5. Déjame acompañarte.

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- No juegues con Erwin.

Lo miré.

- Yo no he jugado con nadie, el comandante fue quien me invitó a bailar.- Le respondí con una mirada asesina y una voz calmada.
- Tonterías, Erwin se mantiene muy firme en su idea de no estar con ninguna mujer.- Me respondió.
- ¿De verdad te piensas que tu comandante no ha estado con ninguna mujer? Por favor- Reí calmadamente.- Todos, absolutamente todos los hombres solteros disfrutan de la compañía de las mujeres.
- No le conoces.
- Pero tampoco tengo dudas de que lo haga, ya lo viste cuando se le acercó aquella chica. - Bebí.- Tampoco es que sea algo malo.- miré hacia las vistas del gran balcón.
- Tú simplemente no lo entiendes.
- ¿Por qué tanto problema por pasar tiempo con una mujer? ¿Estás celoso?- Sonreí maliciosamente.
- No, solo lo desconcentran de su trabajo.
- No todo es trabajo.- Rodé los ojos.- Deberías de relajarte y pasar tiempo con alguna mujer, te vendría bien.

Después lo dejé allí, solo.

Al entrar divisé varios campos. En primer lugar Hange y Erwin hablando tranquilos con Porco y Pieck. Por otro lado mi tío con un montón de hombres que estarían encantados de contraer matrimonio conmigo, y después estaba Stella ligando con otro aristócrata rico. Todo un espectáculo de vistas.

Después de analizar bien las situaciones, y ver como Levi se les unía a los demás, pensé que sería hora de irme, de todas maneras aquí ya no hacía nada, y Hange no iba a venir a casa conmigo esta noche.

Antes de salir por la puerta alguien tomó mi hombro.

- No deberías irte sola, te puede pasar algo.
- Comandante, se cuidarme sola.- Reí mirándole.
- Yo la acompaño.
- No se preocupe, no estamos lejos de casa.
- Tonterías, déjeme acompañarla.- Me dijo arrimándome el antebrazo para que lo tomara.

Caminamos despacio, sin ninguna prisa, bastante agusto en el silencio que se formaba entre nosotros. No era un silencio incomodo, pero sentía que algo no estaba del todo bien.

- Comandante....yo
- No se preocupe, no voy a pensar mal de usted después de todo lo que ha pasado hoy.

Me extrañó lo que me dijo, no entendí a que se refería, ni si quiera habiamos intimado como para que me diga eso.

- ¿Disculpe? - Le pregunté confundida.
- Lo de invitarla a bailar y decirle aquellas cosas.
- Sigo sin entenderle comandante.- Reí.
- No importa.- Negó con la cabeza.

Llegamos a casa.

- Si lo desea puede pasar a tomar algo, tengo algo de lo que hablarle.

Una vez entró, hice dos tés y los lleve a mi despacho, donde el comandante se encontraba esperándome sentado en una de las sillas. Yo me senté en mi sillón justo al otro lado de la mesa.

- ¿De qué desea hablar señorita?- Me preguntó acomodándose.
- La primera es sobre Bertholt.- Lo miré dándole un sorbo.- La segunda es sobre Eren Jeager.
- La escucho.
- ¿Qué recuerdos tiene de la vida de Bertholt?
- Varios, por no decir todos.- Me respondió con calma.
- ¿Recuerda alguno en particular que le llame la atención?
- Pues, sobretodo veo el dolor y la inseguridad que le causó todo esto, no estaba preparado para ir a paradis, usted era su único punto de apoyo.
- ¿Nada más?- Volví a preguntar.
- Su vida, su familia, sus momentos en los refugiados en Sina.
- Bien. - Dejé la taza sobre la mesa.-Hábleme sobre Eren Jaeger.- Cambié de tema.
- Por lo que me han contado en el reclutamiento era un chico muy decidido en acabar con todos los titanes, lo que vivimos nosotros con él fueron rescates, el juicio, el golpe de estado...
- Casi lo ejecutan comandante.- Le recordé.
- Fueron momentos muy intensos.- Tomó de su té.
- ¿Como se sintió?
- Cuando vi que ya no había vuelta atrás pensando que me iban a ejecutar....miedo.

Hubo un pequeño silencio. Observé la foto que tenía con Bertholt y se la enseñé.

- Tome, aquí teniamos 10 años.- Le dije.- Ese día se rompió la rodilla.

La observó hasta que volvió a hablar.

- ¿Le apetece ir a tomar algo por ahí? Está preciosa y seria un desperdicio acabar la noche tan pronto.- Sugirió.
- Tengo un Wishky que nunca he abierto, es muy caro, si quiere lo podemos estrenar.
- Adelante.- Me respondió.

Lo busqué en la estantería y lo agarré.

- Déjeme yo lo abro.- Me dijo levantándose de su silla para ayudarme.
- Descuide, tengo el abridor aquí.- Dije para después abrirla fácilmente.- Pero mejor tomemos en el salón.

Comenzamos bebiéndonos una copa, ninguno era de beber mucho por lo que fuimos despacio mientras hablábamos. A él obviamente el alcohol no le iba a hacer efecto por su poder de titán, pero lo disfrutaba igual.

- Creo que es hora de irme.- Dijo dejando la copa en la mesa de centro.- Es tarde y Hange y Levi deben estarse preguntando donde estoy.
- Usted lo ha dicho, es tarde, quizás debería quedarse.- le dijiste preocupada.- Mi habitación de invitados está libre no tengo problema en que te duches y duermas aquí.

Él se lo pensó.

- Está bien, no creo que me echen de menos.

Una vez yo me preparé para dormir fui a darle las buenas noches al comandante, pero para mi sorpresa se encontraba sin camisa y preparándose para dormir.

- Lo siento.- Dije dándome la vuelta.- Venía a desearle las buenas noches.
- Ya puede girarse.- Me dijo con la voz calmada.

Me di la vuelta y aun seguía sin camisa.

- ¿De verdad que no le importa?

Después de fijarme, disimuladamente, me di cuenta de que su cuerpo estaba tallado por los mismísimos dioses.

- En mis años de recluta todos nos duchábamos juntos, no es gran problema que me vea sin camiseta.- Me aclaró.

Se sentó en la cama.

- Pues.....buenas noches.- Le dediqué una sonrisa.- Si necesita algo no dude en venir a buscarme, mi puerta está abierta.
- Descuide señorita, no se preocupe.

Mis ojos se desviaban, de vez en cuando, muy discretamente hacia su abdomen, realmente creí que no se daría cuenta, pero al cabo de unos segundos, me di cuenta de que me equivocaba.

- ¿Le gusta lo que ve señorita Magath?-rió.
- ¿Disculpe?- Mi mejillas se ruborizaron.

Él se acercó a mi y apoyó sus manos en el marco de la puerta. Ambos quedamos muy cerca, y la posición en la que estaba le daba cierto poder sobre mi persona.

- Espero que duerma bien.- Me dijo con seguridad.
- S-Si, yo también espero que des-canse.

Entonces me besó. No me aparté, e incluso coloqué mis manos en su pecho, el bajó las suyas hacia mi cintura. Cuando nos separamos nos miramos a los ojos.

- Lo siento comandante yo....no quería....
- Fue culpa mía, lo siento.- Dijo.
- Buenas noches, espero que descanse comandante.-Le dije para después correr hacia mi cuarto rápidamente.
- Buenas noches.- Dijo él.

A la mañana siguiente me lo encontré haciendo café en mi cocina.

- Que madrugador.- Le sonreí.
- Buenos días.

Llevaba una camiseta y un pantalón largo.

- Creí que esperaría a que le preparara el desayuno.
- Me invitó a quedarme, lo menos que puedo hacer es prepararle un café.

Ambos nos sentamos en la mesa a tomarlo.

- Por cierto, feliz navidad.- Le dije.
- Feliz navidad.- Me sonrió.
- ¿En Paradís la celebráis?
- No, es un día normal, bueno, es el cumpleaños de Levi, pero no le gusta celebrarlo.
- Una pena, después lo felicitaré. ¿Queréis hacer algo hoy? Mi tío me matará si no os saco del cuartel, mañana es vuestro último día.
- No se me ocurre nada en especial.

Ambos nos sentamos en el salón mientras continuábamos hablando de nuestras cosas.

- ¿Sabes? En realidad desde pequeña he querido ir a Paradis, aunque nunca lo dije, me hubiesen matado.- Reí.- Siempre quise saber si el lugar donde vivían los supuestos demonios era un infierno de verdad.
- Vente con nosotros a Paradis.

Mi comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora