Adam le había dicho a Kalet que no se detuviera en el camino, debía salir del bosque antes de que cayera la noche, para que los lobos no lo alcanzaran, pero se entretuvo y se hizo de noche. Kalet tembló mientras cabalgaba por el sendero, mirando alarmado a su alrededor, hacía tanto frío que le salía vaho de la boca.
—No debimos parar, Phillipe —susurró, arrepentido y asustado. De repente se escuchó un aullido y ambos se sobresaltaron—. Corre. ¡Corre!
Phillipe comenzó a correr, y en poco tiempo, divisaron a los lobos tras ellos. Se desviaron del camino y terminaron perdidos en el bosque, acorralados en un claro. Un lobo se abalanzó sobre ellos, y provocó que Kalet cayera al suelo. En un movimiento instintivo, tomó una rama que había tirada, y golpeó al lobo para apartarlo del caballo. Phillipe estaba alterado, relinchaba y subía las patas delanteras, intentando apartar a los lobos. Kalet trató de mantenerlos alejados con la rama, pero uno de ellos se la arrebató de las manos. Había cinco lobos, y los tenían rodeados. Uno de ellos intentó saltar sobre Kalet, pero fue interceptado por algo, o alguien.
De repente, frente a él, Kalet contempló a una enorme bestia. Era una criatura de unos dos metros de altura y de gran corpulencia, el cuerpo y el rostro estaban cubiertos por un pelaje marrón, sus patas poseían unas afiladas garras, al igual que sus colmillos, y tenía unos largos cuernos en la cabeza, que iban hacia atrás. Era imponente y aterradora.
La bestia rugió y se enfrentó a los lobos, mientras estos se le echaban encima en manada. Le mordieron la pierna, el brazo, y le llenaron de zarpazos la espalda. Kalet lo contempló atónito, sin poder moverse por la impresión y el miedo, su respiración estaba agitada y su nariz roja por el frío. Al final, entre rugidos y zarpazos, la bestia hizo huir a los lobos. Se alzó a dos patas y giró el rostro para mirar a Kalet. Los ojos del muchacho se encontraban muy abiertos por la impresión, quería gritar y salir corriendo, pero el miedo lo paralizó.
Tras la huida de los lobos, la bestia se limitó a mirarlo por un segundo, mientras la luz de la luna lo iluminaba, antes de caer agotada y herida al suelo. Kalet reaccionó al ver que no se movía, y dio media vuelta para subir al caballo y marcharse, pero el relincho de Phillipe hacia la bestia, lo detuvo. El animal no parecía asustado por ella, pero sí algo alterado. Kalet volvió a girarse, temeroso, tomó nuevamente la rama del suelo y se acercó con cuidado a la bestia. Se quedó apuntándole con la rama unos segundos, esperando por si reaccionaba, pero no se movió. Trago en seco, antes de tocarlo con el palo, no reaccionó. Siguió admirándolo y se dio cuenta de las heridas en su cuerpo, estaba sangrando. Además, se percató de que tenía el torso desnudo, pero llevaba pantalones, aunque parecían estar a punto de reventar. Kalet se armó de valor y puso la mano sobre su brazo, haciendo que se girase, quedando boca arriba. Rápidamente, se alejó un poco y volvió a apuntarlo con la rama, pero no obtuvo reacción alguna. Kalet se arrodilló junto a él y lo observó. Hasta ese momento no fue consciente de que aquella criatura le había salvado la vida. Phillipe se acercó a ellos y rozó el rostro de la bestia con el hocico. Kalet miró al caballo y luego de nuevo a la bestia. Esta abrió un poco los párpados, y Kalet pudo ver unos ojos color miel, de un tono marrón tan claro que parecían dorados. De repente, el sol comenzó a salir, y con el primer rayo de la mañana, la bestia empezó a cambiar de forma. Volvió a girarse y clavó las garras en el suelo, dolorido, soltó un gruñido, y, poco a poco, su cuerpo se volvió más pequeño, como el de un humano, el abundante pelaje abandonó su piel, dejando solamente la barba y la cabellera.
Kalet se apartó, asustado, y tardó varios segundos en reaccionar, hasta que se dio cuenta de que aquella bestia, era un hombre.
—¿Adam? —Kalet se acercó a él de nuevo. No podía creer lo que estaba viendo—. ¡Adam! —repitió, asustado. Ahora que el pelaje había desaparecido, se podían apreciar mejor sus heridas y eran muy graves. Adam giró el rostro en su dirección, con los ojos entreabiertos, los cuales aún tenían aquel tono miel. Kalet se quitó la capa y lo envolvió con ella, protegiéndolo del frío—. Phillipe, tenemos que llevarlo al castillo. Vamos. —Kalet apartó un mechón del rostro de Adam—. Tienes que ayudarme y levantarte —le suplico.
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Kalet y la Bestia: La maldición [LRDN #2]
Viễn tưởngSeguro que estabais esperando escuchar esta historia: "Un príncipe malo y egoísta, fue encantado por una hechicera, transformándolo en una horrible bestia. Hechizo que solo se rompería si lograba que alguien lo amara". Creo que os habéis equivocado...