Corazones en llamas

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Un silencio sereno impregnaba toda la sala de espera de los combatientes, roto únicamente por el tictac sistemático del solitario reloj en la pared.

Gohan tamborileaba ligeramente sus dedos por el mármol blanco y liso de una de las dos mesas de la sala, esperando pacientemente a que Midoriya se descongelara tras su escalofriante confrontación con Todoroki. El peliverde estaba sentado en la silla opuesta a la suya, sorbiendo una taza caliente de té oolong para tratar de entrar en calor.

Gohan y Mina se habían encontrado con Midoriya en los corredores en su camino de vuelta a la cabina de su clase, y tras haberlo felicitado por su emocionante victoria, Gohan había ofrecido ayudarlo a prepararse para su encuentro contra Bakugou. Midoriya aceptó al instante, así que Mina se adelantó para ir a reunirse con el resto de la clase, mientras los dos chicos se dirigían hacia la segunda sala de espera designada para los participantes.

Ahora, Gohan tuvo que suprimir una mueca de disgusto mientras su protegido dejaba en la mesa su taza, haciendo un distintivo tintineo, aunque con algo de hinchazón y resequedad todavía visible en sus dedos. Malditas quemaduras por congelación. – ¿Ya mejor? – le preguntó.

- ¡Grandioso, de hecho! – chirrió Midoriya, dejando salir un suspiro de satisfacción. – ¡No tenía idea de que fueras tan bueno en esto!

Gohan no pudo evitar sonreír. – He pasado toda mi vida hirviendo té; tiene sentido que aprenda una o dos cosas por el camino.

- Una vez que te retires de ser un héroe, deberías abrir una casa de té. – sugirió Midoriya, tomando un sorbo. – Puedes entretener a tus clientes con historias de tus días de héroe, serías muy popular.

- Esa no es una mala idea. – remarcó Gohan con una risita, acordándose al instante de Rocky Balboa. – Seguro que es mejor que mi viejo plan de retirarme a las montañas para vivir como ermitaño... tal vez escribir un libro o dos.

Midoriya se rio. – Sabes, eso también iría contigo.

- Sí, ¿verdad? – musitó Gohan, dejando que su protegido tomara otro sorbo antes de observar el reloj. Su sonrisa se apagó un poco. – ¿Listo para el resumen?

Midoriya se tensó, y luego se puso atento. – Lo estoy.

Gohan asintió. – ¿Sabes lo que salió mal en tu pelea contra Todoroki?

El peliverde hizo una mueca sombría, reflexionando sobre la pregunta. – Yo... ¿lo dejé controlar el encuentro? – dijo mitad preguntando, mitad respondiendo.

- Precisamente. – replicó Gohan. – Dejaste que él estableciera y dictara el ritmo de todo el encuentro. Te mantuvo a la defensiva todo el tiempo, y probablemente habría ganado si no se hubiera confiado como lo hizo. Y aunque ganaste al final, terminaste lastimándote porque estabas arrinconado.

Midoriya lanzó una mirada nerviosa a su dedo meñique izquierdo, todavía vendado. – ¿Cómo crees que debería haber manejado la pelea? – preguntó quedamente.

- Primero, dime cómo crees que deberías haber manejado la pelea. – replicó Gohan. Tanto Piccoro como su padre le habían enseñado que cualquier peleador que se respetara debería ser capaz de reconocer sus fallos y pensar de manera crítica cómo mejorarlos.

Midoriya arrugó la cara, pensativo. – Yo... supongo que podría haber usado mi velocidad superior, ¿y tal vez tomar por sorpresa a Todoroki-kun tras su primer ataque? – replicó, antes que sus ojos se ensancharan. – ¡P-pero entonces habría estado demasiado cerca para evitar su segundo ataque! E-en ese caso, podría haber usado... no, eso tampoco habría funcionado. Tal vez... ¡no, eso me habría dejado atrapado! – Un gruñido escapó de sus labios, y luego soltó un suspiro cansado. – No sé qué habría hecho. Todo en lo que pienso parece tener alguna desventaja.

El Símbolo de la Paz y la JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora