4. Temor amable

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Desde pequeña pensé que, de lo que todos huían, era lo que me haría fuerte. Que todos aquellos eran tontos por dejar pasar oportunidades tan buenas.

Todos huían entre otras cosas de los gatos negros, de las peleas, de la tragedia...

Yo, sin embargo, iba de frente a por ellos. Esas cosas, eran mejor de lo que todo el mundo pensaba. Los amaba.

Los amaba porque nadie más lo hacía, porque eran desdichados, porque nadie los acompañaba ni apoyaba... Eran objetos, situaciones, elecciones, pero eran especiales, eran mis objetos, mis situaciones y mis elecciones

Todos pensaban que estaba loca por amar esas cosas que en el fondo me entristecian. Todos menos una persona; ÉL.

ÉL hacía que todo lo que me decían, desapareciera. Como por arte de magia, puf, me sacaba una sonrisa.

Todos huían de ÉL, eso, me atraía más aún a ÉL, me atraía a sus labios, a sus manos, y a esa manera de hacerme de rabiar, pero de una forma cariñosa.

ÉL me entendía, y yo le entendía,ambos amabamos lo que todo el mundo huia. Eso era un punto a su favor, pero también hay que decir que estaba roto, roto por dentro, que estaba lejos de mi, y que ahora lo está aún más.

Estaba roto, él mismo se rompía sin que yo pudiera hacer nada.
ÉL estaba lejos, muy lejos, demasiado lejos; pero ahora lo está aún más.

Y es que ÉL era un chico suicida, y yo he dicho ERA y no ES.

Y es que yo no era una persona normal. Yo amaba a lo que todos huían, los gatos negros, las peleas, la tragedia... la muerte.

Siempre decía que lo que no te mata te hace más fuerte. Y es que DECÍA, y no DIGO.

Por eso, porque está vez, no me hizo más fuerte, está vez, me mató.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora