19: CELOS

2.3K 340 98
                                    

El castaño estuvo merodeando por el pasillo en busca de su respectivo casillero. Era temprano así que decidió tomarse el tiempo con calma.

— ¡Jungwon, Jungwon! — el alegre llamado del azabache lo hizo detenerse.

— ¡Nishi! — sonrió ampliamente, corriendo con rapidez hacia los brazos extendidos del alfa.

— ¿Cómo amaneciste, eh? — preguntó en tono dulce. Abrazándolo por un buen tiempo.

— Muy bien. ¿Y tú?

— Igual que siempre, con mucho sueño. — bromeó, separándose del omega. — Pero muy, muy feliz de verte.

— No exageres~. — golpeó levemente su abdomen.

— Un día es como un año para mí. — dramatizó, haciendo reír a Jungwon. — Pero no importa, vamos a dejar nuestras cosas. — rodeó los hombros del más bajo y juntos se dirigieron hacia dicho lugar.

Al llegar, Riki fue mucho más rápido en coger sus cuadernos y cerrar su casillero, para luego recostarse de lado y observar al omega con curiosidad.

— ¿Y pasó algo? — cuestionó, intentando ocultar su traviesa sonrisa.

— ¿Sobre qué? — terminó con su trabajo y se puso frente al azabache.

— No sé, quizás sobre cierto alfa de cabello negro. — se encogió de hombros. Felicitándose mentalmente al ver las sonrosadas mejillas de Jungwon.

— No sé a qué te refieres. — su mirada vaciló con timidez.

— Oh, claro que sí sabes. — canturreó divertido.

— ¿Por qué no nos vamos ya, uh? — lo evadió, empezando a caminar rápidamente.

Jungwon no tenía pensado contar algo con respecto a Jongseong. ¿Y si el alfa se enojaba? Aún no podía pasar por alto todo el mal genio que Park se cargaba cuando se trataba de algún omega. Yang no quería correr algún riesgo.

— ¿Por qué huyes? ¿Pasó algo significativo? — fue detrás de él.

— No digas esas cosas. — apegó los cuadernos a su pecho. — Somos amigos y ya, no hablemos de ese tema.

— Hey, espera. — posó su mano en el hombro del castaño.

Suelta a mi omega. — la voz de Jongseong hizo acto de presencia.

Jungwon instintivamente se quedó quieto por completo. El tono era muy fuerte para su lobo y sabía de sobra el dueño de aquella voz solo podía ser el pelinegro.

El azabache se alejó del omega para dar vuelta y ver a Jongseong. Haciendo que Jungwon hiciera lo mismo, sintiendo como el aroma de Park estaba medio agrio debido al enojo.

— ¿Disculpa? — arqueó una ceja. Nishimura podía ser un chico muy educado y alegre. Pero al ser alfa, su lobo tampoco podía dejarse mandar por otro.

— Te disculpo. — sonrió ladino. — Solo quería aclarar que soltaras a mi omega.

Si bien Jungwon estaba sonrojado, esta vez el color carmín en su rostro fue mucho más efusivo.

— ¿Qué? — susurró incrédulo, no siendo notado.

— Déjame pasar. — le gruñó, intentando rodear a Riki.

El azabache colocó sus manos en el pecho de Jongseong, empujándolo. — No permitiré eso. ¿Eres consciente de cómo estás? Asustarás a Jungwon. — le devolvió el gruñido.

— Tú no eres nadie para decirme qué hacer. — lo encaró, su mandíbula estaba notoriamente tensa y su mirada trataba de dominar a Nishimura.

— Estás haciendo un maldito problema por nada.

— ¿Te parece poco tocar a mi omega?

— ¡Deja de usar esa puta voz! — bramó con fuerza. — Ponte límites, Park.

— ¿Y sino qué?

El castaño se alarmó, por más que sabía que estaba corriendo peligro al presenciar una discusión entre alfas, su lobo le decía una y otra vez que calmara a Jongseong.

A su alfa.

— ¡Espera, espera! — el omega dejó sus cuadernos en el suelo y por instinto, abrazó a Park fuertemente. — Cálmate, respira con tranquilidad. — le susurró con suavidad.

Riki retrocedió al ver las acciones del omega. Realmente quedó escéptico ante la imagen que parecía muy lejos a ser posible. No lo dudó mucho y salió de aquel pasillo rápidamente.

Las cosas parecían haberse calmado.

El pelinegro sostuvo a Jungwon de la cintura, llevando su nariz a la unión del cuello y hombro del omega en donde su aroma era mucho más fuerte.

— Así, tranquilízate por favor. — comentó, dejando suaves caricias en el cabello del alfa.

Suspirando de alivio al ver que la respiración de Jongseong en su piel empezaba a regularse.

Jungwon intentó soltar sus feromonas, sintiendo luego que el pelinegro rodeaba su torso con ambos brazos de manera posesiva. La nariz del alfa rozaba su cuello con delicadeza, aspirando el dulce aroma a manzana y caramelo.

— ¿Estás mejor? — dudó al momento de preguntar. Pero de cierta forma se sentía bien al notar que Jongseong no había reaccionado de mala manera. — Lamento si te incomodo. — llevó sus manos a los hombros del alfa intentando separarse.

— No, no, espera. Solo un poco más. — pidió suavemente. Acercando a Jungwon hacia su pecho de nueva cuenta.

Park no podía evitarlo. El precioso omega destilaba un aroma tan suave y dulzón que lo hacía sentir cálido y relajado.

Una sensación completamente maravillosa. Una tan fuerte que pudo calmar con los golpes de su lobo debido a los incontrolables celos.

Había mucho que aprender y mejorar. Pero con Jungwon a su lado, la neblina empezaba a desaparecer lentamente.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora