Capitulo 9

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Ya era domingo, un domingo hermoso, me provoca seguir durmiendo y no levantarme de mi cama, teníamos una relación dónde ninguno de los dos queríamos separarnos, nos amamos con locura

No tenía planeado levantarme en todo el día pero la vida o el universo no tenía ese plan para mí.
Recibí una llamada de Dylan

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Buenos días señorita Rachelle
Buenos días joven Dylan
–Tengo una pregunta para ti
–Dime
–¿Ya te bañaste?
No -respondí riendo
Lo sabía, se siente el olor hasta aquí
Es el olor a libertad
–La libertad debería oler a rosas por lo menos
¿Y por qué a rosas?
Porque las rosas huelen bien
Entonces a qué debería oler
–Deberías oler a gloria
¿Y a qué huele la gloria?
No lo sé Rei, no soy un genio
–Eso se nota a mil kilómetros de distancia
No tanto como tú olor… llame para decir que te alistes te llevaré a un lugar
–Tengo que pedir permiso
–No te preocupes por eso, ya se lo pedí a tu mamá
–¿Cómo es que tienes el número de mi mamá?
–Rei, un mago nunca revela sus secretos
Pero tu no eres un mago
Bueno, pues ahora lo soy y en unos segundos desaparecerá mi voz así que te veo en tres horas
Dyl.......
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Genial, colgó

Después de unos segundos me levanté de mi querida cama, la vi por unos segundos y sentía que ella me llamaba, me necesitaba y yo a ella, pero en esta vida hay que tomar decisiones difíciles así que me metí a la ducha.

Mientras me bañaba tome la botella de Shampoo y me imaginé que era un micrófono mientras cantaba “roar de Katty Perry” fue un gran concierto. Después de unos minutos salí de la ducha y me vestí con unos jeans no tan ajustados, una camiseta y encima me puse una sudadera blanca, seque mi cabello ondulado, me puse un poco de rímel en las pestañas y un brilló labial, me puse unos tenis que hacía juego con la sudadera

Para perder algo de tiempo empecé arreglar mi habitación

Baje a la sala donde se encontraba mi querida Madre

–Buenos días Rachelle —saludo mamá

–Buenos días —respondí

–Si tienes hambre, tu comida está donde siempre y en la nevera hay jugo de naranja

–Gracias mamá

Me dirigí hacia la cocina para poder sacar mi comida y jugo de naranja, me dirigí hacia la sala y me senté en uno de los sillones, mamá estaba viendo una película la cual no preste atención y decidí devorar la comida

[....]

Dylan ya estaba en mi casa y como siempre muy puntual, nos despedimos de mi dulce madre y nos dirigimos hacia el metro en todo el trayecto no mencionamos nada, había un silencio entre nosotros, pero ese silencio no era incómodo más bien era todo lo contrario

Bajamos del metro y caminamos como media hora, tenía mucha curiosidad a dónde me llevaba

Nos detuvimos en una pista, en frente de nosotros estaba un auto hermoso, era un SUV

Dylan saco unas llave y las meneo

–¡¿Es tuyo?! —Pregunte mientras señalaba el hermoso auto rojo

–Si, fue un regalo de mi padre

–Esta hermoso —le dije con una sonrisa

–Gracias, —dijo con una sonrisa— sube al auto

En Diciembre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora