21. ¿Estás bien?

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Me preguntó algo que no me esperaba.

- ¿Quieres que duerma en el sillón de mi despacho?

Yo pensé por unos segundos. No podía hacerle eso, no después de que no se haya separado de mí en todo el día.

- Quiero tenerte con...migo. -Dije entrecortada debido al dolor.- Me siento más segura.

Él, por primera vez se puso su pijama entero, solía dormir sin camisa.

- Voy a dormir así. Espero que te gustasen las galletas que te traje.- Yo asentí.- Me alegró, fui a comprarlas a la repostería que te gusta.

Después de peinarse un poco decidió acostarse en la cama junto conmigo, yo me apoyé en su pecho, y él me abrazó.

Acarició mi pelo lentamente con la intención de que me relajara y me durmiera, pero siempre que cerraba los ojos me venían imágenes a la cabeza.

- Erwin, ¿alguna vez habías entrado en algún sitio de esos?
- ¿En un prostíbulo?- Asentí.- No. Lo más cercano que he tenido a una experiencia así son algunas chicas de compañía que llevaban a las celebraciones de los superiores.

Quería preguntarle si había estado con alguna mujer en algún momento de su vida, pero supuse que era su intimidad y no debía.

No pude dormir en toda la noche, pero ahí estuvo Erwin, acariciandome. Creo que en un momento se durmió pero no estaba segura.

A la mañana siguiente, Kiyomi apareció por el cuartel alarmada.

- ¡¿Donde está?!- Gritó.
- Señora Azumabito, TN se encuentra en la habitación del comandante.- Le respondió Jean.

Ella abrió la puerta de un golpé, sin miedo a lo que pudiera encontrase en la habitación, pero solo estabamos el comandante y yo tomando un té.

- Mi niña.- Corrió a abrazarme.
- Kiyomi.- le sonreí.
- ¡No te acerques estúpido!- Le gritó a Erwin.- ¿A quien se le ocurre llevar a su mujer a los barrios bajos? ¿Estás demente?
- Lo siento señora Kiyomi, se que fue un error, todo es culpa mía, debía haberla vigilado más.- Le dijo lo más calmado que pudo.
- No acepto tus disculpas, TN se vendrá al castillo ahora, y prepara la hoja de divorcio porque ella va a ser la primera en firmarla.- Añadió.
- Kiyomi, aquí estoy bien, no fue culpa de Erwin, yo fui la que insistí, de verdad, no le eche la culpa a él porfavor.- Dije a duras penas debido a que me dolía mucho la voz.
- Levanta, nos vamos.- Dijo saliendo por la puerta.

Me levanté y corrí tras ella.

- Kiyomi no voy a irme, creo que mañana Erwin y yo nos vamos a casa.- Le dije.
- Pero no corras querida.- Me tomó del brazo.
- Escúcheme.- Le insistí.
- Entiendo tu postura TN, pero entiende que no puedo dejarte sola aquí, después de todo lo que ha pasado. En el castillo te atenderán como es debido. Ven hasta que te recuperes al menos.- Me pidió.

Yo después de pensarlo unos segundos acepté, al fin y al cabo serían unos pocos días.

Cuando se lo dije a Erwin, salió del cuarto, después de decirme que no me preocupara, que él lo solucionaría.

Cuando salí con una pequeña maleta vi a Erwin hablando con Kiyomi.

- Amor, esta noche cuando acabe aquí ire al castillo para verte.- Me dijo el rubio.
- ¿Qué ocurre?- Pregunté confusa.
- Me ha convencido de que puede ir a verte al castillo cuando sea posible.- Me explicó.
- Entiende que no voy a dejar a mi mujer sola después de lo que pasó.- Añadió.
- Pero yo quiero que estés conmigo todo el día.-le dije un poco triste.- Kiyomi de verdad que aquí estoy bien, Erwin trabajará en nuestra habitación y me traerán la comida.- Insistí.
- Allí te prepararán el baño con agua caliente y se encargarán de ti todo el día, TN, deberías ir.- Me dijo Erwin derepente.

Cuando vi que Erwin estaba de acuerdo, me extrañó, pero solo me quedó ir.

Después de un par de días muy duros debido a que, cuando no estaba Erwin me dejaban sola la mayor parte del tiempo, y me daba miedo, llegó el día de una reunión muy importante en el castillo, y aproveché para ir.

- Creemos que los cadetes nuevos deben instruirse en otras especialidades, ya no tiene sentido que usemos los métodos que usabamos antes cuando la guerra estaba vigente.- Dijo Erwin.
- Opino lo mismo, aunque siempre hace falta la disciplina.- Añadió el enano, quien se encontraba sentado al otro lado de Erwin.
- TN, ¿Tú qué opinas?- Me preguntó Historia.
- Yo opino que una reforma siempre viene bien.- Dije pensativa.

Una vez salimos de allí, Levi, Erwin y Hange se pusieron a hablar sobre los cambios que estabamos viviendo con el sistema político de Paradis.

- Kiyomi.-La llamé.
- Dime.
- Quiero ir a tomar un poco de aire afuera, pasear en el mercado o algo.-Le pedí.
- No sola.-Me adviritió.

Entonces Jean apareció.

- Jean, ¿Vienes conmigo a pasear al mercado? No me dejan ir sola.-Le comenté.
- Por supuesto, yo te cuidaré.

Entonces ambos salimos.

- No te alejes de mi ¿Si?

Yo asentí con la cabeza. Al principio todo fue normal, pero la cosa iba empeorando poco a poco mientras iba avanzando el camino. Notaba las miradas de la gente y escuchaba susurros de lo que había pasado en el subterraneo.

La gente comenzó a apelotonarse, perdí a Jean, solo escuchaba sus gritos llamándome, y entre caballos, personas y críticas, comencé a marearme, y cuando pensé que me iba a caer un fuerte brazo me agarró separándome del resto.

- Señorita TN ¿Está bien?- Me preguntó Connie.
- Mocosa, ¿Qué hacias sola?- Añadió Levi.
- Pues no estoy sola estaba con
- TN.-Dijo Jean apareciendo.- ¿Estás bien?
- Perdón, te perdí sin darme cuenta.-Dije un poco asustada.
- No pidas perdón, fue culpa mía por perderte de vista.- Dijo.
- ¿A donde vais?- Preguntó Pieck.
- Ibamos al mercado, pero creo q volveremos al castillo.- Respondí.
- Yo la llevaré Jean, tú vuelve al cuartel.-Dijo Levi bajándose del caballo.
- Sí capitán.

Ambos caminabamos separados de la gente hacia el castillo.

- Debería ir sola.-Dije cabizbaja.
- No.
- Pero no puedo estar acompañada de por vida, tengo que poder volver a salir sola.-Rechisté.
- Antes tampoco salías sola, cualquier mujer sola por ahí corre peligro.- Añadió Levi.

Cuando llegamos al castillo, Levi me ayudo a bajarme de su caballo, ya que decidimos terminar el camino subidos a él.

- Dile a Jean que me ha cuidado muy bien, que fue culpa mía por distraerme, que es un buen soldado.-Le dije.
- Eso él ya lo sabe. Cuidate mocosa, y no salgas sola.-Dijo subiéndose de nuevo a su caballo y marchándose.

Subí hasta mi habitación sin encontrarme a nadie por el camino, y cuando llegué, vi la luz por debajo de la puerta, lo que quería decir que había alguien ahí.

Abrí la puerta encontrándome con un rubio alto mirando por la ventana. Caminé hacia el abrazándole por detrás.

- Buenas noches.- Le dije frotando mi nariz en su espalda.
- Buenas noches amor.- Me respondió seco.
- ¿Qué ocurre?- Pregunté rodeándole y quedando cara a cara con él.
- He estado pensando.
- ¿Si? ¿En qué?
- En nosotros y también en lo que pasó en el subterraneo.
- ¿A qué te refieres?- Me separé un poco de él.
- Me refiero a que aquí no estás a salvo TN. Necesitas una vida fuera del centro de la ciudad.
- Sigo sin entenderte.- Fruncí el ceño.
- He comprado otra casa.- Me miró.
- ¿Otra?- Pregunté sorprendida.
- Si, pero para ti.- Añadió.
- ¿Para mi sola?
- No amor, para nosotros.- Me tomó de la mejilla.- pero esa casa la compré especialmente para ti, para que no corras el peligro que corriste en el subterraneo.- Ambos nos sentamos en la cama.
- Hoy caminé un poco por la plaza.- Le dije.

Se tensó un poco ante mis palabras.

Mi comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora