11: CHARLA

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— Y bueno, creo que ya podemos hablar cómodamente. — sugirió Jimin.

Ambos estuvieron comiendo tranquilamente. Luego de ello el omega mayor terminó por lavar todos los utensilios y platos usados. Ahora mismo se encontraba sentado en el gran sofá, con Jongseong a su lado luciendo cabizbajo.

El alfa dio un sonoro suspiro y levantó la mirada, justo en el momento exacto en el que su padre le brindó una cálida sonrisa.

— Puedes confiar en mí. Vamos. — lo ánimo con paciencia, tomando las manos de su hijo para transmitirle más confianza.

— Papá, yo me estoy sintiendo demasiado extraño. — repitió. — Mi lobo comenzó a dominar mi cuerpo y no me gusta.

Jimin arqueó una ceja y emitió un pequeño sonido de labios para que prosiguiera.

— Y todo empezó porque... — frunció sus labios, no quería decirlo.

— Porque...— le incitó a que completara la frase.

— Creo que todo pasó por culpa de un omega. — resopló fastidiado. — Papá, fue por un omega.

— Pero no hay nada de malo en eso, cariño.

— Todo está mal. Yo no quiero absolutamente nada, yo no quiero ponerme así de raro. Incluso esto me generó una casi pelea con un alfa desconocido y una discusión con Heeseung. — se removió en un posible ataque de ansiedad.

Jimin fue más rápido y tomó suavemente el rostro de hijo en sus manos. Dándole leves caricias con los pulgares. — Cachorro, mírame. — musitó con una dulce voz, propia de su instinto de omega maternal. — Tranquilízate, esto no puedo ir contra ti. ¿Está bien?

El pelinegro colocó sus manos sobre las de su padre. — Mi lobo está fastidiándome, estoy en desacuerdo con lo que quiere y por eso me obliga a hacer cosas que no quiero. Está tomando el control de mí.

— Está saliendo a flote tu instinto natural de alfa, muchas veces pasa, Jongseongie. No tienes por qué alarmarte, aunque...— lo miró fijamente. —... ¿Dices que es a causa de un omega?

El alfa asintió varias veces.

— ¿Podrías contarme lo que sabes de él y lo que sientes cada vez que lo miras?

Jongseong soltó un profundo suspiro. De inmediato, sus orbes fueron decorados por un brillo especial y desconocido por su padre.

— Lo primero que pude sentir en él fue su aroma....— incluso su voz cambió a una más suave y con cierto ápice de adoración. Su lobo estaba reaccionando otra vez ante la mención del omega. — ...su dulce aroma a manzanas y caramelo.

— ¿Dos aromas? — el lobo de Jimin saltó con emoción. ¿Podía ser cierto?

— Uh, sí. Dos olores que combinan a la perfección.

— ¿Y qué pasa con tu lobo cada que lo miras o estás cerca de él?

— Odio sentirlo, apenas han pasado tres días y lo único que mi alfa interno desea es estar el mayor tiempo con él. Me reclama el porqué no hago nada para cortejarlo, abrazarlo y protegerlo. — frunció los labios. — Es como si sintiera que su aroma es lo único que puede arrullarme de manera tan perfecta como lo haces tú, papá.

— Cariño, eso es más que suficiente. Eso es algo increíble y me pone demasiado feliz. — una sonrisa empezó a ampliarse en su delicado rostro. — Ese omega es tu — Jongseong lo interrumpió.

— ¡No, papá! — se exaltó no pudiendo evitarlo. — No digas eso.

— Pero es la verdad, está más que claro. — tomó nuevamente sus manos para que no huyera. —Tu lobo ha reaccionado ante el llamado de aquel omega, ha despertado tu instinto de alfa y por eso hace esto. Sólo está tratando de anunciártelo.

— No, no. Yo no quiero nada de eso.

— Escucha, tal vez tienes miedo de las nuevas sensaciones que estás teniendo. Pero cariño, esto es parte de tu vida y no tienes por qué pensarlo demasiado.

— No quiero salir lastimado. — susurró.

— Hey no pienses en eso. Tu omega sería incapaz de hacerte algún daño. Ambos están creados para amarse y protegerse ante cualquier obstáculo que se les presente.

— ¿Y qué pasó con mi padre? — soltó inesperadamente, sorbiendo su pequeña nariz.

Jimin calló por unos instantes. Aquel tema ya no le afectaba, pero de cierta forma aquel alfa que alguna vez amó, le permitió vivir una de las etapas más hermosas de su vida, el poder tener un cachorro.

Sin duda fue un hombre que marcó su vida.

— Él no tiene nada que ver aquí, cariño.

— Él nos dejó, no le importó nada.

— Tu padre encontró a su pareja destinada, eso fue lo que pasó. — le explicó con lentitud. — A veces el destino nos juega una mala pasada, pero a la vez nos enseña y permite muchas otras cosas. Por él es que te tengo a ti, Jongseongie.

— No debió irse.

— Fue su decisión, yo no podía obligarlo a que se quedara y me amara falsamente. Eso tan solo nos hubiera dañado más. — suspiró. — Quizás su error fue no volver para poder verte otra vez, pero es que se sintió tan avergonzado de haber terminado nuestro lazo de esta manera. No hay que culpar a nadie.

— Tú la pasaste muy mal. — murmuró.

— Lo sé, amor, lo sé. Fue muy difícil superar algo como esto, pero después de todo, mi motivación para seguir fuiste y siempre serás tú. Ya dejé ir el pasado, un pasado que tenía que pasar de alguna u otra manera.

— Odio a las parejas destinadas.

— No digas eso. — negó con suavidad. — Encontrar a tu pareja destinada es la dicha más grande que la Diosa Luna puede concedernos.

— Pero lastima a los demás y eso a nadie le importa.

— Todo pasa por algo. La vida se trata de llorar y reír, aprender y errar, triunfar y perder. — sonrió por unos instantes. — Pero, Jongseong, nada de esto es una coincidencia. Desde milenios, nuestro destino ya está escrito para cumplirse en algún momento.

— Papá. — fue interrumpido por omega mayor.

— Yo ahora estoy más que bien, cachorro. — una de sus manos se posaron en la tersa mejilla de Jongseong. — No desperdicies la oportunidad de ser feliz con alguien más, con tu alguien especial que por fin ha llegado.

El pelinegro miró fijamente a su padre, presenciando todo ese toque sutil y seguro con el que le hablaba.

— Deja lo malo atrás. Estamos juntos siendo una pequeña familia, nada más debe preocuparte. Ahora enfócate en lo que tu lobo dictamine.

Jongseong mordió levemente su labio inferior, las palabras de su padre siempre eran tan profundas que lograban calar muy dentro de él. Dejándolo con muchos pensamientos de por medio.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora