Camino al infierno

169 32 48
                                    

Crystal y Marla no solían verse entre semana. La primera estaba muy ocupada con su grupo y la segunda seguía yendo a los grupos de ayuda. Un miércoles, después de salir de una sesión de enfermos de tuberculosis, Marla pasó por la tienda de fotografía para recoger el carrete que le habían revelado. Miró las fotos y le gustaron bastante, más que por la calidad porque su novia salía preciosa en todas. Tenía un aura de estrella del rock con la que Marla estaba segura de que triunfaría. Estaba distraída observándolas, ya casi llegando a su edificio, cuando alguien la llamó.

-¡Marla!

Ella aceleró el paso sin girarse, pero Tyler la alcanzó antes de entrar. 

-¡Marla! ¿Dónde te metes? Hace días que no te veo.

-Donde siempre, Tyler, no ha cambiado nada -comentó ella con tono desapasionado-. Siempre pasabas de mí y me cansé de perseguirte, eso es todo. Podemos seguir cada uno con nuestras vidas.

-Ahora estoy aquí. 

-Enhorabuena. Yo no.

Marla se giró y entró al portal. Su antiguo amante la siguió hasta su piso.

-Tyler, déjame en paz. No quiero verte más.

 -Marla, ¡por favor! ¿Qué ha cambiado? Lo pasamos de cine, funcionamos bien juntos...

-No quiero funcionar contigo, necesitas ayuda profesional. ¡Lárgate!

Lo último lo gritó, quizá demasiado alto, pero molestar a sus vecinos moribundos o llamar la atención de forma negativa era algo que nunca le preocupaba. Vio como el rostro de su exnovio cambiaba, copado por la furia y herido en su orgullo le gritó:

-¿Qué pasa? ¿Estoy demasiado loco para una chalada como tú? ¡Tú lo que necesitas es un asistente social! 

-¡Ya buscaré uno y le hablaré de ti! ¡El doctor Jekyll y Mr. Gilipollas! -respondió Marla también chillando- ¡Estás más enfermo que cualquier persona de los grupos de ayuda!

-¡Es todo culpa tuya, la enferma eres tú! ¡Siempre lo estropeas todo, eres patética! ¡Nunca te va a querer nadie, Marla, solo traes problemas!

Tras eso Tyler tuvo que girarse y huir corriendo del edificio porque varios vecinos habían salido al rellano y amenazaban con llamar a la policía. Marla se encerró en su piso a toda velocidad. No lloró, pero acumulaba tanta ira y sobre todo desesperanza... Se sentía muy nerviosa, temblaba, le costaba respirar y su corazón en aceleración constante amenazaba con estallar. Agarró una botella de whisky que reposaba sobre la cómoda, se sentó en la cama y cogió de la mesilla el frasco de pastillas para los ataques de ansiedad. Se metió dos a la boca y las tragó con tres sorbos de whisky. Después se tumbó en la cama mirando al techo, intentando calmarse poco a poco.

Tyler era un cabrón y estaba completamente loco, de eso no tenía ninguna duda. Pero ella tampoco estaba bien... Era verdad que solía traer problemas, por eso su madre la echó de casa en cuanto cumplió dieciocho. No conseguía conservar un trabajo, era pésima eligiendo parejas y le desagradaba tratar con la mayoría de personas. Igual el problema no eran el resto, igual era ella. 

-Pero Crys me quiere así... -susurró intentando convencerse mientras se tomaba otras dos pastillas.

Solo se habían visto tres veces. Se cansaría de ella pronto, lo fastidiaría seguro. Su novia era una prometedora cantante de rock culta, inteligente y capaz de ganarse a cualquiera. Ella era una casi-vagabunda marginal con adicciones extrañas y sin nadie que la quisiera. No, no iba a funcionar. 

-¡Esta mierda no funciona! -exclamó molesta vaciando el bote de Xanax en su boca y bebiendo whisky hasta tragarse la última pastilla.

Ese gesto sí la ayudó a tranquilizarse. El medicamento todavía no había hecho efecto, pero la sobredosis la acercaba al final y eso era tranquilizador. Volvió a tumbarse en la cama, mucho más relajada e incluso con una sonrisa en el rostro. Alargó la mano a su mesilla y cogió el teléfono. Marcó con mucha dificultad, apenas distinguía los números. 

Mil noches con MarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora