𝑩𝑶𝑹𝑫𝑬𝑹𝑳𝑰𝑵𝑬 | 𝑺𝑯𝑨𝑵𝑮-𝑪𝑯𝑰

[ ACT THIRTEEN ]

YA ERA DE DÍA EN LA ALDEA DE TA LO.

Sus habitantes se estaban preparando para la pelea contra el ejército de los Diez Anillos. Sabían que aquella era la única opción, pues no pensaban dejar que Wenwu rompiera la puerta en la que se encontraba el Mordador de la Oscuridad.

Shaun estaba usando el traje rojo de escamas de dragón que le había dejado su madre, al igual que Xialing. Solo que el de ella era blanco. Katy vestía el mismo atuendo que los arqueros de Ta Lo, pues había tomado algunas clases con Guang Bo unas horas después de que llegaron y resultó ser bastante buena. Y por último, Saphire usaba un traje blanco con detalles dorados que Lian le había prestado. Le dijo que ese traje era el mismo que usaba su padre antes, solo que en versión femenina.

Cuando vieron como la gente a su alrededor comenzaba a moverse con nerviosismo, Shaun, Katy y Saphire se acercaron a Xialing, quien tenía la mirada fija en el horizonte.

—Están aquí.

A Saph la recorrió un escalofrío desde su espina dorsal hasta sus piernas. La primera advertencia que le había dado su fénix acerca de Shaun solo se hacía más y mas fuerte. Tenía miedo por él, por Katy, por Xialing... y hasta por ella misma. El conflicto entre sus manos no era menor.

Siete autos ingresaron a Ta Lo y se detuvieron a unos metros de distancia de la gente de aquella aldea, que estaban dispuestos a protegerla incluso si ponían su vida en riesgo. Todos estaban armados, y listos para pelear. Incluso el trío de amigos, que jamás se hubieran imaginado a sí mismos en esa situación.

El ejército de los Diez Anillos tomó la misma posición que los habitantes de Ta Lo, con sus armas afuera y listos para atacar. Su líder bajó de uno de los autos con una expresión seria. Miró a sus dos hijos por unos segundos y respiró profundamente antes de hablar.

—¿Viniste a ayudar a la gente que tiene cautiva a tu propia madre? —le preguntó a Shaun, quien no respondió nada.

—Ella no está cautiva —interrumpió Nan.— Te está mintiendo una criatura que quiere destruirnos a todos.

Wenwu alzó las cejas como si aquello le pareciera una broma, y miró a Shaun una vez más.

—¿Eso es lo que te dijeron? —preguntó con burla.— Conozco la voz de mi esposa.

—Extraño a mi hermana tanto como tú —habló la tía de Shaun nuevamente.— Pero está no es la forma de honrar su memoria.

—¿La honraste cuando la rechazaste en tu puerta? —ahora Wenwu parecía ofendido.

—¡Tonto! —exclamó Guang Bo en chino.— Te rechazamos a ti. Los legados de tu pasado habrían destruido este lugar.

—Cuida tu forma de hablarme, muchacho. He vivido diez de tus vidas —amenazó Wenwu.

—Y mientras lo hacías no tuviste problema en arrebatar las de otros.

Saphire giró la cabeza al oír la voz de Lian entrometerse en al conversación. Por un momento creyó que ella se mantendría fuera de la pelea por la forma en la que le había hablado el día anterior, pero le agradaba verla ahí, con un atuendo rojo como los demás y lista para dar batalla.

—Y arrebatare la tuya si es necesario. —respondió él con los ojos entrecerrados.

—Quiero verte intentarlo.

Hubieron unos segundos en silencio. Todos estaban tensos en el lugar, pues no podían creer el descaro que tenía Wenwu de llegar a Ta Lo, dispuesto a matar a todos sus habitantes si no cumplían con su petición.

—Déjeme pasar —ordenó.

—No podemos hacerlo —respondió Nan.

El ejército de los Diez Anillos alzó sus armas y se preparó para atacar. Y a penas lo hicieron, Ta Lo también. Shaun y Xialing miraron a su padre. Y Saphire miró a Jake, que no le había quitado los ojos encima desde que habían llegado.