8. Descansa.

137 7 0
                                    

- Estás preciosa.

Al girarme vi al comandante peinado  perfectamente.

- Gracias.- Le dije con un leve sonrojo.
- Ven, te debo presentar ante los cadetes.

Ambos nos colocamos en el medio.

- ¡Soldados!- Gritó.- Les quiero presentar a la General Magath. Ella trabajará con nosotros durante este mes. Debeis tratarla con el mismo respeto que a los demás superiores. Continuen su desayuno.

Todos comenzaron a cuchichear, yo seguí a Erwin a una mesa junto con Hange.

- Me han dicho que hoy llegarán tus maletas con lo necesario, ropa y cosas de aseo, mañana llegará el papeleo.- Me dijo Hange.
- ¿Entonces que haré hoy?- Pregunté.
- Preparar tu cuarto y firmar unos documentos de paz. La reina también quiere verte.

Después de colocar todo bien puesto en mi nueva habitación, llegó la hora de ir con Erwin y Hange a ver a la reina, Historia.

Una vez delante de ella, los tres nos agachamos en señal de respeto, y ella me dedicó una sonrisa. Después de tomar una taza de té, e intercambiar varias palabras con ella, le sentía una vibra extraña, era como si ocultara algo. No iba a plantearselo a Erwin, me matarían si la pusiera en duda. Después de despedirnos volvimos al cuartel.

- Es muy bonita la reina.- Le dije al rubio mirando por la ventana.
- Lo es, te quería comentar una cosa.

Yo lo miré.

- Debes cambiar tu forma de vestir mientras trabajes aquí.

Lo miré con el ceño fruncido.

- ¿Algún problema con mi vestuario?
- No, pero los superiores creen que es mejor que todos vayamos similares, tendrás un abrigo como el mío con el símbolo de Marley mañana por la mañana.
- Está bien.- Asentí.

A la mañana siguiente desperté  por unas finas manos sacudiéndome suavemente.

- Despierta bonita.- Me dijo Hange.- Te vengo a traer tu nuevo uniforme.- Me dedicó una sonrisa.
- ¿Qué hora es?- Le pregunté adormilada.
- Las 8.

Me estiré y aclaré mi vista.

- Vistete, te esperaré fuera, Erwin quiere vernos después de desayunar.

Una vez me puse el uniforme me quedé confundida. Era un pantalón con una camiseta de botones, las cual me puse por dentro del pantalón, y un abrigó enorme con el símbolo de Marley en el brazo y en la espalda.

Salí de allí encontrándome con Hange, con la que desayuné para después dirigirme al despacho de Erwin.

- Bien, han llegado sanos y salvos todos los documentos.- Dijo levantándose de su asiento.- Primero será firmar acuerdos, que los tenemos aquí, y después comenzar con lo demás.

Hange, Erwin y yo nos pasamos media hora firmando cosas y finalmente terminamos.

- Creo que voy a ver como van los chicos, nos vemos después.- Dijo la castaña cansada.

Salió por la puerta dejándonos al comandante y a mi solos.

- El uniforme nuevo es....raro.- Le dije lo más neutra posible.
- Las mujeres aquí visten un poco diferente a ustedes.
- Ya veo.- Le respondí.
- Por cierto ¿Quieres ir a ver la capital? Me refiero, la puedo llevar a comer a algún sitio reconocido.- Me sugirió.
- ¿No creariamos rumores?- Reí.
- No me importaría que los creyeran si es usted.

Ambos nos miramos a los ojos, cuando escuchamos la puerta interrumpiendo el silencio.

- Los mocosos están creciendo muy rápido.- Dijo Levi tranquilamente.- Y ella pasa mucho tiempo en tú despacho.
- Buenos días.- Le dije.
- Buenos días.- Me respondió serio.
- ¿Qué se te ofrece?- Preguntó Erwin.
- Entrenamiento, a ella.
- ¿A mi?- Pregunté.
- Necesitamos soldados fuertes, y tú acabas de salir de debajo de una piedra.
- Levi, creo que no es necesario. - Dijo Erwin con calma.- Ella se encargará del papeleo.
- Lo se, pero cada día siento que perdemos más el tiempo con ellos. Por cierto tenéis una reunión con los Azumabito. Ahora.

Erwin y yo nos arreglamos lo mejor que pudimos y nos dirigimos a paso rápido a la gran sala de reuniones.

- Buenas tarde.- Dijo el comandante.- ¿Qué os trae por aquí?
- TN cuanto tiempo, estábamos deseando verte, estás maravillosa.- Dijo la señora Azumabito besándome en las mejillas.
- Disculpe pero, ¿Vinisteis por mi?- Fruncí el ceño.
- Y por Mikasa, ¿Donde está?
- Id a buscar a Mikasa.- Dijo Erwin a mi espalda.
- Quería ofrecerles algo.

Ella entró por la puerta y saludo formalmente. Nos sentamos en una mesa redonda, Mikasa, Erwin, la señora Azumabito, su consejero y yo.

- Niñas, venía a ofrecerles protección, para el retumbar. TN, se cual es tu propósito de guerra, el porque te uniste al ejército. Que quieras ayudar a los eldianos, es admirable. Y Mikasa, se que tu eres soldado, pero eres de nuestro clan, por favor, venid con nosotras.
- Lo siento pero, quiero luchar por mis raices, no podría abandonarles así.- Dijo Mikasa cabizbaja.
- Yo debo ayudar a
- TN irá.- Me interrumpió Erwin.
- ¿Qué?- Pregunté extrañada.
- Cuando comience todo esto irás con ellos, y no mirarás atrás.
- Creo que es mejor que lo habléis en privado, pasaré unos días aquí en Mitras, disfrutando de la cultura de paradis.

Ella se fue y Erwin y yo volvimos a su despacho. Una vez dentro, él volvió a hablar.

- Debes ir. Es así como único te protegerán.- Dijo serio.
- No puedo abandonaros, sobretodo a Pieck, Porco, prometí protegerlos aunque mi vida dependiera de ello.- le dije segura.
- Ellos no pueden morir, tú sí.
- Como cualquier soldado en la guerra.- Le insistí.
- Es mejor que vayas.
- Márchate conmigo.

El pensó.

- Soy el titán colosal, no moriré.

Él se acercó a mi lentamente y se colocó enfrente mío.

- Yo acabaré bien, tú posiblemente o mueras o te pase algo, y aun que no fuera así no puedo permitir el arriesgarte.
- Erwin...

Y antes de decir nada más, me besó. Agarró mi mejilla con delicadeza, como si tuviera miedo de ser demasiado brusco. Después de unos segundos, se separó.

- Lo siento.- Dijo.
- No importa.- Le respondí tímida.
- Si quieres luchar.- Lo miré.- Te encargaré a Levi, él te protegerá.
- Me odia.- Le dije.
- Es Levi o los Azumabito, tu eliges.

Después de unos segundos de silencio, volví a hablar.

- Creo que me lo pensaré.- Le respondí.

La noche cayó, y con ello los entrenamientos y los papeleos, o eso pensaba. Erwin no había bajado a cenar, y por lo que me dijo Hange, era que tenía mucho trabajo.

- Dicen que es malo trabajar tanto.- Dije apareciendo en su despacho con una taza de té.
- Lo que tiene ser comandante y estar en guerra.
- Si no descansas, no podrás pensar bien las cosas para la batalla. Toma.- Le arrimé el té.- Lo he hecho yo, es una receta que hacía mi madre.- Le dediqué una sonrisa.
- Muchas gracias.- lo tomó.
- Mejor me voy, buenas noches, y no se olvide de descansar.
- Espera TN, ¿Qué es de tus padres?

Mi comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora