17. ¿Qué sucede contigo?

75 6 0
                                    

Me desperté en una cama bastante grande. El colchón era blandito, pero nada comparado con el colchón que probé en el castillo.

Abrí los ojos lentamente notando una gran mano sujetar mi brazo, al parecer no estaba abrazada a Erwin pero él si quiso acercarse más.

Se veía realmente tierno durmiendo, estaba sin camiseta, y a saber si llevaba algo debajo de las sabana que cubría hasta su cintura.

Me acerqué a él y me quedé observándole por un momento, no quería despertarle, por lo que le decidí darle un besito en su nariz. Entonces cuando casi mis labios tocaron su piel él me dio un beso y me abrazó.

- Buenos días.- Me dijo contra mi cuello mientras le daba besos.
- Buenos días.- Reí.- Deberiamos ir a desayunar.
- Me quiero quedar un ratito más.

Su voz era más grabe de lo normal ya que estaba recien levantado, algo que le hacía ver muy sexy.

- ¿Hoy que haremos?- Pregunté encima de él.
- Pues yo estaré con el papeleo, tú puedes ir con los chicos a pasar el tiempo.- Me respondió.
- O podemos pasarnos el día en la cama.- Sugerí mordiendo mi labio.

- Que asqueroso.

Ambos nos giramos rapidamente hacia la puerta al escuchar tales palabras. Yo me intenté tapar con la sabana.

- Erwin, dentro de media hora tendremos que comenzar con el papeleo, será mejor que te vistas.

Después de eso, el enano gruñón cerró la puerta y se marchó.

- Cada día esta más viejo.- Dije acomodandome.
- Creí haber cerrado a noche la puerta.- Añadió rascando su cabeza.

A lo largo del día, Jean, Connie y yo lo único que hicimos fue sentarnos a mirar el mar mientras Jean nos hablaba de su pelo. Al parecer, por las bromas que hacía Connie, él y Pieck se habían desaparecido la noche anterior a beber y quien sabe que más.

- Pensé que te gustaba Mikasa.- Le dije.
- Connie solo dice estupideces.
- Me atacas porque tengo razón.- Le respondió.

Aun que los días se pasaban lentos, por fin conseguimos llegar a nuestro primer destino. Todos nos pusimos nuestros trajes, y yo me puse un vestido.

Iba del brazo del comandante, pues aun que oficialmente no fuera su esposa, allí se me reconocía como tal.

- Creo que a la reunión entraremos Levi, Hange como subcomandante y yo.- Me dijo mientras esperabamos.
- Pero soy la representante de Marley, ¿Por qué yo no?
- Eres mi esposa, al parecer tu pasarás tiempo de turista con la esposa del generalisimo de este país.- Me respondió.
- Oye Erwin, eso me ha molestado.- Lo miré seria.

- Buenas tardes comandante.- Llegó el generalísimo.- Veo que su esposa lo acompaña.
- Si, un placer.
- Espero que ella y mi esposa pasen una buena tarde juntas, reunámonos dentro porfavor.

Vi como se alejaban mientras me quedaba sin palabras. Al parecer Reiner había entrado con ellos como soldado residente dentro del país de Marley.

Una señora unos años mayor que yo se acercó a mi.

- Con que tu eres la esposa del comandante.

Con solo una frase ya me imaginaba el tipo de mujer amargada que era. Comenzó criticando mi cabello suelto, y mi uniforme corto. También mi cara, la cual no se encontraba muy alegre y complaciente, como dijo ella.

Lo único que hizo en toda la tarde fue criticarme y decirme que sería una mala esposa por mis actitudes. Llegó un punto en el que no lo aguanté más y pensé en volver al barco, pero al parecer a lo lejos lo vi en mantenimiento.

Quedaban dos horas para la noche y aun ellos no acababan, supuse que nos quedariamos en algún hotel por aquí,
Pero aun debía esperar a que ellos salieran para averiguarlo.

Tras una larga espera, mientras me encontraba en una sala con la señora, por la puerta un señor alto y delgado, con pinta de mayordomo, me dijo que ya habían acabado.

Yo me iba a levantar pero la señora me volvió a detener y a intentar enseñarme como debía ir caminando hacia mi marido, pero yo simplemente la ignoré y caminé hacia ellos a paso firme.

No quería dirigirle la palabra a Erwin por lo que me habia hecho, por lo que me dirigí a Hange.

- TN lo siento, no sabía que pasaría esto.- Se disculpó.
- No importa, ¿sabes si pasaremos la noche aquí?- Le cambié de tema.
- Si, de echo el generalisimo nos dijo que tenemos habitaciones reservadas es un hotel muy importante a 5 minutos caminando.

Después de eso, Hange y yo nos adelantamos y fuimos antes que los chicos al hotel. Ella me contó que consiguieron hacer un contrato de paz, que podriamos vivir tranquilos por años.

Le pregunté por el tema de las habitaciones y me dijo que la de ella estaba a nombre de Levi, no nos dejaban tenerla a nuestro nombre por ser mujeres y todas esas tonterias.

Al parecer en Marley la cosa era un poco diferente en ese sentido, ya que, aun que mi piso me lo comprara mi tío y estuviera a su nombre como responsable, no se me miraba mal por vivir allí sola.

Le conté lo que me había pasado con la señora amargada, y me dijo que la proxima vez entrara con ellos, aunque me lo intentaran impedir.

Una vez llegamos al hotel dijimos el nombre tanto de Levi como de Erwin, a lo que nos dieron unas llaves y nos dejaron pasar.

Acomodé la ropa del día siguiente para continuar nuestro viaje, y me puse mi pijama. Me acosté en la gran cama e intenté dormirme, pero tarde era cuando Erwin llegó y yo aun no había apagado ni la luz de la mesita de noche.

- Pensé que nos esperariais.- Dijo comenzando a desabotonar su camisa.
- Me encontraba cansada.- Le respondí.
- Se que estás molesta, lo siento pero a partir de ahora serás mi esposa y no ocuparás un papel como tal en el ejercito.
- Estás demente.- Lo miré.- Voy a seguir en el ejercito por mucho que me case contigo. No voy a abandonarlo por dedicarme en cuerpo y alma a ti.
- ¿Y cuando hagamos una familia? ¿También seguirás trabajando?- Me miró desde lo lejos.
- Eso es diferente, no estoy embarazada, ni si quiera nos hemos casado, pensaba que nos retirariamos juntos y hariamos todas esas cosas.- Le respondí un poco indignada.
- ¿Como te ha ido con su esposa?- Me preguntó cambiando de tema.
- Pues mal, era una repelente, ahora si me disculpas me voy con Hange a dormir, ella y Levi seguro se lo están pasando mejor.

Antes de salir de esa habitación él agarró mi brazo.

- Soy consciente de que ocurre algo. No soy idiota. ¿Qué sucede?- Me preguntó con calma.
- Pues....

Mi comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora