Catarsis

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De vuelta en el bar, a Marla todo le parecía diferente. Sentía su ritmo cardiaco acelerado, la temperatura de su cuerpo se elevaba... las imágenes parecían irreales, como si todo estuviese sucediendo en un escenario que ella contemplaba desde fuera. Su única conexión con la realidad era la mano de Crystal fuertemente aferrada a su muñeca. Y entonces, tres minutos después, llegó la catarsis. Una sensación de euforia, de felicidad incontenible que jamás había experimentado. Su amiga, experta en el tema, fue capaz de distinguir en sus ojos el momento en que la alcanzaba el subidón. Y sonrió.

-¡Bailemos! -gritó Crystal.

Era necesario gritar para escucharse por encima de la música, pero ellas no lo hacían por eso, sino por el puro deseo de gritar. 

-¡No me sentía tan bien desde que en la reunión de cáncer terminal me dijeron que parecía la más viva de todos! -exclamó Marla alzando los brazos intentando seguir la música.

-¿Tienes cáncer?

Marla negó con la cabeza.

-Me gusta ir a reuniones. Hay café y bollos gratis y la gente te escucha, creen que vas a morir y te escuchan de verdad. ¡Adoro esta canción! 

No me pidas que mantenga la cabeza fría

si con solo verte arden tu alma y la mía

Marla gritaba cosas de forma inconexa, sin ser consciente de que no conocía esa canción o de que su hobby de acudir a reuniones de enfermos no era habitual. Aún así, Crystal parecía seguirle el ritmo tanto en sus bailes como en su hilo de pensamiento. 

-Es mía -respondió Crystal divertida.

-¿De verdad?

Moriría por ti, mataría por ti, 

pero si yo te lo pido,

nena, ¿arderás conmigo?

-La hemos tocado en el concierto, muñeca. Suelen grabar el audio y reproducirlo después.

-¿Cómo se titula?

-Heroína.

-¿Por la droga, por la canción de Bowie o por alguien concreto?

-Todo ayudó.

-¿A quién se la escribiste? -preguntó Marla.

Tu boca es lo más cerca que nunca he estado de la muerte

y no habrá infierno ahora que me quite esa suerte.

No estaban teniendo la conversación como la gente normal, sino que gritaban mientras saltaban juntas al ritmo de la música. Se agarraban de las manos para girar sobre sí mismas, bailar de forma excesivamente enérgica y cantar letras que una de las dos ni conocía. Todo ello en medio de aquel garito de las afueras, rodeadas de borrachos y parejas metiéndose mano. 

-Sería precioso decirte que a mi exnovia muerta... pero en realidad no, se me ocurrió viendo los Simpson y pensé que podría funcionar.

-¿De qué murió tu exnovia? -preguntó Marla riéndose sola, porque en esos momentos todo le parecía divertido... y feliz, muy feliz.

-Por el cristal -respondió Crystal también con una amplia sonrisa burlona.

-¿Tu ex murió de sobredosis y tú te sigues metiendo?

-No he dicho que fuese sobredosis. Intentó estafar a su camello... eso nunca es buena idea. Además, yo suelo tratar directamente con el fabricante.

Marla se reía a carcajadas, era demasiado ridículo. Tuvo que parar unos segundos de saltar y bailar para secarse las lágrimas. No recordaba la última vez (si es que hubo alguna) que se lo pasó tan bien. Mientras, Crystal charlaba con Jack, uno de sus guitarristas que también era uno de sus mejores amigos. Estuvieron conversando juntos hasta que la cantante se giró y se dio cuenta de que había perdido a Marla. La descubrió en la barra segundos después y le pegó un grito.

Mil noches con MarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora