27: NOSOTROS

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— Seongie, basta. — murmuraba Jungwon en medio de suaves risitas. Y es que todo se debía a que el aludido no pudo resistirse a estar tanto tiempo lejos de su omega, por lo cual, ni bien la hora de salida se marcó con el sonido de la campana, Jongseong había casi corrido hasta el salón respectivo del castaño. Tanto él como su lobo deseaban tenerlo cerca y rodearlo completamente de su aroma.

Cuando apenas lo vio salir, el alfa lo había recibido con un sorpresivo abrazo en la cintura, besando inmediatamente los belfos adversos y causando un efusivo sonrojo en las mejillas de Jungwon. El más bajo no sabía cómo corresponder exactamente, así que rodeó el cuello del alfa con ambos brazos mientras intentaba caminar.

Era una imagen adorable, pero muchos a su alrededor empezaron a mirarlos con fastidio y cierta envidia. ¿Cómo es que el atractivo príncipe estaba al lado de aquel plebeyo común y corriente?

Sea cual sea la forma en la que los omegas se referían a la pareja, a Jongseong le importaba muy poco y es que no podía detenerse a pensar en algo más que no sea el compartir todo el tiempo posible con su precioso castaño.

— Te extrañé mucho. — habló el pelinegro ni bien concluyeron con el último beso. Inmediatamente entrelazó su mano con la contraria y se dispusieron a caminar hacia el portón de salida.

Jungwon sonrió apenado, observando el agarre impuesto y la bonita diferencia entre ambas manos que estaban juntas. — Pero nos vimos en el receso, no seas exagerado. — intentó no mostrarse enternecido por las muestras de cariño que Jongseong siempre se esforzaba en darle. Aún le costaba aceptar que aquello era real.

— Puedes tomarlo como quieras. — se encogió de hombros con diversión, halando nuevamente al castaño para ponerlo frente a él y besar aquellos dulces labios.

Desde aquel día en el que habían dado su primer beso, el alfa quiso rememorar una y otra vez las sensaciones que aquel sutil tacto le causaba internamente. Habían pasado varias semanas pero él no podía detenerse, amaba sentir al omega de aquella manera especial.

— Seongie. — intentaba llamarlo, las ganas de sonreír lo inundaban porque el mencionado le daba muchos besitos cortos y efímeros, creando el sonido de suaves chasquidos debido a que el contacto era súbitamente casto.

— ¡Oigan, no coman delante de los pobres! — aquel grito solo podía ser de Heeseung, quien vino inesperadamente a interrumpir el momento por simple gusto suyo.

El pelinegro se esforzó mucho en no gruñir, y a cambio de ello, soltó a Jungwon para abrazarlo por la espalda e intentar dejar su aroma impregnado en él. Puede que Lee sea su único mejor amigo, pero también era un alfa y Jongseong no podía dejar su lado posesivo fácilmente.

— Ustedes desprenden feromonas de amor. — exclamó con cierto ápice divertido, el pelirrojo se sentía realmente contento al ver a Jongseong en una nueva faceta.

Jungwon tragó saliva sintiéndose cohibido, no se había dado cuenta que aún estaban en la universidad y con varias personas transitando por ahí. Casi siempre le pasaba eso, perdía la noción del tiempo y del lugar cuando era envuelto en la calidez que los brazos del alfa le proporcionaban.

— Y bueno. ¿No nos vas a presentar? — inquirió el pelirrojo al notar el silencio que se había creado entre los tres.

— Heeseung...— intentó advertirle.

— ¡Olvídalo! Lo haré yo. — sonrió ampliamente, extendiendo su mano hacia el bonito omega. —Un gusto en conocerte, mi nombre es Lee Heeseung y soy el mejor amigo de este gruñón.

Jungwon le correspondió el saludo al igual que la sonrisa. El ambiente se volvió más ameno. — Un gusto, Heeseung. Yo soy-

— Tú eres Jungwon, ya lo sé. — concluyó el pelirrojo, ganándose la extraña mirada del aludido. — Y no te preocupes, lo sé porque Jay menciona tu nombre a cada momento con una sonrisa de completo idiota. Lo tienes muy enamorado.

— ¡Lee! — se quejó sintiéndose repentinamente apenado al igual que Jungwon. Escuchar aquello salir de la boca de alguien más era distinto.

Heeseung lo ignoró olímpicamente. Al parecer había encontrado un nuevo pasatiempo favorito. — ¿Y cómo se siente estar con tu pareja destinada?

— ¿Destinada? ¿A qué te refieres?

Jongseong se tensó de inmediato.

— Heeseung guarda silencio, por favor.

— ¿Qué, aún no lo sabe? — ladeo levemente su cabeza en clara muestra de confusión.

— ¿Saber qué?

— Sobre que son parejas destinadas.

— ¡Lee Heeseung! — su rostro se deformó en una terrible mueca de enojo. Había arruinado sus planes.

Jungwon abrió sus ojitos mucho más de lo que normalmente pudiera hacer y giró sutilmente sobre su eje hasta encarar al pelinegro. Él sabía de aquella leyenda, su madre siempre le contaba lo maravilloso que era el encontrar a aquella persona destinada en cuerpo y alma. Su corazón latió con desenfreno, yendo a un ritmo conmocionado ante la ilusión.

— Eso... ¿Eso es cierto? — apenas y pudo murmurar.

Jongseong relamió sus labios, soltando sutilmente al omega y mirándolo fijamente a los ojos. — Yo, uh, sí. Nosotros somos pareja destinada.

— ¿P-pero cómo? Y-yo no me di cuenta. — de inmediato tapó su boca con ambas manos y un suave rubor coloreó sus mejillas.

— Pensaba decirte todo esto en un lugar más especial y en el momento indicado. — confesó con cierta timidez, rascando nerviosamente su nuca. — Lástima que mi mejor amigo no sabe callarse cuando debe. — su mirada se dirigió a Heeseung, quien seguía ahí comprobando que quizás lo había arruinado.

— ¿Disculpa? — preguntó con inocencia, una pequeña sonrisa torcida se presenció en su rostro.

— Recuerdo haberte dicho que no deseaba que alguien más se lo dijera a Jungwon, quería hacerlo yo de manera única. — le reprochó.

— Ya, ya, déjalo tranquilo. De todas formas lo importante es que lo somos. ¿Verdad? — interrumpió el castaño, tomando la mano derecha del alfa para luego darle un pequeño beso en la mejilla.

La tensión desapareció y el pelirrojo estaba internamente agradecido con Jungwon por haberlo salvado.

— ¡Sí! Yo, eh, yo ya me voy. ¡Nos vemos luego! — exclamó, trotando rápidamente hasta la salida.

— ¡Heeseung! — alcanzó a gritar, pero obviamente el mencionado no se iba a detener.

— Jay... — lo llamó, halándolo de la mano para que lo mirara a él. — Ya, quita esa carita. — habló dulcemente, sonriendo al notar que el ceño fruncido del alfa había desaparecido. De inmediato, se puso de puntitas, frotando su naricita con la contraria de manera delicada y haciendo una vez más, que el alfa olvidara cualquier pensamiento negativo.

¿Es así es como funciona el amor?

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora