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La vida después de Hogwarts al principio resultó algo extraña, sin embargo sólo fue cuestión de tiempo para que las cosas comenzaran a acomodarse.
Lily llevaba un tiempo trabajando en el Departamento de Seguridad Mágica, en el área "Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles". La pelirroja era realmente fantástica, por lo que ya se había vuelto muy conocida en el Ministerio al momento de cumplir un año laborando ahí.
Severus, por su lado, había disfrutado mucho colaborar con el Hospital San Mungo realizando una de sus actividades favoritas; elaborar pociones. Sin embargo, pasados varios meses había comenzado pláticas con Albus Dumbledore para convertirse en profesor de la asignatura tras el retiro de Horace Slughorn.
La relación entre ambos jóvenes había permanecido intacta, dado que su amor era realmente fuerte. Solían verse algunas tardes, cuando el trabajo no era tanto, o pasaban algún domingo el día entero juntos. Ya no convivían como antes pero cada uno estaba muy orgulloso del otro, basando su noviazgo no sólo en amor sino también en una profunda admiración.
Severus Snape sentía que vivía en un sueño, uno del que jamás quisiera despertar. Tener a su lado a una mujer tan maravillosa como Lily era el mejor regalo que la vida pudo darle. Su amor era la fuerza que lo impulsaba día con día, aquello que lo hacía ser una mejor versión de sí mismo. Nunca había imaginado estar tan enamorado, tanto o más de lo que ella estaba de él. Y si de algo estaba seguro, era que quería pasar el resto de su vida con Lily Evans.
Así, uno de esos domingos se levantó con un objetivo en mente. Desde muy temprano se arregló y preparó todo lo necesario para que su plan saliera a pedir de boca. Aquel día estaba decidido a pedirle matrimonio.
Se bañó, peinó y se vistió con su mejor ropa. Limpió, escombró y, con ayuda de Eileen, le dieron un nuevo aire a la casa. Nunca más volvería a ser ese lugar sombrío y lleno de malos recuerdos; luz y felicidad era lo que tenía que irradiar de ahora en más.
Con la ayuda de su madre, Severus hizo una rápida visita a una joyería muggle. Necesitaba un anillo, pero no cualquiera, debía ser el mejor. Después de checar varios modelos, ambos coincidieron en cuál era el indicado; un anillo plateado, en apariencia muy sencillo, con un sutil pero brillante diamante incrustado en el centro y pequeñas esmeraldas que le daban ese toque especial.
Regresaron a su hogar a prisa, pues Lily no tardaría en llegar. Comerían juntos, luego Severus la llevaría a un lindo parque y allí haría la propuesta. Justo así, tras unos minutos de madre e hijo haber vuelto, sonó el timbre. En el umbral de la puerta se encontraba una silueta muy conocida.
—Mi amor —Severus la recibió con un tierno beso —¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en el trabajo?
—Hola —ella respondió dándole otro beso —Me fue muy bien, aunque estoy algo exhausta. ¿Y tú? ¿Has vuelto a hablar con Dumbledore?
Lily entró a la casa de los Snape. La notó algo cambiada, menos sombría y hasta con unos muebles que habían cambiado de lugar. La admiró unos segundos y sonrió.
—También me encuentro muy bien... mucho mejor ahora que estás aquí. Y sobre Dumbledore, nos vimos ayer en "Cabeza de puerco". Es oficial, estás ante el nuevo profesor de pociones de la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.
—Mi amor, ¡qué alegría! —le dio un fuerte abrazo —Yo sé que serás el mejor.
—Gracias Lily, con todo el amor y apoyo que me das estoy seguro que así será —él sonrió mientras acariciaba suavemente su mejilla.
—Oh Lily, ya llegaste, ¡que gusto! —Eileen salió de la cocina con una cacerola en las manos, a punto de colocarla en el comedor.
—¡Eileen! También me da mucho gusto verla.
—Gracias querida... y bueno chicos, vengan a sentarse que la comida se enfría —sonrió.
Los tres tomaron asiento y comenzaron a degustar los alimentos que Eileen y Severus habían preparado en la mañana. Era un pollo al horno, con verduras y un poco de pasta. De postre, tarta de fresa; la especialidad de Eileen.
Terminando la comida, Lily ayudó a sus anfitriones a recoger los platos y cubiertos. Severus terminó de sacudir el mantel y lavar la vajilla, para después salir con su novia a caminar.
Su paseo terminó en un parque, era pequeño pero muy bonito, adornado con una gran fuente en el medio. La pareja se detuvo un momento y tomaron asiento en una banca de madera, ubicada a la sombra de un frondoso árbol.
—Lily... mi amor... sabes que no soy muy bueno con las palabras, pero hay algo que he querido decirte todo el día.
—¿Sí? —la chica lo miró muy atenta.
—Sabes bien lo importante que eres en mi vida, a tu lado no he conocido más que la dicha de amar y sentirse amado... te amo Lily Evans, te amo más allá de mi. Desde hace tiempo no imagino la vida si no es contigo, así que quiero preguntarte... —él se hincó y sacó una cajita negra, la cual albergaba el precioso anillo—¿Te casarías conmigo?
—Sev... yo... —de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas —Sí... por supuesto que sí... ¡acepto!
Severus se incorporó y le colocó el anillo delicadamente a Lily. Después, la tomó por la cintura y la elevó girando un par de veces. Se besaron hasta quedar prácticamente sin aliento, con una enorme felicidad desbordando todo su ser.