Violentometro || Jason the Toymaker

( ‼️‼️ ) Pellizcar/ Arañar

Eva comenzaba a enamorarse nuevamente de Jason, el síndrome de Estocolmo había surtido efecto todos notaban que Jason era algo distante con ella, pero se veía que la miraba diferente, con amor.

—Jay, pensaba en sí… —se calló.

—Sí —dijo él sin poner objeción a lo que ella fuera pedir.

Puppeteer por su parte dejo escapar una risita para decirle a un pelinegro oji-zafiro "Míralo, ya lo domaron".

—Ni siquiera sabes que voy a pedirte —dijo Eva.

—No quedamos en que iba a ser más permisivo contigo mi muñequita —le sonrió con serenidad —ahora dime.

—Quiero ver a mis padres.

El rostro de Jason cambio, era obvio que no le encantaba la idea, pero aún así suspiró y termino asintiendo.

—¿En serio? —preguntó ella mirándolo llena de ilusión.

Eva se miraba preciosa con los ojos así.

—Te amo Jaybird —beso su mejilla y Jason sonrió de medio lado mientras ella iba a su habitación.

—¿Qué chingados fue eso? —preguntó el titiritero.

—¿Qué? —le miro con desagrado.

—Estas cediendo —Hablo el pintor con frialdad.

Jason se levantó y no hizo caso, entro a la habitación y vio a Eva con una sonrisa neutral, ella se había bañado en menos de 5 minutos y tenía extendido sobre la cama un vestido rosa con el que se dejaban ver sus hermosas piernas.

—¿No crees que es un vestido muy corto Muñequita? —se veía algo dudoso.

—¿Lo crees? Creí que te gustaba que me lo pusiera —ella le sonrió y aún con toalla se acerco y beso con suavidad sus labios.

Él tomó sus caderas y la puso sobre su regazo, ella se negó un poco a lo siguiente, pero podía por alguna razón.

—Jay, iré con mis padres —hablo agitada sintiendo como las manos de Jason se adentraba en las cuevas de su cuerpo —Mm~ Jason...

—Será rápido —él la cargo y luego la recargo en su cama haciendo caricias algo intensas para Eva, ella se quejo.

—Jay, e-espera —gimió e intento alejarse, pero Jason la pellizco un par de veces haciendo que ella se quejara aún más —Jason, hablo en ser...

En ese momento Jason hizo una maniobra desesperada y rasguño fuertemente sus piernas, todo para que no usará ese maldito vestido.

—Auu ay —ella lo apartó y chillo —¿Por qué...

—Disculpame —se levantó, miro sus piernas y estaban sangrando, no eran simples rasguños eran heridas profundas —no, no me di mi fuerza.

Por alguna razón no le creía, se levantó de la cama y fue al baño para limpiar tanta sangre.

Miró hacia abajo y suspiró y se dijo: 

—Fue un accidente, fue un accidente —y las lágrimas corrieron por sus mejillas.

NO FUE UN ACCIDENTE, DATE CUENTA.