14. Estaba muy preocupada

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- Pues.....- Tomó té.- Tendría que conocerlo primero, hablar varias veces con él, ver que es suficiente para ti. Si cumple con todos mis requisitos, no habría problema.

Una sonrisa interna apareció en mí, su respuesta me había llenado de ilusión.

- Pero.- La miré.- Tendría que acomodarse a la familia, siempre que él quiera.- Añadió.
- Muchas gracias.- le sonreí.

Ya porfin habíamos llegado, Mitras.

Un carruaje nos llevaría hasta la base militar donde nos encontrariamos con los sobrevivientes de la guerra, y la reina, la cual tendría una reunión ahora con nosotros.

Nos recibieron soldados de la policía militar, ayudándonos a bajar del carruaje.

- Disculpa.- Le dije a uno de los que nos acompañaba.- ¿Le importaría dejar este cuaderno en el despacho del comandante Erwin? Si no se encuentra allí, ¿podría dejárselo encima de su escritorio?

Él asintió y se fue por su camino. Una vez llegamos a la sala de reuniones todos se encontraban ya sentados, a lo que se levantaron ante nuestra llegada.

Nos sentamos en la derecha de la sala y la reina comenzó a hablar.

- Bienvenidas.- Dijo.- Comencemos con las declaraciones.

Busqué con la mirada a los chicos y sentí un gran alivio al verlos allí, a Hange, a Levi, a.....¿Er..win?

Si le hubiera pasado algo el soldado me hubiese dicho que la entrega del cuaderno no hubiera sido posible ¿no?

Una silla se encontraba libre entre Hange y Levi, y una gabardina se encontraba colgando del respaldo de esta.

Me di cuenta de que Levi tenía una venda en el rostro, y Hange en el brazo, por lo que me preocupé aun más.

Ellos aun no había girado su cabeza para verme, realmente nadie nos había mirado.

El rubio entró a paso decidido al salón, y ahí mi cuerpo se tranquilizó por completo. Estaban todos lo mejor que podían estar, incluso Jean, Mikasa, Connie, etc.

Él no me vio, simplemente antes de empezar la reunión observó por última vez la puerta, como si esperar a alguien, pero con una mirada desilucionada, la apartó volviendo a poner atención a la reunión.

- Y ahora por parte de Marley, la última sobreviviente, TN Magath, va a dar un último veredicto.- Dijo Historia.

Yo no me esperaba nada de esto, no se me había informado, ¿y mi tío?

Yo sorprendida, pero si dar a conocer mi nerviosismo, me levanté.

- Disculpen, no me avisaron de que fuera la única superior sobreviviente del ejercito Marleyano.- Los miré.- No les voy a mentir, no se me ha informado de nada aun sobre lo que esta pasando al otro lado del mar, creo que me dijeron que tenía algunas cartas de mis compañeros.- miré a la reina.- Sobre el futuro de Marley con Paradis, por parte del ejército habrá paz, y se abrirán los campos de concentración de los eldianos en la nación. Solo puedo prometer eso hasta que obtenga más información. Mis más sinceras disculpas.- Me volví a sentar.

Ahí me di cuenta de que todos se dieron cuenta de mi presencia, ya que me sonreían con esperanza, incluido el capitán Levi.

- Muy bien señorita Magath, deseo quedarme con usted y la señora Azumabito en mis aposentos una vez acabemos la reunión.- Ambas asentimos.

Cuando acabó, ambas fuimos a paso rápido para no hacer esperar a la reina, sin dejarme ni un segundo saludar a mis compañeros. Las tres nos sentamos en una pequeña mesita en el balcón de su terraza, y comenzamos a hablar de muchas cosas.

La señora Azumabito le contó el plan de integrarme al clan, a lo que Historia se vio totalmente de acuerdo, le parecía una gran idea tener amigas como yo y como Mikasa rondando por el castillo día si y día también.

Por otro lado ella, como estaba embarazada, nos contó su idea de mudarse al campo, y darnos un lugar en el castillo a los Azumabito. A Kiyomi le pareció una maravillosa idea, y a mi pues también.

Una vez pasamos una buena tarde en la que se me había olvidado por completo todo lo que pasaba de la puerta de la habitación de Historia para fuera, llegó la hora de irnos a la habitación que Historia nos había dado, aunque yo aún tenía que viajar de nuevo a Marley para mudarme completamente, y hoy debía pasar por el cuartel para recoger unas pocas cosas.

- Señorita, ¿usted no tenía gente a la que ver?- Me preguntó Kiyomi.

Y derepente volví a la realidad.

- ¡Nos vemos luego!- dije para después salir corriendo.
- ¡Una señorita no debería correr!- Me recordó.

Haciendo caso omiso a sus indicacionesc corrí hacia el cuartel como si mi vida dependiera de ello, en tacones y con un abrigo que me llegaba por la rodilla.

No recordaba que debajo llevaba un traje bastante costoso de los Azumabito.

En el cuartel frené un poco el paso pero sin parar mi prisa, captando la mirada de casi todos, los cuales algunos me saludaban y otros murmuraban. Una vez llegué al despacho de Erwin, Hange y Levi acababan de salir.

- ¡TN!- Gritó Hange corriendo a abrazarme.

Yo la abracé corriendo a lo que caimos al suelo.

- Sereis brutas.- Se quejó el pelinegro.
- Dios, estaba muy preocupada por ustedes.- Le dije a Hange separando el pelo de su cara.
- Después hablaremos vete a saludar al comandante.- Me respondió la castaña.

Me levanté, me acomodé el cabello, me quité el abrigo y lo sacudí un poco.

- Estás preciosa.- Dijo Levi antes de marcharse tras Hange.

Toqué la puerta, a lo que recibí un "ocupado". A lo que la abrí lentamente observándolo desde la distancia.

- ¿Para mi también estás ocupado?- Le dije con una voz calmada y seductora.

Él me miró sin apartar su vista de mí, dejó el cuaderno, cerré la puerta a mi espalda y corrió a abrazarme.

- Te he echado mucho de menos.- Le dije acariciándole la mejilla mientras ambos nos mirábamos a los ojos.
- Estaba leyendo tus cartas, estaba a punto de leer la última, ya no soy un titán, todo ha terminado.- Me dijo desesperado.
- Tenemos muchas cosas de que hablar.
- Si, pero antes

Y me besó, apasionadamente, como si hubiera deseado eso hace años.

Una vez se separó, después de unos segundos mirándome a los ojos, me observó de arriba a abajo.

- Estás hermosa.
- Gracias.- Le sonreí.
- El atuendo de los Azumabito te hace mucho más hermosa de lo que ya eres.
- Gracias otra vez.- Reí.

Ambos nos sentamos, y él me contó como había pasado todo. Yo lo miraba con pena, pero a la vez aliviada por que él estuviera aquí, frente a mi.

- ¿Y tú? ¿De que querías hablarme?- Me preguntó.
- Pues....

Mi comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora