Corazón hiperrealista

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Marla tardó unos segundos en reaccionar, pero enseguida corrió detrás de Crystal. La alcanzó en un pasillo lateral.

-¡Por favor, por favor, juro que no lo volveré a hacer! -suplicó- Yo solo quería que... que vinieras, que estuvieras conmigo y me cuidaras.

-¿Y no sabes pedirlo como una persona normal? -replicó con frialdad.

-Es que tú no eres normal, eres extraordinaria, eres una estrella, así que tenía que hacerlo... especial...

-No vas a llegar a ninguna parte adulándome.

-Pero ahora me has salvado la vida, te tienes que quedar conmigo, ¡tienes que cuidarme y te prometo que yo te cuidaré también!

-Eres incapaz de cuidarte a ti misma -respondió Crystal con cansancio.

-Haré eso también, te lo prometo. Mira, tenía esto para ti.

Con expresión inocente y arrepentida, Marla le entregó las fotos que había revelado. Crystal las aceptó de mala gana y las miró por encima sin variar la expresión. "Mira, me gusta esta porque... estás muy guapa" murmuró Marla señalando su favorita. Pese a que su argumentario no era muy extenso, la foto era realmente bonita, con la cantante en el centro, las luces de la ciudad al fondo y la luna asomando en un lateral. Crystal no comentó nada, pero al final preguntó si se las podía quedar. Marla asintió al momento.

-¡Claro! -respondió feliz de que (aparentemente) le hubiesen gustado- ¡Pero te tienes que quedar también conmigo! -exclamó abrazándola a traición.

-Marla, en el fondo eres buena persona, eres inteligente, divertida y espectacular en la cama... per...

-¡No hay peros! -la interrumpió Marla- Me adoras y me parece bien. ¡Ven, hagamos algo! ¡Te invito al cine!

Crystal intentó replicar, pero no fue posible, su compañera parloteó alegremente hasta llegar al portal. Entonces, la frenó y la obligó a mirarla a los ojos. Marla lo hizo con cierto temor.

-Prométeme que nunca intentaras hacerte daño, de ninguna forma.

-Te lo prometo -aseguró Marla todavía nerviosa.

Crystal escrutó su mirada y debió aceptar que era sincera, porque asintió y salieron juntas. A Marla le llamó la atención que en la acera de enfrente había aparcado un BMW deportivo que fácilmente podría valer más que su edificio. Nadie dejaría un coche así en la calle y mucho menos en su calle. Sentado en el suelo frente a él había un vagabundo con un hierro retorcido en la mano que no tenía buena pinta...

-¿Qué clase de idiota ha dejado...?

-Yo -la interrumpió Crystal cruzando la calle.

Ante la estupefacción de Marla, le dio un par de billetes al mendigo, que le dio las gracias con una sonrisa a la que le faltaban varios dientes. 

-¿Sabes conducir? -le preguntó Crystal a su novia.

Marla negó con la cabeza todavía sorprendida. "Entonces sube de copiloto" le indicó abriendo la puerta. Su novia obedeció y mientras arrancaba, la cantante se lo explicó:

-He contratado a ese hombre para vigilarlo. Es de un ejecutivo con el que estaba reunida cuando me has llamado. Se lo he tenido que pedir prestado para venir a meterte los dedos en la boca.

-Ya... -murmuró Marla avergonzada- Gracias otra vez por eso. Y siento haber estropeado tu reunión...

-Es igual, ya quedaré otro día con él. 

Crystal conducía tal y como se esperaba de una estrella del rock: a demasiada velocidad, con frenazos repentinos y como si las señales de tráfico no fuesen para ella. Su novia sospechó que no habría dejado del todo las drogas. Aún así, morir con ella en un accidente de tráfico le parecía un plan fabuloso.

Mil noches con MarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora