[ ACT TWO ]

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SHAUN CAMINÓ POR LAS CALLES CASI llenas de la ciudad, con el propósito de llegar al pequeño departamento en el que vivía Saphire. Siempre pasaba a buscarla antes del trabajo y juntos pasaban por Katy. Y también aprovechaban de desayunar en la casa de ella junto con su familia, que siempre los había tratado bien.

Se quito uno de los audífonos en su oreja y paró frente al edificio viejo y pequeño color amarillo frente a él. Se acercó a la puerta principal y entró al lugar. El conserje, llamado Leo, lo saludó con un movimiento de mano e inmediatamente se puso el teléfono fijo en la oreja.

—¿Viene a buscar a la señorita Jennings? —preguntó con un tono pícaro. Para ser un señor de tercera edad, se daba cuenta de como Saph y Shaun se miraban. Se podría decir que a tal punto de anhelar que algo ocurriera entre ambos.

—Sí, como todos los días —asintió Shaun con una sonrisa en el rostro. Leo le guiñó un ojo.

—Señorita Jennings, Shaun esta en el vestíbulo esperándola —anunció el conserje hablando con Saphire.— Está bien, yo le informaré —aseguró, antes de colgar y volver a dejar el teléfono en su lugar.

Shaun lo miró expectante por unos segundos de absoluto silencio, y Leo pareció recordar el recado que había dejado Saphire por teléfono.

—Oh, lo siento —se disculpó—. Ella bajará en unos minutos.

Él asintió con la cabeza y murmuró un leve "Gracias". Se sentó en uno de los viejos sofás del lugar mientras esperaba, pensando en cómo lo trataría Saphire respecto a lo que había pasado ayer en el karaoke. Que de todas formas no fue la gran cosa, pero para él había sido un gran paso.

Con ella nunca había tenido la clase de confianza que tenía con Katy, siempre se habían tratado diferente. Y no de la mala manera. Si no que resultaba difícil saber cómo ser amigos normalmente con lo que Shaun sentía por ella, que no era menor. Y mucho menos capaz de ser disimulado.

La quería más de lo que le gustaría admitir, había caído en sus encantos desde el primer día que habían cruzado palabras en el club de karaoke y de momento seguía cayendo. Cada vez conocía una faceta nueva de ella que le gustaba más que la anterior, pues Saphire era un libro abierto, no tenía secretos como él, y eso le gustaba.

—Shaun —sintió un chasquido de dedos en su oreja, logrando que sacudiera la cabeza y saliera de sus profundos pensamientos.

Saphire estaba frente a él con una sonrisa en su rostro y un atuendo casual para ir al trabajo. Su largo cabello castaño estaba algo ondulado en las puntas, de forma natural, como su maquillaje ligero. No había rastro de sueño o de resaca en su rostro, parecía que hubiera dormido las horas de sueño adecuadas.

Se veía hermosa. Ella era hermosa.

—Hola —fue lo único que pudo decir, y se odió a sí mismo por ello.

—Hola —la sonrisa divertida que le dio Saphire logró tranquilizarlo un poco.

Rápidamente se levantó y se quitó uno de los audífonos que llevaba puesto, para luego ofrecerle un brazo a Saphire con elegancia fingida. Ella rió y cruzó su mano en este, copiando el mismo gesto elegante.

—Ya bésense —escucharon la voz de Leo en un susurro. Se voltearon a verlo con algo de confusión, mientras que las mejillas de él se tornaban rojizas ante la atención que le estaban dando.— Lo siento, fue inevitable.

—Está bien, Leo —le dijo ella, para luego emprender marcha hacia el trabajo con Shaun a su lado.— Volveré a misma hora de siempre!.

Leo le levantó los dedos pulgares en forma de aprobación y los vió salir del edificio con una sonrisa.

𝑩𝑶𝑹𝑫𝑬𝑹𝑳𝑰𝑵𝑬  | 𝑺𝑯𝑨𝑵𝑮-𝑪𝑯𝑰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora