociendo.

Las manos de la castaña se enredaron en el torso de Adrien quien disfrutó el contacto cerrando inmediatamente los ojos.

— Entiendo si no quieres salir —Concluyó con voz dulce.

El vampiro se hizo espacio en la otomana y abrazó a su novia besándola en los labios, el sabor del whisky mezclado con el ahumado amaderado del habano inundó la boca de Emma quien sin importar correspondió el gesto con igual necesidad.

— Haremos todo eso, aún nos quedan un par de días en la ciudad, pero para ello quiero asegurarme de que todo esté bajo control, ¿has comido?

Emma asintió pegando su pecho al pecho contrario y suspiró elevando la mirada oscura a los ojos azules.

— ¿Tú? —Adrien negó con la cabeza mirando de regreso a la hermosa mujer en sus brazos, Emma lo miró de manera reprobatoria. — Pues deberías hacerlo, durante el baile apenas y tomaste un par de copas.

Adrien miró con humor la situación; una humana se encontraba preocupada por un vampiro que apenas había tomado un par de copas de sangre la noche anterior. Eso sí que era tierno y al mismo tiempo hilarante.

En esta vida y la otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora