siempre.

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4:00 a

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4:00 a.m., 1º de septiembre.
Minerva daba vueltas, una y otra vez, sobre su cama. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche, estaba demasiado nerviosa. Su mirada se turnaba entre el techo de su habitación y el reloj ubicado en su mesita de noche.

4:30 a.m. Por fin empezó a sentir como sus ojos le pesaban, sus párpados comenzaban a cerrarse y poco a poco la niña iba cediendo ante el cansancio. Consiguió dormir unas cuantas horas, hasta que los rayos del sol y un firme pero delicado movimiento provocaron que despertara.

—Minnie, buenos días.

—Tienes que desayunar hija, se hace tarde.

Minerva abrió sus ojos lentamente. Sus padres la miraban sonrientes; Lily sentada a un costado de la cama y Severus recargado en el marco de la puerta. Ella devolvió la sonrisa antes de incorporarse.

—No puedes llegar tarde a tu primer día, mi cielo —Lily acarició su mejilla.

—Lo sé mami, sólo que... me siento muy nerviosa.

—Todo saldrá muy bien mi niña, eres una bruja excepcional —su padre se acercó y tomó su mano.

A pesar de haber vivido prácticamente toda su vida en Hogwarts, este era un día muy importante y decisivo para ella. Sería el primero oficialmente como alumna de la institución y el simple pensamiento de aquello le aterraba.

—Tu papá tiene razón, te irá excelente —Lily le dedicó otra sonrisa —Ahora cámbiate que nosotros te esperamos abajo.

—Sí, ya los alcanzo —al decir esto se levantó de la cama.

Lily y Severus salieron de la habitación de su hija y se dirigieron a la cocina. Él terminó de arreglar la mesa, colocando los platos y cubiertos y ella se dispuso a servir los alimentos. En lo que aguardaban le dieron una hojeada al ejemplar matutino del diario "El Profeta".

Al cabo de unos minutos, Minerva ya se encontraba vestida y peinada. Antes de abandonar su cuarto quiso echarle un último vistazo, admirando detenidamente cada detalle de éste. Sonrió llena de nostalgia y, finalmente, salió.

Al terminar de bajar las escaleras, se percató de que el baúl con sus cosas y su lechuza se encontraban acomodados a un lado de la puerta. Volvió a sonreír pero ahora con su corazón latiendo a mil por hora, la emoción estaba apoderándose de ella. Se dirigió a la cocina y degustó un delicioso desayuno en compañía de sus padres.

—¿Lista? —Severus le preguntó mientras guardaba sus pertenencias en el auto.

—Sí papi.

Los tres subieron al coche y emprendieron el camino a la estación King's Cross en Londres. Una vez llegaron, caminaron hacia la plataforma 9 y 3/4, donde cruzaron todos juntos a petición de su hija.

El Expreso de Hogwarts se hallaba listo para partir, la familia Snape avanzaba entre la multitud para subir al tren. Antes de hacerlo, Minerva abrazó a sus padres, entregó su baúl junto con la lechuza y abordó. De inmediato ingresó a uno de los compartimentos vacíos y recargó su cabeza en la ventana.

Por su parte, Lily y Severus también subieron al transporte pero dirigiéndose a los lugares asignados para los profesores.

—¿Crees que esté bien? ¿Debería ir a verla? —preguntó mientras tomaba asiento.

—Ay, Sev, pareces mucho más preocupado que ella —su esposa lo miró divertida.

—Perdóname amor, pero aún me cuesta aceptar que nuestra Minnie está creciendo.

—Hablas como si fueras a separarte de ella por mucho tiempo, recuerda que podremos seguir viéndola todos los días.

—Tienes razón, tal vez estoy exagerando un poco. Pero no me importa el tiempo que pase ni la edad que tenga, siempre será mi bebé.

Lily lo miró con mucha ternura. Parecía increíble que aquél hombre que por fuera aparentaba tanta dureza, le estuviera hablando de esa forma. No cabía duda que ella y su hija sacaban su lado más sensible. Sin pensarlo mucho, se acercó a él y lo besó con todo el amor que le profesaba.

El tren inició la marcha a las once en punto. El viaje resultó muy ameno; los estudiantes de primer año contemplaron maravillados los hermosos e imponentes paisajes durante el recorrido. Minerva no era la excepción, normalmente en sus idas a Hogwarts utilizaba la "red floo" para transportarse, pero esta nueva experiencia le resultó fascinante.

Unas horas después, el tren arribó a la estación de Hogsmeade. Ahí un muy contento Hagrid recibió a todos los nuevos y los dirigió a los botes para llegar al castillo. Sin importar los años, Minerva siempre se admiraba con lo precioso del lugar.

Tras cruzar la puerta principal, la Profesora McGonagall les dio una cálida bienvenida y acompañó al grupo al Gran Comedor, en donde se llevaría a cabo la ceremonia de selección.

Atravesaron la habitación detrás de ella, admirando la grandeza del sitio ante las miradas expectantes de sus compañeros de grados superiores. Al fondo del lugar, sentados en la mesa de profesores, Lily y Severus observaban a su pequeña.

—Cuando mencione sus nombres, pasarán al frente y se sentarán en este banco. ¿De acuerdo? —McGonagall tomó al sombrero seleccionador.

Y, de esta manera, comenzó a nombrarlos uno por uno. Iba por orden alfabético, por lo que Minerva miraba pacientemente a los otros esperando por su turno. Transcurrido un rato, el momento tan esperado llegó.

—Minerva Snape.

La niña sintió un gran vacío, sus manos comenzaron a sudar y su corazón a acelerarse. Un poco dudosa, avanzó. Observó a la Profesora McGonagall  y luego a sus padres. Inmediatamente después tomó asiento y sintió al sombrero sobre su cabeza. Éste permaneció pensativo durante unos segundos, aumentando la tensión.

—Interesante... sí... muy interesante... veo astucia y determinación... pero también mucho valor, creatividad y una gran inteligencia... sí... definitivamente lo tengo... ¡Ravenclaw! —soltó al fin.

Minerva suspiró aliviada. El silencio que reinaba instantes atrás ahora era remplazado por aplausos, sobre todo de la que, de ahora en adelante, sería su casa. Con una singular alegría y llena de orgullo, tomó asiento junto a su nueva familia.

De inmediato volvió la mirada a Lily y Severus, quienes se hallaban igual de felices y orgullosos. Inclusive pudo notar cómo los ojos de su padre se humedecieron un poco, aunque logrando contener las lágrimas.

Cuando el proceso de selección hubiese concluido, el Profesor Dumbledore dio unas alentadoras palabras para marcar el inicio del nuevo año escolar. Minerva puso especial atención a cada una de ellas, pues estas marcarían el inicio de una nueva etapa en su vida. Una con la que tanto había soñado y que, finalmente, empezaría a vivir.

After all this time?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora