Todos pensaron que la bestia estaría más alterada que nunca, pero no fue así. Tras un rugido al transformarse y golpear algunas cosas de la habitación, todo había quedado en calma. Estaba deprimida, en un rincón del balcón, mirando a la nada. Parecía querer pasar sus últimos momentos de lucidez a solas.
Cuando el sol saliera, el último pétalo habría caído, y Adam desaparecería para siempre, dejando solo a la bestia.
Lumiere contemplaba la noche desde el alfeizar de una ventana, esperando a que Din Don apareciera.
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos? - pregunto cuando el mayor estuvo a su lado.
- ¿Cómo olvidarlo? La primera vez que te vi estabas saliendo de un cuartito, aun subiéndote los pantalones, con una sirvienta.
- ¡No era una sirvienta! Era la secretaria del padre de Adam, y era su último día.
- ¡Claro! Te estabas despidiendo.
Lumiere se echó a reír.
- Sí, bueno... Yo era así. Pero sabes que fue la última.
El reloj bufo.
- Que trolero.
- ¡Es verdad!
- Te he visto meterle la lengua a más de una... y uno.
- ¡Pero no me acosté con ellos!
- Eso es lo que dices tú.
- ¡Oh, vamos! Sabes que no es así. Desde que llegaste al castillo me fue imposible...
- ¿Y por qué? - pregunto el mayor, despreocupado, sabiendo perfectamente la respuesta.
- ¿De verdad tengo que contestar a eso? - Din Don no respondió, sabía lo que quería decirle -. Don, yo...
- No - lo interrumpió el reloj -. No quiero escucharlo así... - dijo con la voz quebrada. Había esperado a Lumiere durante años, y se negaba a que ahora se le declarase en aquellas circunstancias, solo porque estaban a punto de morir -. Ya es tarde.
Lumiere no pudo replicar porque sabía que tenía razón. Ya lo había lastimado muchas veces. Tuvo tantas oportunidades de hacer las cosas bien, pero las desaprovecho, y todo por su miedo al compromiso. Cada vez que dieron un paso, algo los hizo retroceder, y muchas veces eso fue Lumiere. No podía venir a exigirle nada, ni siquiera que le escuchase.
Cuando Din Don ya estaba en la puerta para marcharse, el candelabro volvió a mirar por la ventana y diviso luces en el bosque.
- ¿Qué es eso? - pregunto, llamando la atención del reloj, por su tono preocupado.
- ¿Qué pasa?
- Hay luces en el bosque. Antorchas – dedujo al contemplar tantas luces juntas.
- ¿Qué?
Din Don subió de nuevo a la ventana y quedo igual de impactado al ver, lo que parecía, un grupo de personas con antorchas. Por el ángulo y la distancia no podía verse bien, pero era deducible.
Ambos se miraron alarmados y fueron de inmediato a corroborarlo.
Buscaron un catalejo y Lumiere subió a la torre más alta para mirar. Los más mayores tenían el control de los objetos encantados de la casa (control que cedían a los menores de vez en cuando) lo cual les facilitaba mucho moverse.
- ¡Ten cuidado! - le dijo el reloj, desde el tejado, mientras el otro subía a lo alto de una torre para ver mejor.
- ¡No es lo más peligroso que he hecho! - le recordó Lumiere.
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Kalet y la Bestia: La maldición [LRDN #2]
FantasiaSeguro que estabais esperando escuchar esta historia: "Un príncipe malo y egoísta, fue encantado por una hechicera, transformándolo en una horrible bestia. Hechizo que solo se rompería si lograba que alguien lo amara". Creo que os habéis equivocado...