Habían pasado dos días desde el último percance que Jongseong y Riki habían tenido. El pelinegro sabía que tenían que llegar a un acuerdo o, al menos deseaba que el otro alfa no llegara a tenerle alguna especie de rencor por sus acciones impulsivas y toscas.Así que, después de que había dejado a Jungwon en su respectivo salón, decidió ir al suyo que era justamente el que compartía con el azabache por las clases de Economía Política.
Para su suerte, llegó temprano, mucho antes de que el profesor Gwon llegara. Rápidamente buscó con la mirada a Riki y al encontrarlo, se encaminó para sentarse en la carpeta de al lado.
— Hey, Nishimura. — intentó llamar su atención, ya que este se mantenía sumido en la lectura de un pequeño libro. — Nishimura. — insistió. — ¡Nishimura Riki! — alzó la voz a la vez que tocaba su hombro.
El mencionado rápidamente dio un respingo y volteó a verlo.
— Park, casi me matas de un susto. ¿Era necesario gritar?
El pelinegro rodó los ojos y soltó un resoplido, pidiendo bastante paciencia para no arruinar las cosas otra vez.
"Tranquilo, todo es por Jungwon. Todo es por él." — se repitió mentalmente como si aquello fuera un mantra.
— Ah, bueno, yo quería hablarte sobre algo. Pensan- — sus palabras fueron interrumpidas por el fuerte sonido de la campana.
Ahora Jongseong maldecía que el profesor fuera tan estrictamente puntual, pues había interrumpido su pequeña charla de disculpas que había preparado para Nishimura. Y es que el pelinegro era tan arisco y orgulloso que se le estaba siendo complicado hacerlo, más no podía arrepentirse.
Tenía que enmendar su error.
— ¿Qué ibas a decir? — le susurró, tratando de no ser descubierto por el maestro Gwon.
— Olvídalo, te lo diré al final de esta clase.
El azabache simplemente se encogió de hombros y asintió, acomodándose nuevamente en su asiento y tomando atención a la clase que ya estaba siendo expuesta.
Los minutos fueron pasando, el método de aprendizaje era el mismo que el profesor siempre empleaba para los alumnos, así que la mañana fue ligera y no tan cargada de trabajos dificultosos como lo era en otros cursos.
— Muy bien, jóvenes. Eso fue todo por hoy. — anunció aquel señor, para luego darle el paso al timbre de la campana.
Todos se levantaron e hicieron una leve venia en señal de respeto para luego alistarse y salir hacia sus siguientes clases.
— Ya está. ¿Qué es lo que querías decirme? — habló Riki, tomando entre sus manos todas las cosas que usó.
— Bueno, quería pedirte disculpas. — respondió el pelinegro levantándose pero sin dirigirle la mirada.
El otro alfa arqueó una ceja y lo miró con duda. — ¿Lo dices en serio o es algún tipo de broma?
Esta vez Jongseong si lo miró, pero con suma indignación. — ¿Qué tratas de decir?
— Nah, lo siento por eso, pero es que es muy extraño que tú me estés hablando y más aún para pedirme disculpas. — ambos se encaminaron hacia la puerta. — Eso no es algo que se vea todos los días.
— Voy a ignorar eso. — bufó. — Pero no estoy jugando cuando te digo que, sinceramente te debo unas grandes disculpas por mi actitud algo ¿impulsiva? — dudó sintiéndose raro. — Sí, algo brusca e impulsiva. Y es que ciertamente mi lobo ejerce un control un poco más fuerte que a veces no puedo dominar y tiene razón, debo aprender a hacerlo. Y más aún cuando se trata del mejor amigo de mi omega.
— ¡Espera, espera! ¿Tu omega? — el azabache se escandalizó y Jongseong mordió su labio inferior dándose por vencido.
— Ah, sí, bueno. No es mi omega oficialmente pero, él es, Jungwon es... — el pelinegro no lo entendía.
Hasta mencionar al precioso omega le causaba pena. Una especie de timidez que por primera vez experimentaba.
— Es tu predestinado. — completó con firmeza.
— ¿Cómo…?
— No fue tan difícil, Jongseong. — le sonrió. — Todos saben la leyenda de estas parejas o, al menos mi madre siempre me la contó. Recuerdo varias cosas que coincidieron con lo que Jungwon me dijo acerca de lo que sentía él y su lobo. Ah, y también sobre tu aroma, con eso acerté creo yo.
— ¿Qué?
— ¿No lo sabes?
— Bueno, nunca le presté atención a esas cosas.
— Mi madre me llegó a decir que todos poseemos dos aromas distintos y que solo nuestra pareja predestinada puede percibir ambas, para que de esa manera puedan reconocerse con mayor facilidad. Es decir, yo solo siento el aroma a manzanas de Jungwon, pero tú notas otro. ¿Verdad?
— Uh, sí, él tiene olor a manzanas y caramelo. Pero, un momento... si tú lo sabes, entonces. ¿Ya se lo dijiste?
— No, no pensaba hacerlo porque creí que él podía darse cuenta. Las cosas fueron claras pero creo que él está medio distraído como tú. Así que no te preocupes, no se lo diré. — bromeó, riéndose de sí mismo. — ¿Cómo sabes que es tu predestinado si no escuchaste nada relacionado?
— Fue gracias a mi papá. Pero entonces, volviendo al tema. ¿Aceptas mis disculpas?
— ¡Oh, cierto! Lo había olvidado. — volvió a soltar leves risitas. — Claro que las acepto, Jay. La única condición es que no me tomes como enemigo porque le tengo un gran amor a Jungwon como mi mejor amigo, es solo eso. — alzó ambas manos en rendición.
— Claro que no ya te veo así. — sonrió. — Trataré de mejorar, te lo aseguro.
— De acuerdo, confío en ti. Es mi cuello el que está en juego. — ambos sonrieron para luego el azabache extender la mano en dirección al otro alfa — ¿Amigos por Jungwon?
— Amigos. — correspondió el gesto.
El ambiente fue ameno, hasta que ambos recordaron que tenían más clases y aún no se habían ido ni siquiera a sus respectivos casilleros a tomar otros materiales. Se despidieron con prisa y cada uno corrió con desesperación.
Al menos había valido la pena, Jongseong ya se sentía mejor luego de la charla con Riki.
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𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉
Fanfiction❝Y pues así, eran tan solo el príncipe y el plebeyo.❞ Jongseong era el alfa más codiciado de la universidad. Jungwon uno de los omegas, que al igual que los demás, suspiraban por él, deseando poder llamar su atención. Será una conexión especial la q...