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Sobre la frente de aquellos que serían enviados al temible bosque en busca de saber algo sobre los Shinrias se dibujó una cruz echa entre la mezcla de agua bendita y las cenizas de una biblia, frente a la fila de hombres se encontraba un padre predicando ciertas palabras mientras temblaba de frío al igual que todos los presentes gracias a la brisa proveniente del mar y entre esos estaba Isak, aunque aquello tuviera que ser por mera obligación al tener que tomar el puesto de su padre sin embargo, su opinión respecto a lo que estaba pasando era obvia puesto que se negaba a que basicamente sacrificaran jovenes con todo un futuro por delante.

Era demasiado penoso y su mirada cansada y arrepentida lo demostraba todo, más por el hecho de ver como esos chicos en serio se veían entusiasmados por entrar al bosque creyendo que llegarían a matar, aunque sea cinco Shinrias.

―Que el todopoderoso los acompañe en este riguroso viaje―dijo el sacerdote antes de hacer una reverencia ante quienes consideraba héroes.

Tras aquellas palabras los jóvenes se adentraron a pasos lentos y largos al bosque con una espada en la mano derecha y un escudo en el brazo, entre ellos iban unos chicos con cuadernos en los cuales ya habían empezado a describirlo todo empezando por el día uno.

Por otro lado, aquellos que esperaban a que los jóvenes se perdieran en el bosque no dudaron en irse de allí a pasos rápidos, ni siquiera los padres de aquellos jóvenes y en arte Isak lo podía entender, tal vez estaban aterrados de ser asesinados por un Shinria.

Después de por lo menos media hora de rezos por el alma de aquellos jóvenes Isak finalmente se levantó de la arena y dio un par de pasos hacia adelante para dejar entre los árboles un maletín de cuero, aunque bien sabía que probablemente el maletín no llegaría a Erik a pesar de la nota por encima de todo lo que estaba adentro.

Finalmente, Isak se retiró del lugar tras haber hecho eso. A un par de metros yacía un carruaje con el escudo Olsson, sin embargo, el rubio no tenía ni las más mínimas ganas de regresar a su hogar por más obligado que estuviera a hacerlo por supuestamente mostrar respeto a los chicos en el bosque así que solo empezó a caminar muy despacio sin importar el temible frío que lo azotaba por cada ventisca mientras recordaba algunas de las cosas que se habían dicho esa reunión completamente inútil donde no tuvo voz ni voto y algunas de esas cosas eran un tipo de leyes como no beber durante el próximo mes en honor a los jóvenes y mucho menos asistir a burdeles. Isak rio con lo ultimo porque sabía que esos lujuriosos alfas irían a uno de los burdeles con solo sentir las feromonas de un omega.

Por otro lado, en la mansión de los Olsson el alcohol parecía predominar por parte de todos los hermanos junto a sus padres mientras jugaban ajedrez entre turnos, incluso la servidumbre reía, aunque fuera discretamente por ver como la familia se alegraba un poco después de meses hasta la llegada de Isak, donde todos se callaron para verle, sin embargo, él se sentó en una de las sillas para unirse a beber por igual.

―¿Y cómo fue?―preguntó Louise colocando su mano sobre el hombro de su hijo.

―Deprimente, pero ellos estaban en serio emocionados por entrar al bosque―la voz de Isak se fue desvaneciendo por cada palabra que salía de su boca.

―Tampoco te culpes, ¿sí? Tengo en mente que hiciste todo lo posible para evitarlo, pero ellos nunca escuchan lo obvio, siempre ha sido así y te lo digo por experiencia propia. No se puede evitar.

Isak asintió con una tenue sonrisa.

―Pero en fin, sigamos jugando, Joel dale cartas a tu hermano.

¿Cómo puede actuar tan frío ante tal situación?―pensó Isak tomando las cartas que le ofreció su hermano.

The pleasure of darkness [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora