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—¿Señor Olsson?—preguntó Olivier viendo como los ojos de Erik parecían abrirse más por sorpresa—. ¿Qué ocurre?

—Uno, no me digas señor, tengo veinticuatro—respondió frunciendo su ceño—. Dos, creo que hay una serpiente en mi pierna.

Los ojos de Olivier se abrieron por el jodido miedo que sintió al saber que cerca había una serpiente como si eso fuese por lo que realmente debía temer, lo verdaderamente aterrador estaba tras él, en las copas de los árboles y los observaban. Debían irse de ahí lo más pronto posible o tal vez serían atravesados con flechas enormes al igual que unas brochetas de carne.

Por simple temor e instinto Erik empezó a retroceder hasta salir de ahí y como si de un escurridizo zorro se tratase Olivier gateó al otro lado de muro sin importarle cuanto se había ensuciado, prefería un regaño de su madre a que una flecha lo atravesara, estuvo a punto de decirle algo al alfa, pero este solo veía a la copa de los árboles con un pequeño catalejo y su boca entre abierta.

—¿Qué hace?—allí recordó la serpiente y empezó a buscar a su alrededor—. La lampara.

Tras ese susurro dio u ultimo vistazo a Erik y se agachó de nuevo para tomar la lampara de aceite que estaba del otro lado del muro, pero el unico resultado de eso fue un fuerte grito.

¿La razón?

Se cruzó con lo que parecía ser un chico de piel tan blanca como nueve recién caída del cielo y ojos similares a los de un gato, aquello extendió su mano tocando la de él y carajo estaba helada al punto que Olivier creyó ver un fantasma y para joderla más Erik se lanzó sobre él por atrás para tapar su boca con una mano evitándole seguir gritando el miedo.

—¿Quieres que te traspase una flecha o qué carajos?—susurró molesto—. ¿Por qué gritas?

Erik destapó los labios del menor dejándolo respirar con libertad.

—Había una cosa blanca allí—señaló aquella ranura en el muro—. N-no sé qué era, pero se veía como un chico. Parecía un fantasma.

—Niño, los fantasmas no existen, eso solo pudo ser—su voz pareció irse desvaneciendo con cada palabra—un Shinria.

—Espere- ¿Cómo?

—Por un carajo ¡Vamonos!

—Groser-

El dulce omega ni siquiera pudo terminar de hablar cuando fue jalado por su brazo y obligado a correr hacia una dirección que desconocía por completo mientras esa sensación de hace tres días se empezó a intensificar haciendolo tener escalofríos, ni idea alguna de qué era eso tenía, pero lo odiaba.

Ahora frente a ellos yacía el caballo en el que Erik había sacado del establo poco antes.

—Suba—ordenó el mayor extendiendo su mano al contrario para ayudarlo a subir.

Con un pequeño empujón Olivier subió al caballo esperando a que Erik hiciera lo mismo para poder largarse de ahí, pero en grande fue su sorpresa al ver como este veía a la copa de los árboles nuevamente con ese pequeño catalejo.

—Disculpe—dijo con un poco de timidez en su tono de voz recibiendo como respuesta un "¿Mh?" por parte del alfa—. ¿Qué observa allí? Debemos irnos.

—Veo a los Shinrias que están en la copas de los arboles—respondió—. Ellos están listos para tirar flechas y nos ven el mismo modo que nosotros a ellos, con molestia al pensar que estorbamos.

—¿Cómo ve todo eso con un catalejo tan pequeño?

Erik dejó de ver a los Shinrias y dio media vuelta viendo al chico sobre el semental.

The pleasure of darkness [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora