Michael junto a Luke se encontraban preocupados, ya pasa de media noche y aquel par de adolescentes inexpertos de la vida, no han tenido la mínima descendía de responder sus llamadas y mensajes.
- Recuerdame castigarlos como se debe. - Michael volvió a cortar aquella llamada que seguía sin ser respondida.
Luke por su parte seguía mandando mensajes sin tener alguna respuesta del par de niños como el seguía diciéndoles.
Han pasado los años y con ellos un sin fin de eventos tanto buenos como lamentables. Pero tanto Michael como Luke, estan agradecidos con lo que la vida les ha dado.
- No se de que les sirve tener un teléfono inteligente si no lo van a usar.
Fue turno de Luke de perder la poca calma que tenía.
- Ese par de mocosos me van a oír.
- Nos van oír, cariño, nos van oír.
Y como si de una broma se tratara, la puerta de aquella casa fue abierta de la manera menos discreta y silenciosa posible.
Tanto Michael como Luke se pusieron de pie de aquel sofá y salieron de la sala con su mal humor por los cielos.
- ¡Shhh! ¡Vas a despertar a Michael y Luke! - Soltó de repente el adolescente de cabello morado.
La pequeña risa del pelirrojo se hizo presente.
- ¡Deben estar más para allá que para aca!
Ámbos adolescentes caminaba con dificultad, al parecer se aquella pequeña reunión se había salido de control
Esta juventud .
Tanto Michael como Luke pensaron lo mismo al ver a esos dos chicos que eran su mundo entero.
Luke dejó salir todo aquel aire que estaba reteniendo desde hace horas, él podrá decir que hará mil cosas para que ese par se comporte pero al final, cuando ve esas caritas de niños buenos, simplemente no puede regañarlos o castigarlos, se vuelve débil y eso, ese par lo sabe a la perfección, sabe que su lindo y amado tío Luke no les dirá nada.
Pero la situación con Michael era otra, mientras Luke veía con cariño a sus mellizos favoritos, Michael ya tenía un sermón preparado junto a u castigo, que ya usado miles de veces y sigue sin funcionar. No entiende en que momento sus lindos niños dejaron de ser conscientes de que sus actitudes no eran, no son ni serán las correctas. Si, Michael a su edad también salía de fiesta, se emborrachaba poco y era grosero algunas veces, pero nunca se sobrepasó, nunca le faltó al respeto a sus padres y por sí fuera poco, no les ocultaba nada.
Puede que ame a sus pequeños, pero ya es hora de ponerles un alto.
- Mierda.
La tierna y adorable voz del pelirrojo saco de sus pensamientos al par de adultos.
- ¿Estás bien?
De inmediato su hermano lo ayudó a seguir de pie.
- ¡El piso se mueve mucho! ¡Todo da vueltas Lino!
Ambos dejaron de reír al ver a Luke y Michael en medio de aquel pequeña pasillo.
- Mierda.
Ambos adultos sonrieron al oír esa palabra.
— Si, mierda.
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