03: AROMA

2.3K 341 56
                                    

Heeseung y Jongseong se encontraban dentro de la biblioteca por decisión del pelinegro. Y es que el profesor de Economía no había asistido aquel día y Jongseong no pensaba estar unos minutos más en aquel salón donde todas las omegas se le insinuaban a cada rato. ¿Cuándo al menos se sentía en paz? Ya ni lo recordaba.

Era realmente molesto y ya no podía aguantar aquellas chillonas voces y esos aromas demasiados dulces que lo empalagaban.

— Estoy aburrido. — se quejó el pelirrojo.

— Pues lee algo. — se cruzó de brazos, intentando descansar al menos un poco.

— ¡Ah, eso es más aburrido! — gritó indignado.

— Cállate. — le reprochó en voz baja. — ¿Quieres que nos boten del único lugar en el que puedo estar tranquilo?

Heeseung hizo un pequeño puchero, cruzándose de brazos para reposarlos en la mesa.

— Eres tan gruñón.

— Y tú demasiado raro.

— Hey, yo- — sus palabras se vieron interrumpidas por el sonido de la campana. — ¡Empezó el receso, vamos! — sonrió mientras se levantaba.

— No, Lee. El receso es donde peor me persiguen. Ni loco salgo de aquí, al menos no por hoy.

— Pero...— bajó la voz.

— Tranquilo, no te preocupes. Puedes ir si deseas, pero promete que me traerás al menos mi fruta favorita. — sonrió levemente, viendo como su mejor amigo se animaba otra vez.

— ¡Te traeré la manzana más rica de todo el lugar!

El pelinegro soltó una pequeña risotada. —Bueno, ve antes de que termine el receso.

— Hasta luego. — agitó su mano, corriendo después hacia la salida.

Jongseong negó con la cabeza. A veces se preguntaba cómo es que Lee era su mejor amigo siendo ambos tan diferentes.

— Leeré algo, supongo. — se encogió de hombros para luego levantarse. Aprovechando que no había nadie aparte de la bibliotecaria, una anciana beta muy pacífica.

Resopló con fastidio, moría por comer algo siquiera. Pero recordó también que si salía, era muy probable que cualquier omega se apegaría a él.

Jongseong no lo entendía. ¿Qué de bueno tenía él? ¿Su rostro? ¿Su voz?

Las dudas siempre aparecían en su cabeza y a veces permanecían mucho más de lo que él realmente quisiera.

Deslizó su mano por toda su cabellera y fue a mirar hacia uno de los estantes. ¿Qué podría leer?

Estuvo tan metido leyendo los títulos que estaban escritos en las columnas de cada libro, hasta que a su nariz llegó un aroma.

"Manzana y caramelo"

Un aroma suavemente dulce y exquisito. Ni tan potente ni tan débil, la medida perfecta para no empalagarlo. Haciendo que otra vez su lobo se removiera inquieto como aquel día.

Park ladeó su cabeza, intentado mirar hacia ambos lados con desesperación. Chasqueó la lengua al no ver a nadie más. Posó su mano derecha nuevamente por sobre uno de los libros e inconscientemente llevó su mirada hacia la abertura que había entre aquel mismo librero, logrando que así pudiera ver hacia al frente.

Hizo un mohín en disgusto, sólo pudo percibir una cabellera castaña, una muy sedosa y brillante.

Sus manos empezaron a picar y pensó con rapidez, decidiendo correr y rodear el gran librero para poder ver a aquella persona perteneciente de tan especial aroma. Cuando dio por ganada la situación, se decepcionó totalmente al notar que ahí ya no había nadie.

Maldijo internamente. ¿A dónde se había ido?

Su pie derecho empezó a golpear el piso con ansiedad, estuvo a punto de volver a correr. Hasta que cayó en cuenta de sus actos.

"¿Qué diablos estoy haciendo?" negó con fuerza moviendo la cabeza. "Estúpido lobo" maldijo al saber que actuó en contra de su lado prudente y racional.

Se agradeció mentalmente después, sino ¿Qué estupidez hubiera hecho? Jongseong estaba aliviado por haberse controlado en su debido momento.

"¿Por qué siquiera reaccioné así con ese aroma?" el pelinegro negó una vez más.

Solo fue un malentendido, sí eso debió ser. Ahora le quedaba ignorar la persistencia de su lobo para que fuera a buscar al dueño de tan dulce y cálido aroma.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora