30: PRESENTACIÓN

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— Espera, Seongie. — el omega lo llamó, deteniéndose para que el mencionado también lo hiciera.

— ¿Ocurrió algo? — reforzó el agarre que tenía impuesto en la mano contraria y lo observó con atención.

Ambos se encontraban caminando cómodamente luego de haber tomado un taxi para acortar la distancia y el tiempo. Realmente no faltaba mucho para llegar a la casa del pelinegro.

— Eh, no es nada malo. — le sonrió brevemente. — Yo solo quería saber si, uh... Si sería bueno comprarle algo a tu padre. — comentó con duda y pena, aún no estaba totalmente preparado.

— ¿Pero qué dices, Won? — sacudió su cabeza, mirándolo con ternura desbordante. — Tú eres el invitado especial, no debes hacer nada de ello. Impresionarás a mi papá tan solo con tu presencia.

El omega sintió sus mejillas arder ante el comentario. — No estoy tan seguro de eso, no lo digas otra vez.

— Así será. — chasqueó la lengua y aprisionó la cintura del más bajo entre sus brazos. Cambiando de posición para seguir con el trayecto. — Ya verás que todo saldrá bien. — murmuró tenue, con los labios paseando delicadamente por el blanquecino cuello. Mediante el aroma podía sentir que el omega seguía muy nervioso. — Confía en mí. — le dejó un casto beso en donde algún día estaría su marca y se alejó para nuevamente tomarlo de la mano.

Los pasos se fueron acortando y, en menos de lo esperado, la joven pareja ya se encontraba frente a la pulcra puerta de roble.

— Es aquí. — tomó las llaves del bolsillo de su pantalón para disponerse a abrir la entrada, más esto no fue posible porque de ella salió repentinamente la razón por la cual Jungwon estaba inseguro.

— ¡Ya están aquí! — chilló con emoción. — ¡Bienvenido, Jungwon! — el aludido fue apartado del alfa para ser abrazado fuertemente por el omega mayor. — No sabes lo emocionado que estaba por conocerte. Cuando Jay me lo dijo ni siquiera pude creerlo.

— Papá. — trató de intervenir el pelinegro algo incómodo.

— ¡Pero mírate! — y obviamente su padre no le prestaba atención. — Eres un omega adorable y precioso con esos ojitos gatunos y las mejillas ruborizadas.

Jungwon sintió que su cara estaba caliente cada vez más. Y de cierto modo, se sentía aliviado al ver que el papá del alfa era una persona sumamente dulce y parlanchina. Sinceramente él, hasta se esperaba a esos típicos suegros que odiaban a las parejas de sus hijos por robarles la atención, vaya calma al comprobar que su suerte era grande.

— Jay me ha dicho que eres muy inteligente y además de eso, creo que eres muy valiente. — sonrió al ver el rostro confundido del menor. — Demasiado valiente diría yo al saber cómo es de difícil y brusco este niño.

El castaño soltó una risita baja y armoniosa, sintiendo como las manos del alfa se adherían a su cintura.

— Papá, ya es suficiente. Mejor pasemos ¿Si?

— Hey, hey, nada de tocar. — le advirtió, dándole palmadas en las manos para que soltara a Jungwon.

— ¿Qué? Pero. ¿Por qué? — casi enmudeció, totalmente incrédulo ante lo que estaba presenciando. — Estamos saliendo y-

— Y nada jovencito. — le interrumpió. — De eso hablaremos después, la decisión más importante la tomarán los padres de Jungwon.

— Tienes unas ideas tradicionales tan anticuadas. — rodó los ojos.

— ¡Jongseong! — y para su sorpresa, fue regañado a la misma vez por ambos omegas.

— Es algo importante para todo omega al ser cortejado, así que lo mejor es que vayas acelerando el paso porque Jungwon es un omega tan bonito que de seguro hay muchos alfas queriendo su atención. — el pelinegro reprimió un gruñido de tan solo imaginarlo. — Y ese es otro tema muy largo que podremos hablar después.

Jungwon se le fue arrebatado una vez más de las manos del pelinegro gracias al omega mayor, quien muy alegre y entusiasmado, dirigió a su futuro yerno dentro de la casa.

— Ponte cómodo en la mesa, estuve alistando todo y solo faltan los cubiertos.

— Iré yo. — avisó Jongseong con una resplandeciente sonrisa. — Ustedes siéntense, omegas.

El castaño le correspondió de manera tímida, tomando una silla y dejando otra para el alfa. Jimin se sintió complacido por la manera en cómo su joven hijo miraba completamente enamorado al omega menor. Jamás pensó que algún día aquella escena se hiciera realidad.

— Realmente estoy tan feliz con todo esto. — empezó el mayor, ganándose la atención de Jungwon. — Desde aquel día en que mi lazo se rompió, el corazón de mi cachorro también lo hizo. — su voz fue poco audible, los recuerdos siempre podían dañar de alguna manera.

El castaño sintió un choque de sorpresa instantánea. ¿Un lazo rato? Eso sin duda, era algo complicado y doloroso para cualquier omega u alfa que haya estado profundamente enamorado. Las emociones y sensaciones compartidas en una pareja morían o decaían en una honda tristeza, afectando aún más a su lado lobuno, ese que amaba sin inhibiciones, ni prejuicios.

— Pero es algo que logré superar por mi bebé. — sonrió con un deje de tristeza. — Lo único que me siguió preocupando fue cómo iba a hacer para que Jongseong cambiara de cierta ideología errónea. Él también fue decepcionado y llevado a otra realidad que no merecía conocer.

Jungwon posó su mano sobre la de Jimin y la apretó suavemente, dándole a entender que estaría ahí para apoyarlo como un nuevo miembro de la familia.

— Sin embargo, con tu llegada a su vida, con todo lo que me ha contado sobre ti y los sentimientos que empezaba a conocer por tu causa, puedo decir que esto siempre estuvo planeado por la Diosa Luna. —correspondió el toque. — Estoy muy agradecido porque mi cachorro va aprender a amar y será amado, y eso es algo realmente bonito de vivir.

— Al comienzo no fue fácil, pero poco a poco Jay y yo lo estaremos logrando. Los agradecimientos son míos por permitirme ser compañero de su hijo.

— Ustedes son pareja destinada, y eso nadie lo cambiará. — su sonrisa fue más amplia. — ¿Por qué me opondría yo? Solo quiero ver cómo todo esto florece y de aquí a un par de años cargar a mis nietos. — bromeó con la última frase.

— S-señor Jimin. — se quejó con suma vergüenza y sus mejillas volvieron a colorearse de un tono rosa.

El aludido rió. — No me digas señor, me haces sentir muy viejo. Solo llámame Min, suena más lindo. — arrugó su nariz y sonrió, contagiando su buen aura al joven pálido.

Ambos llevándose realmente bien frente a Jongseong, quien ya se imaginaba un cálido momento familiar cuando Jungwon sea oficialmente su omega en todo el sentido de la importante palabra.

Después de todo, el mediodía y casi toda la tarde fue decorada de charlas, sonrisas, bromas y comentarios simpáticos. Nada mejor que pasar el tiempo con las personas que más amas, Jongseong se sentía totalmente afortunado.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora