Las cosas en el claro tienen que adaptarse pues hay una chica nueva.
Realmente ella nunca se enfocó en lo romántico debido a su situación, pero él hace prácticamente imposible el que ella no se interese.
El único problema es que ambos se dan cuenta...
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Comenzamos a correr hacia el otro lado. Este día no podía ser peor.
Al seguir corriendo subimos unas escaleras, al parecer esto fue un centro comercial alguna vez.
Aris derribó a uno de los Cranks pues al llegar al segundo piso llegaron más Cranks hacia nosotros. Nos detuvimos un poco en las escaleras por esto pero finalmente subimos otro piso y seguimos corriendo.
Newt cayó al suelo pues un Cranks lo derrumbó pero Thomas se acercó y pateo al Crank, nosotros nos detuvimos por él pero al ver qué estaba de vuelta en pie seguimos corriendo. Cada vez venían más Cranks detrás de nosotros.
Llegamos a un pasillo estrecho y al final de este encontramos una puerta pero no se abría y los Cranks ya se acercaban. Estaba desesperada.
—¡No hay salida!
—¡Thomas sacanos de aquí! —Exclamó Teresa.
Thomas, Newt y Minho comenzaron a golpear la puerta aún más fuerte pero al ver que no funcionaba Sartén se ofreció y corrió a la puerta abriéndola.
Salimos lo más rápido que pudimos pero nos detuvimos al ver a Winston en el suelo. Sartén y Newt lo tomaron por los brazos y lo hablaron para sacarlo de ahí mientras que Minho y Thomas hacían presión en la puerta para que se cerrará. Lograron sacar a Winston pero el chico estaba arañado y lastimado por todas partes.
Seguimos corriendo y después Minho y Thomas nos alcanzaron.
Dejamos atrás a los Cranks por unos minutos y aprovechamos para bajar de un edificio a una parte segura. Nos colocamos debajo de una roca y nos quedamos todos allí.
Todos se durmieron después de un par de horas, excepto yo. No podía dormir, estaba incómoda y seguía algo asustada.
—Deja de moverte, ¿Quieres? —Miré a mi izquierda para ver a Minho.
—¿A ti en qué te afecta? —Me quejé.
—¿Sigues necesitando quien te abrace? —Me miró burlón.
—¿Tanto quieres abrazarme, Minho? Solo tienes que decirlo. —Le regresé la broma y el sonrió de lado.
Me giré y de pronto sentí su brazo rodearme la cintura, abrí los ojos como platos y me quedé helada.
—¿Qué haces?
—¿Creíste que no lo haría? ¿Me subestimas? No me dejaré ganar por ti.
No dije nada más, en realidad al principio me sentía incómoda pues esto era algo inesperado. Realmente él y yo no hemos convivido mucho, pero admito que estaba asustada y de alguna manera esto me consolaba. Nos quedamos dormidos.