— ¿Y cómo es eso de que te fastidian? — comentó nuevamente el alfa, no estando contento con dejarlo pasar.
— Jay. — le advirtió con lentitud.
Ambos seguían caminando con tranquilidad hacia la dirección que Jungwon había impuesto. La tarde era cálida y podía disfrutarse del silencio en la que las calles estaban envueltas.
— No, Jay nada. — le contestó, soltando un sonoro suspiro después. — No tenemos porqué olvidar eso, deben aprender a respetarte.
"Tenemos" — aquella palabra en plural resonó en la mente del castaño. Se sentía tan bien escucharla.
— Uh, siempre fue así.
— ¿Y has hecho algo al respecto?
— Yo, bueno, yo creo que mejor es ignorarlos ¿No? — lo miró buscando algún atisbo de aprobación.
— Por supuesto que no. Tú debes dejarles en claro que no pueden meterse contigo ni para la más mínima broma.
— ¿Como tú?
El pelinegro arrugó el entrecejo, pero luego terminó por asentir. — Creo que sí. A mí siempre están hostigándome con sus aromas empalagosos y sus voces todas agudas y chillonas. Ah, lo odio. — se quejó. — Es por eso que soy frío y sin tacto, no pienso darles confianza o pasarlo por alto, ellos seguirían aún peor.
— Entiendo. — asintió el omega, ahora sabía con más exactitud el porqué de las acciones de Jongseong.
— Así que deberías hacer lo mismo. — detuvo su paso, haciendo que Jungwon hiciera lo mismo. — No tengas miedo, no hay nada diferente entre ellos y tú.
— Quizás-
— Promételo. — le interrumpió con suavidad. — No quiero que te hieran siendo tú un omega tan precioso. — sus palabras salieron sin ningún tipo de filtro, mordiéndose el labor inferior luego de ser consciente de cómo se escuchó aquello.
Jungwon bajó la mirada levemente avergonzado. ¿Cuántas veces más el alfa lo haría ruborizarse?
— Quiero que simplemente sonrías y que nadie intervenga en tu bienestar. — su lobo fue quien tomó cierto control, siendo sincero en todo momento. — Por favor. ¿Lo prometes?
— Lo prometo. — afirmó suavemente, con una pequeña y adorable sonrisa dibujando su rostro.
El alfa asintió satisfecho y retomó el paso. — Y si aun cuando te defiendes y esos estúpidos no logren entender, solo llámame. Cuéntame quiénes son y yo me encargaré de que no se vuelvan a acercar a ti.
— Gracias. — murmuró por lo bajo. No podía creer que el alfa estaba dispuesto a ayudarlo.
— No es nada, solo quiero que estés bien. — el silencio volvió a estar presente pero no era para nada incómodo.
Jungwon disfrutaba de la fresca brisa que acariciaba su rostro, a la vez que la calidez y la seguridad nunca dejó su cuerpo al seguir tomando la mano del alfa. Todo se sentía correcto y agradable.
— ¿Quieres un helado? — comentó Jongseong al notar un pequeño local de dicho postre. Su lobo le incitaba a consentirlo y él no iba a negarse.
Los ojitos gatunos del castaño brillaron con emoción. Hace cierto tiempo que no había tenido el tiempo de salir por unos helados y la proposición del alfa fue como el toque perfecto para aquel pesado día.
— Tomaré eso como un sí. — concluyó el pelinegro, observando como la carita del omega irradiaba en ternura. — ¿Cuál es tu sabor favorito?
— Vainilla. — comentó feliz. — ¿Y el tuyo?
— Manzana. — respondió ido. El omega soltaba muchas feromonas debido a su positivo estado de ánimo. El aroma lo adormecía notoriamente, queriendo abrazarlo con mucha fuerza para que nadie más pudiese ver a Jungwon.
— ¿Manzana? — hizo una mueca de confusión.
— Es decir, chocolate. — carraspeó. — Vamos por un par de conos. — lo dirigió con el toque firme y suave.
Ambos jóvenes hicieron su pedido y salieron rápidamente ya que la atención fue muy buena.
El omega hizo un sonidito de gusto al sentir aquel cremoso helado adherirse a su lengua. — Gracias Jay. — dijo después de darle otra lamida a su postre, sonriendo plenamente.
El pelinegro sonrió contagiado por el agradable momento, tomando nuevamente la mano de Jungwon para seguir con el camino. Se sentía más que feliz por haber visto la adorable expresión del omega frente suyo.
Ese momento no lo cambiaría por nada y estaba seguro que haría lo posible por ver esa amplia sonrisa otra vez. Por ver la forma en que aquellos ojos forman líneas curvadas y sus pequeños dientes salen a lucirse por completo, por ver sus adorablemente rosadas encías y la forma en cómo su nariz de botoncito se arruga con delicadeza.
Ahora más que nunca podía darle la razón a su lobo.
El omega era un ser precioso, tanto fuera como por dentro. No podía negarse ni dudarlo, sus almas estaban enlazadas desde hace milenios y sentía todo a flor de piel, presenciaba ya esa especial conexión.
— ¿Y si vamos conociéndonos más?
— ¿Preguntas triviales? — dijo el omega.
— Exacto, empiezo yo. ¿Estación favorita del año?
Jungwon lo pensó un poco. — Otoño. ¿El tuyo?
— Se podría decir que invierno, adoro los outfits en esa época. — sonrió. — ¿Animal favorito?
— Los perros, de hecho tengo una linda cachorra. — ¿Tienes alguno?
— Yo prefiero los gatitos, son la cosa más tierna de este mundo; aunque lamentablemente no puedo tener uno porque mi mamá es alérgica. — hizo un pequeño puchero de manera inconsciente, sacándole una leve risita a Jungwon. — ¿Color favorito?
— Adoro el amarillo.
— Es un bonito color. — asintió el alfa. — Pero me gusta más el azul.
— Ese también es muy lindo. — comentó con simpleza, paseando la mirada hasta llegar a su destino. — ¡Oh, ya estamos cerca! — exclamó con una sonrisa otra vez.
Jongseong sacudió su cabeza tratando de concentrarse y alzó la mirada justo en dónde el castaño indicaba. Ahora fue el omega quien dirigía al pelinegro, sintiéndose bien al saber que al alfa no le molestaba.
Los pasos cesaron cuando al fin ambos lograron llegar a la puerta principal de la casa de Jungwon.
— Uh, bueno, supongo que es momento de despedirnos. — habló el alfa, medio ¿cohibido?
— Sí, muchas gracias por lo de hoy. Me agrada ser tu amigo. — fue sincero al igual que la linda sonrisa que se plasmaba en su rostro.
— Claro. — respondió únicamente. No era como si aquella etiqueta le gustara a su lobo. — ¿Te veo mañana en la hora de entrada?
— Suena bien, nos vemos.
El alfa tuvo el impulso de acercarse al castaño y besar su frente, más luego se dio cuenta de sus intenciones y retuvo todo movimiento, estirando de nueva cuenta el ramo de tulipanes. — Por favor, tómalas. — su voz fue suave y dulce. — Son sinceras como mis intenciones de estar arrepentido.
Jungwon no sabía en qué momento el alfa podía llegar a ser así, pero de todas formas era algo que a él y a su lobo le gustaba. — Está bien. — susurró, cogiendo las flores y haciendo que ambas manos se rozaran levemente.
Jongseong carraspeó otra vez y con una pequeña sonrisa se despidió del omega, caminando en retroceso y de espaldas para poder seguir viendo a Jungwon hasta que este entrara a su hogar.
Suspiró sintiéndose realmente bien, había sido un gran día y ahora ya conocía la casa de su precioso omega.
Las cosas sí que podían cambiar si llegaba a planteárselas.
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𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉
Fanfiction❝Y pues así, eran tan solo el príncipe y el plebeyo.❞ Jongseong era el alfa más codiciado de la universidad. Jungwon uno de los omegas, que al igual que los demás, suspiraban por él, deseando poder llamar su atención. Será una conexión especial la q...