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La peste a putrefacción le mareaba con cada inhalada de aire, pero tampoco era como sí se pudiese librar de respirar considerando lo aturdido que se encontraba.

Todo alrededor estaba sumido en una profunda oscuridad, a excepción de un tenue brillo de luz que chocaba con su frente, aquello podría ser una buena señal de que no estaba bajo tierra, pero de igual forma no se podía mover mucho y el oxigeno parecía agotársele con cada segundo que pasaba. Ni siquiera recordaba cómo había terminado allí, solo recordaba la rabia de su hijo y como habían viajado hasta una casa más a nombre de su esposo. No obstante, mientras ella se encontraba tejiendo el fuerte olor a sal la hizo caer inconsciente lentamente hasta desmayarse.

Supuso que quizá estaba en una de las cajas de metal que se encontraban en el ático por lo cual optó por intentar moverse un poco para patear la parte superior de la caja, no obstante algo en su torso se lo impedía, su corsé. De repente este se volvió más apretado que de costumbre al punto de hacerla perder el aliento por pequeños instantes, sin excluir como el calor empezó a aumentar por la agitación que le causó la desesperación de querer salir como pudiese. Tampoco podía mover mucho sus brazos.

Inminentemente el lugar quedó en un profundo silencio donde apenas se escuchaba su debil respiración hasta que un amargo olor a avellana se hizo presente en el lugar, junto a eso pasos lentos, pero pesados que hacían rechinar la madera de forma tétrica mientras se acercaba a ella. De repente, el lugar quedó en un silencio inminente en el cual Louise evitaba respirar mucho por el miedo a qué podría ser lo que estaba afuera.

El olor amargo a avellana se hizo eventualmente más fuerte, junto a aquello lentos, pero pesados pasos que poco a poco se aproximaban cada vez más a ella provocando que esta evitara respirar lo más posible, sin embargo, aquel ser ya estaba frente a la caja mirando esta como si de un adefesio se tratase.

A cierto ritmo melódico la dichosa caja fue tocada una y otra vez en busca de una respuesta, mas al no tener ninguna el ritmo se volvió agresivo al punto de causar pánico en Louise quien se preguntaba sobre quién era ese cínico y por qué no abría la caja rápido en lugar de torturarla con la vibración de la caja a cada toque.

De forma repentina los golpes se detuvieron, dejando el lugar en un silencio que inevitablemente causó escalofríos en Louise a tal punto que las vibraciones que hacía la caja con cada toque eran causadas por ella. Eso provoco que soltara el doble de feromonas haciendo evidente su presencia en el lugar.

—Supongo que tú tampoco sabrás algo de él, ¿cierto?—habló con la misma ironía que la carcajada que soltó.

Louise decidió conservar el silencio por su bien, mas le fue casi inevitable soltar un jadeo tras escuchar un escándalo en la planta baja junto a desgarradores gritos.

—Lo siento, pero es por mí bien.

Una de las manos de Ludvig tomó un color rojizo a la vez que acercaba esta a la caja con toda la intención de derretir el metal. El sofocante calor fue sentido por Louise, quien no pudo evitar alterarse, pero de igual forma ninguna palabra o ruido en si salía de su boca hasta que la desesperación fue lo suficientemente grande como para hacerla soltar un tétrico grito que le provocó una tos incontrolable por su deshidratación. Por otro lado, Ludvig no hizo más que tirarse al piso con solo escuchar ese grito debido a lo sensible de su audición.

Lleno de ira, se lanzó sobre la caja de metal para empezar a jalonear y arrancar trozos de metal con sus manos aún calientes hasta finalmente tener cara a cara a su suegra, Louise Olsson. Tenía demasiadas ganas de agarrarla del cuello y lanzarla contra la pared con tal de tener un bocadillo, no obstante, algo en su mirada le hizo detenerse. En ella pudo ver a su destinado y el odio que este le tendría al saber que devoró a su madre.

Sin más opción jaló del brazo a la alfa y la cargó al hombro como saco de patatas, por su lado, Louise decidió simplemente quedarse quieta y en silencio con la esperanza de no ser brutalmente asesinada por el enmascarado Shinria.

Ludvig se dirigió a las escaleras algo apurado por el tiempo que había perdido.

Al llegar, su cuerpo retrodeció un paso por inercia, la escena era casi idescriptible. Había sangre por todos lados y algunas extremidades de hombres cuyos uniformes caqui Ludvig reconoció, eran del supuesto equipo de exploración. Algunos rostros que había quedado intactos mostraban una expresión llena de terror puro, como sí hubieran visto al diablo antes de ser asesinados.

En parte Ludvig tenía cierto apetito por tanta sangre a su alrededor y por ende caminó entre los cuerpos hasta encontrar parte de un torso que seguía soltando sangre, alzó este con su mano libre y lo acercó lentamente a su boca para clavar sus colmillos y empezar a alimentarse hasta quedar ciertamente satisfecho, no obstante decidió morder solo un trozo de carne antes de lanzar el torso al piso nuevamente.

Louise por su parte se aguantaba el vómito tanto como podía y por supuesto que su temor incrementó al enterarse de que el Shinria se estaba alimentando aún cargandola y que en cualquier caso la podría morder sin problemas. Sus rezos claramente no harían nada en Ludvig.

Estando a nada de subir las escaleras una voz familiar, pero lastimera se hizo presente. Aquella voz parecía ser la de su amado, sin embargo, no estaba del todo seguro por lo cual desenvaino su espada antes de empezar a seguir lentamente la voz que lo llevó a la puerta del sótano. En el piso yacían manchas de sangre y a pesar de la oscuridad se podía divisar una luz muy tenue al fondo de las escaleras.

Lentamente bajó escalón tras escalón hasta llegar al último de estos, con poca iluminación logró ver como Isak, su cuñado abrazaba a una persona cubierta en sangre y a Stella inconsciente tras Isak. No obstante, algo no andaba bien, algo no parecía encajar allí y con solo olfatear las feromonas en em ambiente encontró de quien se trataba.

Cuando los hermanos se separaron del abrazo Isak no pudo evitar sorprenderse al ver la esbelta silueta del Shinria que cargaba a alguien, aún no distinguia a quien y su olfato no estaba siendo el mejor por toda la peste a putrefacción que había olido antes.

Erik, por su lado, dio media vuelta consternado al ver hacia donde se dirigía la mirada de Isak. Sin embargo, la reacción del enmascarado no fue la espera por aquellos que estaban conscientes puesto que apenas Erik dio unos pasos para acercarsele con una tierna sonrisa postrada en sus labios fue recibido con un golpe que lo hizo caer al piso sin darle el más mínimo segundo de reaccionar, solo dejándole en shock por unos segundos antes de que intentara levantarse de nuevo, pero sus planes fueron interrumpidos cuando constantes patadas le fueron dadas en sus costillas a tal punto que sus intentos por levantarse o defenderse se desvanecieron para dejarse hacer. A su vez, Isak había quedado inmóvil mientras que su madre pataleaba y gritaba de terror.

Finalmente Isak se lanzó sobre Ludvig intentando apartarlo de su hermano, no obstante su esfuerzo apenas y hacía algo hasta que el Shinria tuvo suficiente de tantos jaloneos.

—¡¿Pueden simplemente dejarme en paz?!— gritó sin despegar su mirada del piso, donde estaba Erik o al menos lo que aparentaba ser Erik.

Poco a poco la tersa piel de lo que parecía ser Erik se fue tornando negra a la vez que un vomitivo olor a putrefacción invadía el lugar haciendo que los presentes retrocedieran y con eso que Ludvig finalmente bajara a Louise, quien se tambaleó durante unos segundos antes de dirigir su mirada hacia lo que se estaba transformando su supuesto hijo.

Lentamente algo similar a ramas empezaron a brotar de los ojos, orejas, boca y nariz de Erik hasta terminar como si fuera un muñeco de paja, cosa que fue suficiente para que Ludvig se retirase del lugar dejando sin importar a quienes dejó atrás.

Ya escaleras arriba Ludvig no dudó en buscar a su destinado subiendo así las escaleras al segundo piso. A pesar de ser golpeado por un fuerte olor a putrefacción no tuvo más opción que seguir adelante en busca de su destinado.

Trece habitaciones. En ninguna de estas yacía el verdadero Erik lo que le obligó a regresarse, pero al simplemente poner un pie sobre el primer escalón un estruendo tras él le hizo ponerse a la defensiva dejando salir negras garras de hasta nueve centímetros y colmillos tan grandes y afilados que sobresalían de su boca.

Despacio se volteó hacia atrás logrando percibir un ligero aroma a canela en el aire. Aún a la defensiva decidió regresar, no obstante aquello que había dejando un enorme agujero en el techo había traído mucho polvo consigo y seguía vivo según la sangre que su corazón bombeaba.

Empezó a alejar como podía todo el polvillo hasta notar una silueta blanca tirada en el piso, misma la cual luchaba consigo mismo por poderse mover mientras se arrastraba sobre los escombros.

Con la esperanza de que fuera Erik, Ludvig pasó por encima de su cuerpo a través de grandes zancadas solo para poder ver su rostro.

Con cuidado de no rasguñarlo, tomó su mandíbula y alzó esta para intentar cruzar mirada con el contrario.

Las lágrimas empezaron a amenazar con salir cuando notó el ligero toque dorado en los ojos de su destinado.

Un cambio en el color de ojos de los destinados indica una marca

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Un cambio en el color de ojos de los destinados indica una marca.

The pleasure of darkness [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora