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—Deberíamos... Quedarnos aquí todo el día. —Me dijo Minho mientras acariciaba mi espalda.

—Tenemos que ayudar a los demás.

—Ellos pueden cuidar el... ¿Refugio? Ellos solos, solo es un día y solo somos dos. Estoy seguro que no haremos falta. —Bajó su mano a mi cintura y me jaló a él a pesar de que estábamos en la cama.

—No me vas a convencer. —Le dije acariciando su mejilla.

Se acercó más a mi y me dio un corto beso, después acercó su su cara a mi cuello y beso mi cuello suavemente.

—¿No? —Acaricie su cabello.

—No.

—Agh te odio. —Se alejó de mi y se colocó boca arriba.

—No. No lo haces. —Puse una pierna sobre el y mi mano también, abrazándolo.

—No. No lo hago. —Me miró. —Que asco, nos hemos vuelto tan cursis.

—Si, ¿y?

—Me gusta.

—No, yo te gusto.

—Si, mucho. Ya deja de obligarme a decirte cosas lindas.

—No te estoy obligando.

—Así se siente. —Reí levemente.

—Ya vamos a salir.

—Pensé que si nos quedaríamos en cama. —No dije nada. Realmente lo estaba considerando. —¿Si?

—Minho. Tenemos cosas que hacer.

—Es que, tengo mucha flojera. Además... Casi no estamos juntos, solo en las mañanas que despertamos y en las noches que venimos a dormir. Toda la tarde nos la pasamos trabajando.

Lo tomé de las mejillas y le di un corto beso.

—Creo que tú eres el más cursi de los dos.

—¿Puedes culparme? —Sonreí levemente.

—Aunque, tienes razón.

—Solo hoy. —Antes de poder protestar el habló de nuevo. —Mira lo ridículo que me estoy viendo, ¿Eso no es suficiente? —Dijo sarcástico y bufé.

—No lo es. —Me miró mal y se levantó.

—Solo dime que no quieres estar conmigo. —Dijo jugando y le lancé la almohada.

—Sólo cállate. Ven acá. —Se acercó sonriendome de lado. Lo jale de la camisa y lo besé. —Tú ganas.

Y no tuve que decir más, se lanzó a mi y me besó.

—No te arrepentirás. —Reí.

—Estoy casi segura de que si. —Ahora él rió.

—¿Arrepentirte de quedarte un día entero conmigo? Eso es más un privilegio. —Dijo egocéntrico.

—Mhm, ¿Quién pidió quedarse con quien?

—Cállate. —Se levantó. —Cambié de opinión. —Tomó mi mano y la jaló haciéndome levantar de golpe. —Lo siento. —Se disculpo por jalarme de golpe. —Hay que salir, pero no a ayudar.

—¿Sin que nadie nos vea?

—Exacto. —Salió de la cabaña conmigo detrás de él. —Vamos a la playa.

Caminamos un rato a la orilla. Nos habíamos alejado bastante del refugio, estábamos completamente solos.

Lo vi tragar en seco. Mirando a otro lado que no fuera a mi, mi ceño se frunció. No dije nada, sabía en lo que estaba pensando. Sólo tome su mano y la apreté gentilmente.
El me miró de reojo y me sonrió levemente.

Después, cambiando completamente de actitud me tomo de la cintura y me cargo para darme vueltas.

—Somos... Muy suertudos... De seguir aquí. Ambos. —Tome su rostro entre mis manos.

—Yo también los extraño... —Lo mire tragar.  —Minho... _No supe que decir. El me bajó y miró a otro lado.

—Te veo después. —Me dijo y de dio la vuelta. Lo tomé de la muñeca y lo regrese a mi.

—¿Me rogaste para que nos tomáramos el día y ahora te vas? —Frunci el ceño un poco confundida y molesta.

—Es que no quiero estar con nadie. —Eso me dolió.

—¿Ni si quiera conmigo? —El se quedo callado. No dijo nada y solo bufe. Pensé en dejarlo sólo. Con lo que me dolió eso pensé en decirle que se quedara solo y dejarlo solo por un rato. Pero después pensé en que me necesitaba, y no lo dejaría aún di se equivocaba. —No me importa. Te quedas conmigo.

—___________.... —Suspiró

—No es pregunta Minho. —Me miro serio por unos segundos, pero después me tomo entre sus brazos y me besó. Lentamente y gentil.

—No sabes cuanto te adoro... —Susurro contra mis labios. —Yo sé que es difícil, pero tienes razón, no me voy a alejar de ti... No quiero.

—Ah mira quien se puso cursi. —Levante una ceja burlona.

—Cállate si? —Rodeo los ojos. —¿O quieres que me encargue de eso? —Susurro con la voz ronca. Admito que me derreti y solo asentí con la cabeza mirando sus labios.

El se acercó lentamente a mi, sus labios roza an los míos y justo cuando estaba a punto de sentirlos sobre los míos el se apartó riendo.

Bufe y lo tome del cuello de la camisa y lo bese yo. El jadeo un poco por la sorpresa y bajo sus manos a mis caderas para presionarme contra él. Profundizó el beso y finalmente dio pequeños besos en mi cuello mientras yo sostenía su cabeza.

—Quizá debamos regresar a la cabaña... —Dijo un poco agitado y me ruborice.

Al verme el también se sonrojo y apartó la mirada.

—Bueno... Hace sol... Y... —Me reí y le di un piquito.

—Que tierno.

𝕰𝖑 𝖑𝖆𝖇𝖊𝖗𝖎𝖓𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖒𝖎𝖘 𝖊𝖒𝖔𝖈𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘 •Minho•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora