17: TOQUE

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El sonido de la campana indicó el tan ansiado horario de salida. Jungwon como pudo, dejó el ramo en su carpeta y acomodó todas sus lindas cosas en la mochila.

— ¿Y esas flores? — habló una omega, mirándolo con irritación.

Poco a poco el salón fue quedando vacío, dejando solo a aquellos dos estudiantes.

— Son tulipanes. — respondió con simpleza. — Se ven lindas. ¿Verdad?

— ¿Te las regalaron? — inquirió.

— Uh, sí. — sus mejillas volvieron a calentarse ante el recuerdo. — Bueno, yo, yo debo irme. Hasta luego. — hizo una venia respetuosamente ante la joven, pero al apenas dar un paso, la mano de esta en su muñeca lo detuvo.

— ¿Es cierto que te las dio Jay?

El omega frunció los labios sintiéndose incrédulo. — ¿Por qué lo dices?

— Solo responde maldita sea. — dijo entredientes. La castaña realmente estaba de un mal humor luego de que le contaran sobre el obsequio que Jungwon tenía. No era novedad para alguien que ella fuera una más en la lista de omegas que anhelaban estar con el pelinegro.

— ¿Para qué quieres saber? — el omega no sabía si decirle la verdad fuera buena idea. ¿Y si el alfa se molestaba?

— ¡Porque es ridículo! — exclamó soltándolo al fin. — ¡Es realmente estúpido que digan que alguien como Jay te haya regalado esas flores!

El corazón del castaño se oprimió. Siempre andaban menospreciándolo por cualquier cosa. Mordió levemente su labio inferior y trató de ignorar lo feo que aquellas palabras le hacían sentir.

— Si fue él u otra persona, no debería de importarte. Es mi vida. — contestó tratando de sonar tosco.

— Por supuesto que no me importas, a mí solo me importa Jay.

— Entonces quéjate con él, dile tu molestia. No me metas a mí en tus cosas. — reforzó el agarre en aquel pequeño ramo. — Veamos si él lo toma de buena manera.

La omega abrió la boca sintiéndose ofendida. — ¿Te estás burlando de mí?

— No quiero discutir por cosas absurdas. Adiós. — terminó tajantemente.

— ¡Hey no, esto no se acaba así! — la castaña intentó destrozar los tulipanes de Jungwon, pero el omega fue más rápido y corrió con alta agilidad hasta salir del salón.

Ya no importaba nada, sus ojitos inevitablemente se llenaron de lágrimas y deseaba con todas sus fuerzas el poder estar ya en casa, el poder llegar a su cálida familia que no trataba mal a nadie.

Jongseong quien se encontraba recostado en el borde del gran portón principal, se alarmó notoriamente al ver al omega alejándose cada vez más.

Sacó las manos de los bolsillos de su pantalón y fue detrás de él.

— ¡Jungwon!

El mencionado reconoció su voz, obedeciendo al recordar que había quedado encontrarse a la hora de salida.

— No, no. — murmuró quedamente, no quería que lo viera con los ojos rojizos y acuosos, con aquel aspecto que llevaba encima cada vez que se sentía rechazado.

— ¿Qué pasó? — el alfa al fin logró alcanzarlo, sus ojos se abrieron con desmesura al observar el rostro de Jungwon. — ¿Por qué estás así? ¿Pasa algo malo?

— No, yo... Uh, yo lo lamento pero tengo que irme. — miró el ramo con absoluto cariño, pero ya tenía suficientes inseguridades como para tener que soportar a que los demás lo recalquen. — Y ten, creo que no era necesario. — extendió las flores hacia el pecho del alfa, quien por inercia tuvo que tomarlas para que no cayeran.

— ¿Qué? Pero ¿De qué hablas? — estaba confundido.

— No quiero problemas.

— ¿Soy un problema para ti?

— No, tú...— resopló bajito. —...no lo entenderías.

— Si no me lo dices pues obviamente no podré entenderte. — lo miró con fijeza. — Vamos dímelo, tu aceptaste ser mi amigo, es normal que me lo cuentes.

— Tú sabes que todos las y los omega van detrás de ti. — confesó con leve molestia. — Están malentendiendo porque ya hasta se enteraron que me regalaste estos tulipanes.

— ¿Y? ¿Qué tienen que ver ellos aquí? — alzó una ceja. — Espera. ¿Están fastidiándote?

El omega mordió su labio inferior prefiriendo callar, total, ya había dicho lo que el pelinegro quería escuchar.

— Maldita sea. — gruñó por lo bajo. — ¿Es que no tienen una vida?

— No lo sé. Pero no te preocupes, es mi culpa, aún no me acostumbro del todo a que me digan malos comentarios. Tú no has sido la única razón por la que he soportado muchas burlas.

— Ellos no tienen ningún derecho a faltarte el respeto, Jungwon. — evitó enojarse. — No tienen porqué hacerlo.

— Ya me voy. — avisó de manera tímida, no quería escuchar más del tema. — Hasta luego.

— Déjame acompañarte. — respondió velozmente. — Al menos así podremos conversar más.

— Me encantaría, pero no quiero fastidiarte.

— No lo haces de ninguna forma. — tomó la mano del omega, sintiéndola suave y tibia.

Ambos se sometieron ante la suave corriente eléctrica que pasó por sus cuerpos.

El lobo de Jongseong se regocijó ante el toque, era sumamente magnífico sentir a su predestinado. —Vamos.

Jungwon volvió a sentir otra vez aquellos fuertes golpeteos de su corazón contra su pecho. Era fuerte e inexplicable. Miró ambas manos que estaban juntas y su lobo terminó por saltar con emoción. El tacto se sentía agradable y seguro, sensaciones nuevas lo envolvían.

— Vamos. — terminó por aceptar, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

El alfa sonrió complacido, estaba comenzando a gustarle aquel bello sonrojo natural que el castaño llevaba.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora