20: CHOCOLATE

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— Uh, J-Jay, creo que ya es suficiente. — titubeó al momento de hablarle, pero es que las miradas de los demás a su alrededor lo estaban incomodando demasiado.

El alfa se quería negar en absoluto, la sensación de estar junto a Jungwon era tan cálida que por el momento, era lo único que necesitaba.

— Está bien. — susurró quedo y dándose por vencido, no era como si obligar a Jungwon fuera algo sensato de su parte.

— ¿Ya estás mejor? — dejó sus manos en los hombros de Jongseong.

— Uh, sí. Jungwon, yo... yo lo lamento. — suspiró. — Estuve a punto de perder el control otra vez.

— Creo que no deberías de disculparte conmigo, sino con Riki.

— Ah, es que no pude, él te abrazó mucho y después estuvo tocándote y ahg, simplemente no podía soportarlo.

— Pero no tenías por qué ponerte así, tú eres mi amigo y él, él es mi mejor amigo. — el alfa pudo divisar un pequeño puchero en los finos belfos del castaño. — Yo le tengo mucha confianza y siempre me ha tratado así.

— Ah, perdón, soy una persona estúpida, no quise causar problemas. — la ofuscación empezó a dominarlo. Puso ambas manos en su cabello y trató de controlarse para no hacerse algún daño, su lobo quería dominarlo nuevamente al sentir la decepción que le causó al omega.

— Hey, está bien. No hagas eso. — otra vez intentó calmarlo, colocando sus manos encima de las del pelinegro y tratando de mirarlo fijamente. — No eres estúpido, por supuesto que no. — el alfa se detuvo y conectó su mirada con atención, apreciando aquellos bellos orbes brillantes. — Todos cometemos errores, pero eso no significa que no puedas enmendarlos. — tanto su voz como su aroma fueron dulces y suaves. Un toque delicado, dejando a Jongseong en un estado de profunda tranquilidad que estaba empezando a encantarle. — Solo pídele disculpas, Riki no se negará. — le incitó, sonriendo lindamente como solo el omega podía hacerlo.

— Uh, está bien. Pero yo, yo quisiera antes entregarte algo. — su garganta medio se debilitó producto de los extraños y repentinos nervios. — Espera.

Jungwon lo miró con algo de confusión, para luego alejarse prudentemente del alfa y ver lo que este hacía. Sus preciosos ojitos se agrandaron al notar como el pelinegro sacaba de su mochila una cajita de chocolates.

El omega amaba muchas cosas, y entre ellas, eran los chocolates. Ya sean dulces o amargos, con maní o avellanas, de cualquier forma o de leche, a Jungwon le encantaba degustarlos.

— Son mixtos porque no sabía exactamente cuál escoger. — admitió apenado.

Tal vez si Heeseung estuviera ahí, no creería el gran cambio de actitud que su mejor amigo tenía con el omega.

— Aww~ ¡Gracias, gracias! — exclamó con felicidad genuina. — ¡Me encantan mucho los chocolates!

El mal sentir del pelinegro se disipó, ver la preciosa sonrisa de Jungwon era algo tan resplandeciente y especial que fácilmente podía olvidar cualquier problema.

— Me alegra, tómalos. — le extendió la cajita y el castaño no esperó nada más para poder tenerlos. No se contuvo y le dio otro corto abrazo, sorprendiendo a Jongseong de tal modo.

Y es que alfa estaba pensando que por ver su sonrisa, sería capaz de hacer cualquier cosa.

— Serán muy especiales, gracias. — apegó el pequeño paquete a su pecho y se encogió de hombros de una manera sumamente adorable. Sus pequeños dientes relucían y sus posadas encías eran dignas de apreciar.

Todo en Jungwon era plenamente precioso.

— No es nada. — carraspeó medio tímido.

Pero al percibir que las feromonas de alegría del omega estaban siendo combinadas por olores amargos y agrios, frunció el ceño de manera inevitable. Su vista dejó al omega para poder ver a su alrededor, sintiendo una pequeña inquietud y enojo al notar que varios ahí estaban mirándolos de manera desagradable.

— ¿Tienen algún problema? — alzó su voz, poniéndose al frente del cuerpo de Jungwon.

Una omega rubia arqueó la ceja con diversión, mientras que los dos omegas que estaban a cada lado suyo se cruzaron de brazos, retando al alfa con la mirada.

— Oh, no es nada Jay-oppa~ — el mencionado hizo un mohín de disgusto al escuchar aquella aguda y chillona voz. — Pero es que me parece curioso la forma en cómo se burla de Yang al regalarle unos estúpidos chocolates. — los omega rieron fingidamente. — ¿Por qué lo ilusiona?

— A su alrededor hay miles de omegas, mucho mejores que el raro castaño. Incluso uno de nosotros~ — habló melosamente.

— Cierren la boca, ahora mismo. — decretó, era la forma más fácil y calmada que podía hacer para no ocasionar otro escándalo. Obteniendo lo querido, ya que hubo un pequeño silencio. —Deberían fijarse en sus propios problemas y no en mi omega. No son nadie para criticar y si tan dolidos están que los rechacé pues lo lamento, pero ya es tiempo que maduren y aceptan ciertas cosas. No se pongan en ridículo y quiéranse al menos un poco.

Dio media vuelta y tomó el mentón del omega haciendo que levantara la mirada. — Vámonos, Won. No le hagas caso a este grupo que necesitan de atención. — acarició la mejilla del castaño y le sonrió transmitiendo confianza. — Sigamos con lo nuestro. — su voz fue dulce y tierna, todo un verdadero gusto para el lobo de Jungwon.

— Vamos. — contestó más seguro.

Ambos se tomaron de la mano e ignorando los murmullos de su alrededor, buscaron algún buen sitio que les transmitiera tranquilidad.

𝙀𝙇 𝙋𝙍𝙄𝙉𝘾𝙄𝙋𝙀 𝙔 𝙀𝙇 𝙋𝙇𝙀𝘽𝙀𝙔𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora