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Esa

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Esa... esa confesión no me había ayudado mucho.
Es que... ¿En qué momento pasó?

- ¿Lexi? ¿Qué pasa? No has tocado tu comida. -me dijo mi mamá.

Estábamos almorzando, y... pues, como ella dijo, no había tocado mi comida.
No quería hablar, así que... solo negué.

- ¿Pasó algo en el ensayo? -volví a negar.

- Estás muy callada hoy. -me dijo Dylan, pero no lo miré.

- Cariño, has estado ensayando toda la mañana. Tienes que comer algo. -volví a negar.- Te puedo preparar otra cosa. -negué.

- ¿No tienes hambre? -intentó mi papá.

Otra vez negué.

- Entonces... ¿me puedo quedar con tu postre? -dijo Dylan. Yo asentí.- ¡Esa no es Lexi! Ella no me dejaría quedarme con su postre.

- Dylan, no grites así. -lo regañó mi padre.

Dejé mis cubiertos en el plato, llamando la atención de mis padres. Miré a mamá, y señalé la escalera.

- Sí, cariño. Puedes irte. -dijo en un suspiro.

Asentí, y me fui lentamente. Cuando llegué  a mi habitación, me acosté en mi cama.

Esto... Me sentía mal.
Mis... mis pensamientos estaban al límite. Pearce... Pearce no salía de mi cabeza. Ni él, ni su confesión, ni nada.

Mi cabeza era un lío. Estaba demasiado estresada. Tenía miedo de... entrar en crisis. Pero me di cuenta que era muy tarde, cuando vi el temblor nervioso de mis manos, mucho más brusco que siempre. Un fuerte nudo empezó a crecer en mi garganta. Y, sin notarlo, empecé a hacer presión en mis labios.

Intenté calmarme.
Hacia mucho tiempo que no me pasaba eso. Pero no podía. No podía. Todo... era demasiado estresante. A pesar de estar en silencio, y con sólo una luz tenue, sentía que todo era muy abrumador. Que todo me consumía. Que todo se me venía encima. No podía respirar. No podía pensar bien. Sentía que todos mis sentidos estaban confundidos.

- ¿Alexa? ¡Alexa! -Justin se acercó a mi. Ni siquiera supe de dónde salió, pero estaba ahí.- Oye, oye. Tranquila. ¿Sí? Todo está bien. Estás en casa. No pasa nada.

A pesar de que él intentaba calmarme, yo solo podía empujarlo. Apreciaba su ayuda, pero no era la persona indicada. Me estaba alterando más.

- ¿Justin? ¿Qué pasa? Llegué y escuché que gritabas. -Matthew entró en mi habitación, y vio lo que estaba pasando.- Déjala, déjala. -Justin me soltó, y Matthew se acercó a mi.- Anda con Dylan, está solo. -Justin me miró antes de irse.- Lexi, tranquila. Todo está bien. Calma. -él me abrazó, atrapando mis brazos. A pesar de removerme un poco, no me soltó. Él siguió susurrando que me calmara, que todo estaba bien. Y un rato después, logré calmarme.- ¿Qué pasó, Lexi? -solo negué.- No tienes una crisis así desde hace años. Algo pasó. -volví a negar.- Bien. Si no quieres decirme, no te obligo.

Cuéntales - Pearce Joza y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora