Fallen Angel

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Prólogo

Los humanos siempre piensan que vieron nuestro mundo pero nunca atravesaron la puerta del paraíso también llamado el Edén, me llamo Michela tengo más años que la tierra, tengo tres pares de alas, soy el único ángel con cabellos blancos y rosa ya que soy el angel de la luz y el amor, los humanos me confunden ya que en la tierra soy un hombre pero nunca me he expuesto a ellos ya que me he prohibido porque si lo hago los demonios conocerían mi identidad y estaría en peligro, la única persona que sabe quien soy es mi hermano gemelo que fue desdichado del paraíso por desobedecer las órdenes de Dios.

Siempre me he encuentro al lado de David, soy su mano derecha y princesa de la luz, lo conozco mejor que el mismo se conoce; si cuando se siente triste o cuando está feliz pero desde que Adam y Eva desobedecieron él no mostró ninguna sonrisa, me dolía tanto ver que los humanos provocaban ese dolor en él. Desde que estoy a su lado no volví a ver su sonrisa, lo observó para ver sus pensamientos pero no puedo hacerlo porque me parece una cosa que nunca sabre sus emociones.

-Michela.-me trae su tierna y calida voz a la realidad.-Quiero que ayudes a los humanos.-me mira con la misma mirada que miro a su único hijo tras haberlo enviado para salvar el mundo del mal.

Lo miro y le contesto que si lo haré, el me da un fuerte abrazo y un beso en la mejilla tras eso salí del trono de Dios, por primera vez salí de su trono ya que yo era la única que podía verlo cuando salí vi muchas miradas de los ángeles; una mirada sorprendida, todos estaban sorprendidos al verme en realidad quien no lo estaría hasta yo lo estaba, vuelo con mis largas alas blancas y me encuentro parada frente a la grande puerta del paraíso, esta se abre y yo salgo, el guardián me lanza una mirada llena de dolor y sufrimiento en cambio yo le lanzo una mirada que dice que todo estaría bien, tras de hacerlo me lanzó al vacío.

Siempre vi a los ángeles caer pero nunca fue mi caída y ahora lo hacía, sabia que en la tierra mi vida correría peligro pero no importaba si podría traer la sonrisa perdida de Dios, mi caída fue muy lenta que cierro los ojos y recuerdo los días en que yo y mi gemelo compartíamos, jugamos juntos con Dios y él siempre tenía la misma sonrisa en los labios pero cuando mi hermano se reveló fue echado del paraíso más los que lo seguían, ese día vi en sus ojos dolor y tristeza. Cuando creo al hombre y que este lo traicionó vi en esos ojos tristeza, lo mismo ocurrió cuando mando el diluvio y a su único hijo a la cruz.

Tal vez no sea la indicada para entender esas emociones ya que siempre estoy feliz y que nunca lo viví pero verlo me hizo desear destruir la tierra pero no quería lastimar los humanos, siempre me impresione, ellos lo lastimaban pero él nunca los odio sino que lloro cuando veía que muchos caían en el inframundo. Abro los ojos y veo que mi caída se acerca más a la tierra, poco a poco caminaria en tierra y no podría volar ni usar mis poderes porque eso llamaría la atención de mis enemigos.

-Sí debo sufrir o llorar lo haré porque quiero verte sonreír una vez más.-digo mirando el cielo.

Sabia que él me escuchaba porque llovió cuando me acercaba más a la tierra, que extraña sensación tenia, me daban ganas de volar y volver a casa pero no podía dar marcha atrás, estaba dispuesta a devolver esa sonrisa. Mi caída se aproximaba que cuando fue así sentí un dolor en la espalda, me puse lentamente de pie ya que nunca camine, mis alas ya no estaban y ahora seria una completa humana, camino por el campo de mais ya que había caído en ella, cuando salgo veo muchos animales me acercó para preguntar mi posición.

-Disculpa me puedes decir donde estoy.-pregunto a Natacha que es una vaca.

-Te encuentras en Texas.-me responde la vaca.

-Muchas gracias Natacha.-le agradezco con una sonrisa.

Natacha me sonríe, los ángeles siempre hablamos con animales pero no tenia que hacerlo porque eso haría que me descubrieran, camino un poco más y veo mi reflejo en el pequeño rio, estaba vestida de un vestido blanco y mi cabello seguía del mismo color, acomodo mi vestido y veo que en los bolsillos tenia una letra.

Michela ten mucho cuidado, si mueres, la tierra caerá en una oscuridad profunda y Dios eso ya lo sabes. Tu nuevo nombre terrestre es Ana, recuerdalo, en la tierra eres una jovencita de diecisiete, anote la dirección detrás de la letra es tu nueva casa. Cuidala porque es la casa de un ángel que vive como humano, por cierto Michela no uses ni en ninguna ocasión tus poderes porque te metería en riesgo y eso no es lo que queremos. Michela ten mucho cuidado. Comportate como una joven no como una adulta, ten mucho cuidado Michela.

Atentamente Gabriel.

Gabriel siempre fue atento, doy la vuelta a la hoja y veo mi dirección que decía los Angeles, bueno tenia que caminar harto para llegar ahí, camino un poco el gran camino que siento que mis piernas se van a romper en dos, hago una pausa cuando un viejo de buena persona se acerca y me propone de acercarme a mi destinación, era buena persona porque como ángel se diferenciar las buenas y malas, subo a su carro y el anciano entama la conversación.

-Es la nueva moda en los jóvenes.-me dice apuntando mi cabello.

No sabia que responder pero la verdad no podía y eso que siempre dije al verdad pero esta vez debía mentir.

-Sí lo es.-respondo tranquila para que no vea que miento.

-Se te ve bien.-me dice amable.-Y a donde vas.-me pregunta.

-Los Angeles.-digo confundida.

-Bien te acercaré.-me dice con una sonrisa.

Yo lo miro y le devuelvo la misma sonrisa. Todo el camino me la pase durmiendo porque me sentía muy cansada, nunca en mi vida camine y ahora seria mi rutina.

-Niña...Niña... Niña...

Siento que alguien me habla, abro los ojos y veo al anciano que me llama.

-Lo lamento que decía.-pregunto educadamente.

-De aquí caminas recto y toma el bus que te dejará en los Angeles.-me dice indicándome.

-Muchas gracias.-digo bajandome del carro.-Dígame cual es su nombre.-respondo con una sonrisa.

-Philip.-contesta con una sonrisa.
Lo veo alejarse, cuando no veo su sombra hago lo que me pidió, me encuentro en el bus mirando la nuevas cosas que aleja al ser humano de la verdad y de lo valor que tiene frente suyo, familia o amigos.

-Que tan bajo cayeron.-digo mirando todas las cosas nuevas.

Cierro los ojos y intento imaginar como era la tierra antes de que la maldad de mi hermano lo arruinará por completo, pero no lo consigo ya que las críticas que hace la gente o el chófer.

-Disculpa... Disculpa.-me doy al vuelta y veo a una joven.

-Dime.-la miro amablemente.

-No me gusta tu cabello, sabes que no está a la moda.-me dice orgullosamente.

-Gracias algo más.-le contesto.

Ella me mira y se va, ahora los jóvenes no son como antes que tan bajo cayeron, mis ojos se sienten cansados que los cierro por unos segundos o eso creo ya que para mi los segundos no existen.

Fallen AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora