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Una mujer de cabellos negros caminaba agarrada del brazo de un rubio, ambos llevaban una gran sonrisa.

Se detuvieron cuando frente a ellos estuvo una joven pelirrosa de catorce años, esta sostenía a una pequeña bebé rubia.

— Daila, ella es Deborah, mi futura esposa — presentó el Vizconde a su pareja.

La pelirrosa miró a la mujer de arriba a abajo analizándola.

"¿Por ella cambió a mamá? Mi madre era más hermosa y única" pensó la joven después de analizarla.

— Soy Deborah — se presentó la mujer con una sonrisa.

— Ya sé, mi padre lo acaba de decir, no estoy sorda — le dijo Daila mientras mecía un poco a la bebé.

— Eh... ¡Seré tu nueva madre! Así que me gustaría tener una buena relación contigo y mi nueva hija — dijo la pelinegra mientras acercaba sus manos para cargar a la niña.

— No te acerques a mi hermana — siseó la pelirrosa mientras daba unos pasos atrás — no eres mi madre, así que no digas estupideces, tanto Kira como yo jamás te veremos cómo a una mamá — le dijo mientras sus ojos de alguna manera se volvía más amenazantes.

— ¡Daila! ¡No le hables así a Deborah! ¡Ella es tu madre ahora porque se casará conmigo! — regañó el Vizconde mientras abrazaba a su pareja, la cual soltaba algunas lágrima, pero al ya no tener la mirada de su amante sonrió con picardía hacia la joven.

"Maldita, si no borra esa sonrisa yo haré que la borre, y de la peor manera posible"

— ¡Ella no es mi madre! — reclamó la pelirrosa pero al sentir como Kira se removia decidió calmarse — Mi única madre falleció hace un mes, mi madre dio su vida por su hija, mi madre era única y más hermosa, mi madre era mucha mujer para ti, mi madre murió por la culpa de ustedes  — se dió la vuelta para irse a su habitación.

Odiaba a su padre, odiaba a esa mujer, odiaba saber que por culpa de esa relación su madre había fallecido

La Vizcondesa pudo haber muerto por haber dado a luz, pero a quien Daila culpaba y culparía toda la vida iba a ser a su padre.

"Yo cuidaré de mi hermanita, de mi depende en quien se convertirá"

🔹🔹🔹🔹🔹🔹

Actualidad...

Algo que Daila siempre iba a odiar era a las amantes y a las parejas infieles, ya que ellos siempre le hacían recordar todo lo que pasó en su adolescencia con sus padres.

Pero había algo que odiaba más, algo que la hacia pensar en mil formas de matar a alguien.

Qué esas amantes no conocieran su lugar.

"¿Esa mujer es o se hace? Si no se calla la haré callar y de una forma nada bonita" pensó la pelirrosa mientras agarraba una rosa.

— No — sentenció Navier a la pregunta hecha por Rashta.

— ¿... Disculpe? ¿No...no le agrado? ¿Es eso? — lloriqueo la albina.

"No solo no agradas, eres tan insensata y estúpida al llamar hermana a la Emperatriz" pensó Daila mientras intentaba volver a su compostura.

— No tiene nada que ver con si me agradas o no, en primer lugar, que pases a ser su amante no quiere decir que nosotras seamos hermanas — explicó Navier.

Rashta se sorprendió y miró a los lados notando las miradas glaciares que le dedicaba las damas, incluyendo la de Daila, la cual a ojos de la albina era terriblemente aterradora pues parecía que sus ojos miel brillaban amenazantes.

Secret » [Ergi Claude]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora